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Incidente Primo de Rivera-Varela en Ben Tieb

En los círculos militares del siglo XX fue muy conocida y comentada la animadversión personal que durante la Dictadura del General Primo de Rivera éste sintió hacia el entonces Comandante de Regulares nº 4, José Varela Iglesias, quien fue uno de los Oficiales más valeroso y más apreciado por el Rey Alfonso XIII y por la oficialidad y tropa a sus órdenes, al haber ganado hasta dos Laureadas de San Fernando, la Medalla Militar Individual y otras importantes condecoraciones, más todos los ascensos desde Capitán a Coronel por méritos de Guerra. Y todo ello, pese a haber sido Varela el prometido de una sobrina del Dictador, Carmen de Movellán, con la que luego no se llegaría a casar a pesar de haber tenido fijada fecha de boda. Después, siendo ya General, se casaría en 1941 con Casilda Ampuero Gandarias, carlista de la alta burguesía vasca y Delegada Nacional de Asistencia de Frentes de Hospitales. Pero creo que es poco conocido el incidente que motivó la desavenencia y otros hechos históricos.
En 1923 Primo de Rivera dio un golpe de Estado, implantando un Directorio militar (Dictadura) con la aquiescencia del Rey Alfonso XIII, reservándose las funciones de Presidente del Gobierno. Ya antes de la asonada, en 1916, en un discurso pronunciado en Cádiz, donde era Comandante Militar, Primo de Rivera propuso ceder el Protectorado español a Gran Bretaña a cambio de Gibraltar. Y el 25-11-1921, también había declarado en el Senado: “Yo estimo, desde el punto de vista estratégico, que un soldado español más allá del Estrecho es perjudicial para España”. Nada más acceder al poder, redujo las fuerzas españolas en Marruecos de 92.000 a 78.000 hombres, licenciando al reemplazo 1920. Y enseguida se hizo patente su posición abandonista de aquel territorio que por mandato internacional había asumido España, junto con Francia, en la difícil misión de pacificar la rebelión del Rif, donde se había declarado un Estado independiente que ponía en grave peligro a la monarquía alauita y la propia soberanía del Estado marroquí. En marzo de 1924 Primo de Rivera afirmó al periodista inglés Webl Miller: “Personalmente, soy partidario de una completa retirada de Marruecos y de permitir a Abd el-Krim la posesión de sus dominios. Hemos gastado incontables millones de pesetas en esta empresa sin jamás recibir un solo céntimo. Decenas de miles de hombres han muerto por un territorio cuya posesión no vale”. Él vio en Marruecos un problema para España de alcance internacional y pensó negociar su retirada a cambio del Peñón.
Efectivamente, en la primavera de 1924 el Dictador decidió retirar las tropas españolas replegándolas hasta una posición más segura y más fácilmente defendible con pocas fuerzas españolas. El anuncio de la evacuación preocupó bastante a Europa, por lo que podía suponer de derrota de una potencia en África, máxime cuando el Rif había sido declarado por Abd el-Krin como Estado independiente, con un ejército de 80.000 hombres y 200 cañones, habiendo solicitado el ingreso en la Sociedad de Naciones (actual ONU). Pero, el 30-05-1924 Primo de Rivera aprobó el plan de retirada, ordenando el repliegue de nuestras fuerzas tras la línea Ceuta-Tetuán-Tánger-Larache. Nuestros soldados en el Protectorado pasaron de 125.000 a 50.000, siendo la retirada extremadamente peligrosa que estuvo a punto de costar otro Annual, ya que facilitaba al enemigo las emboscadas y los golpes de mano. La medida sentó fatal a los Oficiales llamados “africanistas”, que incluso se oponían a la retirada augurando un levantamiento general en la zona contra España, habiéndose creado en el seno del Ejército un profundo malestar, cuya abierta oposición, en principio, le costó la pérdida del mando al General Queipo de Llano.
Viendo Primo de Rivera la ola de protestas que su plan había levantado, decidió visitar a las tropas. A su llegada a Ceuta, le rindió honores una Compañía de la Legión que al pasar desfilando por la tribuna en lugar de hacer “vista a la derecha” al Dictador, hizo “vista a la izquierda”, hacia donde estaba situado Millán Astray. Después el séquito pasó a Tetuán y a otros cuarteles en los que iba explicando su plan. Luego, pasó a Melilla e hizo que le acompañaran el Teniente Coronel Franco, Jefe de la Legión, y el Teniente Coronel Pareja, Jefe de Regulares. El 19-07-1924 estuvo en Dar Quebdani, donde dijo que: “Aunque su corazón estaba joven, su experiencia de gobernante le decía que era una locura conservar algunas de las posiciones que se habían conquistado”. Le aplaudieron muy pocos y los Regulares abandonaron el salón. Luego fue a Ben Tiem, cuartel de la Legión cerca de Tizi-Azza, pasando revista a una Bandera y a tropas de Regulares. En un barracón se dio una comida de recepción por los Oficiales, del que se habían quitado los lemas legionarios, excepto el que reza: “El espíritu de la Legión es de ciega y fervorosa acometividad”. Se hallaban en el acto los Generales de la comitiva, los del Protectorado, demás Jefes invitados, incluido el entonces Comandante Varela, que por estar aprendiendo a volar como piloto hizo allí escala.
Franco ofreció el brindis a los presentes, y dijo: “Por ser ésta la primera vez que un Jefe de Gobierno pisa el solar de la Legión, quisiéramos que la alegría rebosara en nuestros corazones; pero no es así, porque una terrible duda nos inquieta. General: nuestros legionarios desean mantener la línea, quieren llevar la bandera donde reclama el honor y la memoria de Valenzuela, González Tablas y tantos otros compañeros nuestros. Queremos colaborar con el Directorio y ser fieles al Rey, pero que quienes nos manden nos lleven a la gloria y no al fracaso. Como queremos que el honor de España se sobreponga a toda conveniencia del Gobierno, la Legión espera con ansia vuestras palabras” (ovaciones prolongadas y delirantes con vivas a la Legión). Primo de Rivera contestó: “No ha podido abordar Franco más sinceramente la cuestión palpitante y voy a corresponder con la misma sinceridad…”. Tras un recuerdo a los héroes, prosiguió: “Después de haber estudiado este problema en muchas horas de inquietud y amargura, afirmo más mis convicciones de prescindir de esas posiciones que significan que nos hemos excedido en construir bases fundamentales sin haber llegado a un firme Protectorado. Creo que no debemos ir a Alhucemas, sino que ésta sea la que venga a nosotros (siseos e interrupciones). La aridez de esta tierra no merece que se aumente en exceso el sacrificio y se inquiete a España con nuevos embarques”.
Prosiguió: “Hay sectores que no sirven para nada (más murmullos). Afirmo que antes que espíritu de ciega acometividad (el que figuraba en el salón), está el de ciega obediencia al mando..”. Una voz de uno de los acompañantes del Dictador dijo: “Muy bien”; pero Varela exclamó: “¡Muy mal!”. Primo de Rivera, que conocía a Varela porque era novio de su sobrina Carmen Movellán, dijo: ”Qué le pasa a ese Oficial?. ¿Qué quiere ese Oficial?. ¿Quiere decir algo?. Varela respondió: “Yo nada”. Primo de Rivera le interpeló: “Aparte de otras razones, las de cortesía le obligan a guardar respeto”. Varela contestó: “Ya lo he guardado. Ya no decía nada a usted”. Primo de Rivera volvió a decir, entre otras cosas: “No tenéis derecho a creer que monopolizáis la exclusiva del patriotismo. He madurado el plan y he venido a sembrar en las mentalidades de los Oficiales para que puedan discurrir, pero lo mismo que hoy hago esa siembra, el día que ordenemos en firme no dejaremos más derecho que el de la obediencia”. Al final hubo silencio, y después vivas a España, Valenzuela, Millán Astray, Franco y Varela, pero no al Dictador.  Primo de Rivera llamó a Franco y le expresó su disgusto por el comportamiento de sus Oficiales. Franco le contestó que estaba muy conforme con sus hombres, y que le ponía el mando a su disposición. El Teniente coronel Pareja, Jefe de Regulares, añadió, que como sus Oficiales estaban de acuerdo con los del Tercio, también él dimitía. El Dictador después tomaría represalias contra algunos que le habían mostrado su disconformidad, sobre todo, contra Varela, que se había iniciado su expediente de ascenso a Teniente Coronel y lo paralizó. Y lo mismo haría después con el de Coronel. Parejas fue sustituido en Regulares por Mola. A Franco no le aceptó su dimisión.
El repliegue se inició el 18-08-1924 y duró hasta el 10-12-1924. Abd el-Krim, viéndose fuerte, desencadenó una fuerte ofensiva. Primo de Rivera tuvo que visitar de nuevo las Tropas del Protectorado el 5-09-1924, siendo el día 7 aislado por el enemigo con los Altos Mandos de la comitiva. El disgusto de la oficialidad fue tan mayúsculo que varios Jefes conspiraron para encerrar a Primo de Rivera en el Hacho, rogando a Queipo de Llano, que había sido repuesto en el mando, que aceptara la jefatura de la conspiración. Franco manifestó tener una Bandera de la Legión dispuesta y que iría a detener a los Generales del séquito en el momento que lo ordenase; pero Queipo de Llano les disuadió alegando que no era el mejor momento para el Ejército. El resultado de aquella empecinada retirada, según el historiador Payne, fue de 1.500 muertos, 500 desaparecidos y 6.000 heridos. Otros historiadores, como Balfour y Madariaga, cifraron las bajas entre 12.000 y 18.000, incluyendo enfermos y unos 3.000 prisioneros. El Dictador fracasó, y tuvo que dar explicaciones en el Congreso, prometiendo venganza, porque los soldados españoles que cayeron prisioneros de Abd el-Krim fueron atrozmente torturados ensañándose con ellos.
Primo de Rivera, por fin, cayó en la cuenta de que ni más retirada ni más negociaciones, que el problema necesitaba de una contundente solución militar. Abd el-Krim cometió el grave error de atacar una kabila muy amiga de Francia, lo que equivalía a entrar en guerra también contra los franceses. Se iniciaron conversaciones entre el General Jordana y el Embajador francés Peretti de la Roca, que desembocaron en un acuerdo de colaboración que Francia antes había negado. Esta vez envió 100.000 hombres más, y se preparó el desembarco de Alhucemas para atacar al Rif en su propio corazón. Tras el desembarco, se fueron tomando posiciones con la Harka de Varela en vanguardia, como el cañón de Casa Mata, quema de Axdir, toma de Loma los Morabos, Montes Malmusi, las Palomas y Cónico, la Rocosa, etc. Ante el fuerte avance español, el 27-05-1926, Abd el-Krin se rindió entregándose al General Ibos y al Coronel Corap, franceses, junto con sus dos esposas, hijos, ministros, etc, en total 150 personas con un equipaje tirado por 270 mulas, más 250.000 dólares. Abd el-Krim fue deportado a la Isla de Reunión con una finca y 100.000 francos anuales, hasta que muchos años después pasó a El Cairo, donde falleció. En 1927, se rindieron las últimas kabilas. La zona quedó pacificada, la autoridad del monarca marroquí restituida y la soberanía de Marruecos salvada, gracias a España, porque Francia deportó a Mohamed V y quería que reinara otra dinastía.          
   

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