La semana pasada se constituyó la Junta Provincial de Educación de Adultos. Con treinta y tres años de retraso. No es una broma, ni una exageración. Al parecer, y tras un rastreo más propio de arqueólogos que de docentes, la Dirección Provincial descubrió una reliquia vigente desde mil novecientos ochenta y nueve que regula el funcionamiento de este órgano cuya principal finalidad es planificar la oferta educativa de la educación de adultos en su ámbito territorial.
Como es fácilmente comprensible, todas las Comunidades Autónomas disponen de normas modernas y actualizadas que regulan este importante componente del sistema educativo. Nosotros nos tenemos que conformar con la aplicación interpretativa y bienintencionada de estos fósiles normativos, raquíticos y obsoletos, que se mantienen vigentes por pura desidia (al no existir una derogación expresa como exige la técnica jurídica aplicable al caso).
Seguiremos insistiendo a ver si algún día alguien asume que este desierto normativo que sufre la educación en Ceuta, como consecuencia de nuestra extraña naturaleza autonómica, no es una cuestión menor.
La educación de adultos también se ve afectada por esta orfandad. Baste con recordar que los centros de adultos del ministerio funcionan sin reglamento propio, lo que limita muy seriamente su capacidad de gestión y el alcance de sus programaciones.
La clamorosa ausencia de planificación (y coordinación) de la educación de adultos, que ahora se pretende enmendar de manera improvisada y aturrullada con la creación de este nuevo órgano (que ya nace desfasado de por sí); ha provocado que se hayan abandonada objetivos que tienen una enorme importancia con carácter general, pero que, en Ceuta, dadas nuestras características, se antojan esenciales.
Según la legislación vigente, la oferta educativa orientada a los adultos se debe proyectar sobre tres ámbitos: Uno. Estudios equivalentes a la ESO, Bachillerato y Formación Profesional dirigidos a quienes, por cualquier razón, no pudieron cursarlos oportunamente. Dos. Programas educativos que tengan por objeto el perfeccionamiento, promoción, actualización y readaptación profesional de la población adulta. Tres. Programas cuya finalidad sea la promoción y extensión cultural a distintos niveles de la población adulta.
En Ceuta estamos a años de luz de esta forma de gestionar la educación de adultos. La hemos convertido, prácticamente, en una escuela para “sacarse el graduado”
El MEFP, como consecuencia de esa inercia de desidia y ley del “mínimo indispensable” que caracteriza su modelo de gestión (independientemente de quien gobierne); ha reducido su programación al ámbito de la “segunda oportunidad” para la obtención de titulaciones, y alguna incursión (escasa, desordenada y carente de convicción) en la Formación Profesional; pero ha renunciado por completo al tercero de los ámbitos, denominado coloquialmente “enseñanzas no regladas”, y que tan útil y necesario es una Ciudad en la que el déficit cultural es extremadamente acusado, como ponen de manifiesto todos los índices oficiales publicados al respecto.
La educación de adultos ha ido adquiriendo, con el paso del tiempo, una extraordinaria importancia en el conjunto del sistema. Es una tendencia que se observa en todos los órdenes de la vida social y la enseñanza no es una excepción.
En casi todos los lugares avanzados ya funcionan las “redes de aprendizaje permanente”, integradas por instituciones y entidades de diversa naturaleza que, debidamente coordinadas, colaboran en el desarrollo de programas diseñados para atender las demandas formativas de un segmento de la población cada vez más numeroso y ávido de aprender. Pondremos un ejemplo.
En muchas comunidades se desarrollan programa de “Alfabetización Digital” con unos resultados magníficos. ¿Por qué no se hace esto en Ceuta?
En Ceuta estamos a años de luz de esta forma de gestionar la educación de adultos. La hemos convertido, prácticamente, en una escuela para “sacarse el graduado”, renunciado de esta manera a un instrumento de gran valor para mejorar la formación individual de miles de ciudadanos, pero también para favorecer el desarrollo del conjunto de la Ciudad, muy necesitada de acciones de esta índole.
La educación de adultos en Ceuta necesita un (gran) impulso. Es necesario y urgente redefinir el modelo. Ampliando objetivos e instrumentos, implicando a todos los agentes sociales e institucionales que puedan hacer aportaciones; creando mecanismos eficaces de planificación y coordinación; y dotándola de los recursos materiales y humanos necesarios.
No es comprensible que una Ciudad tan pequeña, en la que se mueve tantísimo dinero, y en la que concurren dos poderosas administraciones, y un más que considerable número de agentes sociales; tenga tan desatendida a un amplio sector de la población en una necesidad tan básica como la educación.
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