Hay momentos en la historia en los que el silencio de la comunidad internacional pesa más que las bombas. Palestina vive uno de esos momentos. Un genocidio retransmitido en directo, amparado por el discurso de la “seguridad” y justificado con el relato del “pueblo elegido”. Mientras tanto, el mundo asiste a la aniquilación de un pueblo cuya única culpa ha sido resistir y existir.
El secuestro de la flotilla humanitaria, los bloqueos a la ayuda, la destrucción de hospitales, escuelas y campos de refugiados son la expresión más clara de una estructura de poder que ha decidido que hay vidas que valen y vidas que no. Es la institucionalización del racismo global. La deshumanización sistemática de un pueblo que lleva más de setenta años siendo tratado como una molestia histórica.
Lo que estamos presenciando es la culminación de una profecía autocumplida, la del pueblo “elegido” que, para justificar su supremacía moral y territorial, necesita perpetuar la existencia de un enemigo. El sionismo político se alimenta del miedo, de la narrativa de persecución eterna, para reproducirse como ideología de dominio. Así, la víctima histórica se transforma en verdugo, atrapada en un ciclo de violencia que legitima su propio poder en nombre del sufrimiento pasado.
La comunidad internacional, por su parte, se convierte en cómplice por omisión. Las instituciones que un día se crearon para garantizar la dignidad humana se han rendido al cálculo político, a la diplomacia vacía y a los intereses económicos. La palabra “derechos humanos” se pronuncia con solemnidad en los foros, mientras en Gaza los niños mueren de hambre, sed o metralla.
"La gente ha visto, sin filtros ni manipulaciones, que el sionismo atenta directamente contra la humanidad"
El reciente secuestro de la Flotilla de la Dignidad en aguas internacionales es una vulneración gravísima del derecho internacional, de la libertad de navegación y, sobre todo, de los derechos humanos. Lo que ha hecho Israel con esta flotilla no es solo un acto de piratería moderna, sino la confirmación de que el poder sionista se siente impune ante la mirada cómplice del mundo. Y sin embargo, la diferencia hoy es que ya no hay una sola narrativa porque la conciencia global se ha despertado. La gente ha visto, sin filtros ni manipulaciones, que el sionismo atenta directamente contra la humanidad. Cada vez más voces se alzan, cada vez más pueblos salen a la calle para exigir justicia, para gritar que Palestina no está sola.
La Flotilla ha triunfado porque ha logrado lo que los gobiernos no han querido ni sabido hacer: romper el bloqueo moral, político y mediático. Han arriesgado sus vidas por una causa justa, por un principio elemental, que ningún pueblo debería ser condenado a morir de hambre, sed y olvido. Ver lo que han hecho emociona, conmueve y despierta una profunda admiración. Han expuesto sus vidas, lo han dado todo para romper el asedio, y con su ejemplo han despertado conciencias en cada rincón del planeta.
Entre la Flotilla de la Dignidad hay personas a las que quiero y respecto profundamente, con las que he compartido vivencias políticas y otras a las que, sin conocer, quiero y admiro profundamente. Esto nos toca muy de cerca a quienes vivimos en Ceuta, porque entre ellas se encuentra Hanan Alcalde, una fiel defensora de los Derechos Humanos, una mujer valiente y comprometida, a la que deseamos ver pronto sana y salva junto a su familia. Eso es algo que nuestro gobierno debe garantizar, y nosotros, como ciudadanía, debemos poner la voz, ejercer presión y no permitir que su sacrificio ni su lucha caigan en el olvido.
Hoy, en Benzú, tendrá lugar una manifestación organizada por la Asociación de Vecinos de Benzú y la familia de Hanan. Es fundamental secundar esta marcha, apoyarla y, quienes no puedan asistir, difundirla y compartirla. El Sindicato de Estudiantes se ha adherido a esta convocatoria y se concentrará en Benítez, junto a la desaladora, a las 16:20 horas, para comenzar la marcha hasta Benzú. La manifestación en Benzú será a las 17:00 horas, con punto de salida en la entrada del barrio, y el recorrido continuará hasta el merendero botánico de la Cabililla, donde se leerá el manifiesto final. Esta marcha no es solo un acto de solidaridad: es una declaración de humanidad, un grito colectivo contra la indiferencia y una muestra de que Ceuta también alza la voz por la justicia.
"Eso es algo que nuestro gobierno debe garantizar, y nosotros, como ciudadanía, debemos poner la voz, ejercer presión y no permitir que su sacrificio ni su lucha caigan en el olvido"
La sociología nos enseña que ningún sistema de opresión es eterno. Que la historia no perdona a quienes miran hacia otro lado. Que los pueblos que aman la vida, aun bajo los escombros, son capaces de reconstruir su dignidad una y otra vez.
Porque en Gaza, a pesar de todo, hay humanidad. Hay madres que siguen peinando a sus hijos sin techo. Hay jóvenes que siguen estudiando sin luz. Hay médicos que operan sin anestesia, solo con fe. Y hay millones de voces en el mundo que, aunque el poder intente silenciarlas, se niegan a aceptar la deshumanización como norma.
Prefiero morir antes que aceptar la deshumanización de un pueblo. Porque cuando se pierde la empatía, fracasa la humanidad.
Que nunca se nos olvide… Tenemos la obligación moral y humana de usar nuestros privilegios, nuestras voces y nuestras plataformas para denunciar, visibilizar y dar voz a quienes han sido silenciados. Porque defender la causa Palestina es defender la vida, la dignidad y la conciencia del mundo entero.
Paz frente al genocidio.
Justicia frente a la impunidad.
Vida frente al olvido.
FREE PALESTINE y LIBERTAD PARA TODOS LOS HÉROES Y HEROÍNAS DE LA FLOTILLA.
No me creo nada.