Desde el momento en que se conoció la noticia de la visita real, la ciudad se convirtió en un hervidero de preparativos, en un incensante ir y venir para que todo estuviera perfecto de cara al tan esperado lunes 5 de noviembre.
El Hotel Parador Muralla no fue ni mucho menos ajeno a los ajetreados preparativos que se sucedieron por toda la ciudad. Y es que fue otro de los escenarios de la estancia de Sus Majestades en nuestra ciudad.
Sobre ellos caía la responsabilidad de organizar y elaborar el almuerzo de los Reyes y de los 300 comensales que les acompañarían a la mesa ese día. Sin embargo, la organización de la jornada comenzaba varios días antes de que los monarcas pisaran tierra caballa.
“La Casa Real contactó con nosotros para trasladarnos la noticia. El director la transmite a un reducido número de trabajadores porque había que tratar el tema con discreción. Eso fue lo más complicado, que nadie se diese cuenta de lo que iba a suceder”.
Personal de seguridad de la Casa Real se trasladó al Parador varios días antes del evento para organizar uno de los aspectos más importantes de la visita: garantizar la protección de los monarcas durante su estancia.
“Tenían que pasar desapercibidos y muchos compañeros del establecimiento nos preguntaban qué hacían esas personas en la sala de calderas o en las azoteas. También se entregó un listado de los trabajadores del hotel y de los clientes que estaban hospedados y de las reservas previstas”, declara el jefe de Administración del Parador, José Carmona.
Otro de los aspectos que también se cuidó al milímetro por parte de los responsables del hotel fue el menú que se ofrecería a los comensales.
“Le presentamos tres propuestas al jefe de la Casa Real. Él me preguntó qué le pondría a los Reyes y eligió los platos y vinos que yo le recomendé”, apunta el jefe de Comedor del Parador, Lucas Artesero.
El menú consistió en un entrante a base de ‘Pipirrana de gambas y orejones de tomate seco con vinagreta de aguacate’, para continuar con el plato principal de ‘Lomo de sama asada con ajo blanco y cebollitas glaseadas’ y finalizar con una ‘Tarta crujiente de manzana caramelizada con helado de Pedro Ximénez y salsa de frutas rojas’.
El almuerzo se desarrolló en un ambiente muy relajado en el que los Reyes se sintieron “muy arropados” por los ciudadanos. “No se lo esperaban y se notaba que estaban muy a gusto”, recuerda Artesero.
“El Rey es una persona muy amable y atenta. Es risueño y coloquial en la mesa como cualquier persona. Yo soy monárquico y considero que son muy afables”.
En un entorno tan distendido no es de extrañar que el monarca atendiera una de las peticiones que Artesero le planteó tras el almuerzo.
“Me acerqué al jefe de la Casa Real para decirle que nos queríamos hacer una foto con los monarcas y me respondió que no le molestara porque tenía mucha prisa. No le hice caso y me dirigí a Su Majestad al que le expliqué que el personal se quería fotografiar con él. De inmediato se levantó y nos la hicimos”.
Son dos de los muchos protagonistas que vivieron en primera persona una jornada histórica para la ciudad.
“Me quedo con la alegría de haber trabajado en este establecimiento y con el recuerdo de 80.000 personas aclamando a nuestros Reyes. El regocijo de que estaban aquí visitándonos y ver un pueblo entero volcado en la figura de Sus Majestades fue lo más bonito”, rememora Carmona.
“La acogida fue impresionante. El pueblo se volcó y el Rey estuvo muy a gusto, se llevó una grata sorpresa y siempre lo recordará”, añade Artesero.
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