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In memoriam: la historia de Jandu, víctima del coronavirus

“Mamá no me alcanza toda la vida para poder agradecerte lo que haces por nosotros, eres una madre ejemplar, y una abuela especial, dando más de lo que puedes. Te sacrificas siempre por nosotros. Aunque ya no te queden fuerzas, siempre sigues luchando. Que Allah te de mucha salud y más años de vida porque sin ti no somos nada y Sabrin te necesita más que todos nosotros porque eres su ángel de la guarda. Te quiero mamá. Si volviera a nacer pediría a Alllah que fueras mi madre de nuevo”. El 13 de diciembre Lubna Marzok Ayad le escribía estas palabras en Ceuta a Jandu Ayad Ahmed, su madre, por su 65 cumpleaños. “Ahora viendo lo que escribí es como si me estuviera despidiendo de ella”, se emociona. La familia Marzok Ayad y Ayad Ahmed están destrozadas. Han pasado ya diez días, pero aún no asimilan la pérdida de su madre. Jandu Ayad Ahmed falleció el pasado 15 de mayo sobre las 13.00 horas tras casi dos semanas en la UCI del clínico de Loma Colmenar a consecuencia del COVID-19. Jandu era hija de Ayad Ahmed, el último de los soldados regulares que quedaba en Ceuta de los que lucharon con Franco y que falleció en enero de 2020. Esta ceutí de 65 años vivía en su casa del Poblado, la barriada donde ha criado a su familia: sus 3 hijos, 3 nietos y “uno que venía en camino”, lamenta Lubna que su madre no vaya a conocer a su primer hijo biológico. Quizás por eso era una mujer tan querida en Ceuta y por eso no para de sonar el teléfono de Lubna. “Todos lamentan su muerte. No es porque fuera mi madre, sino porque era una mujer muy buena, que se involucraba a en todo, muy solidaria y que siempre tenía una sonrisa. Aparte de mi amor como hija, la admiraba como persona porque era tan humana, tan solidaria y se preocupaba por todo el mundo. Nuestro dolor lo siente todo el mundo, toda Ceuta. Nuestros vecinos, tanto musulmanes como cristianos, no paran de llamarnos”, se consuela. La madre de Lubna dio positivo y se aisló en la casa “no recuerdo cuándo exactamente”. “Mi padre y mi hermano estuvieron también confinados, pero la única positivo era ella. Al principio pensábamos que era un resfriado porque ella se movía mucho, era una mujer muy activa, y no tenía nada. Pero a los pocos días, empezó a ponerse mala. Cogía a la niña, mi sobrina Sabrin, con la que tenía una relación especial, y ya desde que se encontró mal no fue a ver a la niña”, recuerda. Días después, el marido de Jandu la llevó a Urgencias porque se sentía mal y “le dijeron que se fuera a casa porque estaba decaída, pero no tanto como cuando entró en el hospital”. El 2 de mayo volvió a ir a Urgencias y es ahí cuando la ingresan. “Estaba casi inconsciente y con la mirada perdida. Decía que no sabía lo que le pasaba y llamaba a mi tía. Entonces le empezaron a poner oxígeno y respondía, pero la mandaron a la UCI, donde estuvo hasta que falleció, aunque el día 10 ya dio negativo”. Sin embargo, Lubna se deshace en palabras de agradecimiento a los sanitarios. “La verdad es que lucharon por ella y hicieron todo lo posible, pero nada. Fue imposible. El virus le daño el pulmón porque no saturaba bien. La noche antes empezó todo a pararse y cuando fuimos a la visita ese día, mi tía habló con ella y vio que no estaba bien. Y yo creo que al escuchar a mi tía, descansó y se le paró el corazón. Estaba operada de un cáncer de mamá, al que le ganó la batalla, pero con el virus no pudo. Era una mujer muy luchadora. Yo creía que ella iba a ganarle porque tenía mucha fortaleza”, se rompe la hija. Pero para Lubna lo más doloroso, pero también especial, es que su madre y su sobrina se han ido juntas. Su madre tenía devoción por Sabrin porque tenía parálisis cerebral. “Se desvivía por ella, la cuidaba con mi hermana. Estaban muy unidas y ha pasado algo muy especial. La niña amaneció muerta el mismo día que mi madre empezó a encontrarse mal y la ingresaron el día 2. Murieron las dos con 13 días de diferencia, pero mi madre falleció sin saber que la niña había muerto. Mi sobrina se la llevó con ella. Era la abuela coraje”, expresa afectada. Han sido “dos golpes muy fuertes” para toda la familia, que no da crédito. “Pero intentamos sobrellevarlo como podemos las dos pérdidas. No tengo palabras para describir a mi madre. Era maravillosa y no porque fuera mi madre, sino porque era muy especial y ha dejado huella en todos. Va a ser muy difícil superarlo”, concluía Lubna.

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