La perversa identificación de terrorismo y religión es mucho peor que un error. El presidente de la Ciudad acertó ayer plenamente al emitir un mensaje institucional para dejarlo claro: no solamente no se pueden ligar o utilizar para manchar a la segunda con el primero o justificar la violencia por razones de fe. “El terrorismo de carácter yihadista es una manipulación fanática, criminal e inhumana del Islam, pero no es el Islam”, zanjó Vivas.
El suyo es un mensaje que comparten la inmensa mayoría de los representantes políticos, sociales y religiosos de la ciudad para fortuna de Ceuta y que tendría que unir a toda la ciudadanía como el rechazo a “una barbarie que a todos nos golpea, incluidos los países de mayoría musulmana, y que todos, desde la unidad, debemos condenar y combatir, al margen de siglas e ideologías”.
Dar protagonismo a un nombre, un credo o un origen cuando se produce un suceso amplifica prejuicios y generalizaciones absurdas que algunos acaban multiplicando y utilizando en beneficio propio a costa de la confrontación.
Los responsables de actos tan viles como los acontecidos esta semana en Algeciras deben ser puestos a disposición de la Justicia y sobre ellos debe caer todo el peso de la ley. También deben analizarse todas sus circunstancias para conocer qué motivaciones, sea cual sea su naturaleza, los llevaron o ayudaron a llegar a cometer crímenes así.
Lo que no se puede hacer ni tolerar es que se denigre y vilipendie a quienes simplemente compartan con un delincuente, aunque sea el peor, credo o nacionalidad.