¿Imaginan ustedes que la lista de espera para una asistencia médica nunca corriera porque siempre son los mismos en ser atendidos?
Justo esto es lo que sucede en el ICD, sobre el 17 de agosto se renovarán automáticamente los usuarios que el año anterior tuvieron domiciliadas sus actividades. Dos días después, podrán ir el resto de los mortales. De ellos unos pocos, los más afortunados, pillarán los flecos de los anteriores, en cambio, el resto, pasarán a formar parte de las inamovibles listas de esperas.
El Instituto Ceutí del Deporte gestiona deportes y estos, si no me equivoco, constituyen una parcela importante para la salud humana. Por consiguiente, no estamos lejos de aquello que les propuse imaginar. Para más inri, la institución es pública, pero, por su modo de proceder, más bien responde a la iniciativa de un club privado de los que vemos en las películas estadounidenses, ¿reservado el derecho de admisión?
Y vamos al meollo del asunto. Hemos pasado un curso escolar en lista de espera para la actividad de escalada. Se nos comunica, tras ser atendida con cita previa, que el día 19 de agosto se abrirá de nuevo el plazo, pero leo en prensa la controvertida noticia: los usuarios y usuarias del ICD con las actividades deportivas domiciliadas, tendrán renovación automática. ¡Toma ya! y no tendrán que pedir cita previa, ni tampoco ir a las oficinas, ni mucho menos levantarse a primera hora en la ciudad para correr la maratón engañosa de tener la dichosa plaza, simplemente porque ya la tienen reservada. Para su calma, y reposo, podrán permanecer in perpetuum.
Propongo, como ciudadana, que habiendo demanda de una actividad deportiva como escalada y, habiendo profesionales deseando trabajar unas horas (recordemos que en la ciudad existe el ciclo formativo de formación deportiva), podrían, al menos, habilitar un nuevo horario para dar salida a la treintena de personas que están en lista de espera. Todavía recuerdo como una política, hoy vicepresidenta de la Ciudad Autónoma, criticaba en la radio la "concesión" del rocódromo a la Federación de Montaña, como si de un cortijo se tratara. También recuerdo que cuando estos lo gestionaban, atendían a cientos de usuarios, hacían campamentos de verano y lo tenían muy, muy cuidado… En cambio, ahora, tenemos un servicio que presta un mínimo de horas para atender a una lista de usuarios estática y, para colmo, pongo en entredicho que se haga un mantenimiento. Por cierto, el mantenimiento es crucial, porque las presas han de renovarse, ¡que se las está comiendo el sol y están descoloridas!, y si están casi podridas, podrían ser motivo de accidente. Espero que las cuerdas y demás materiales tengan un trato más digno que los usuarios en potencia de la eterna lista de espera.
Remedios Guerrero Trujillo
Doctora en Artes y Humanidades
Licenciada en Filosofía y Letras
Licenciada en Antropología social y cultural.
Es el mejor comentario que he leído en mucho tiempo. Cómo dice ella, es un cortijo y seguimos en lista de espera sin poder hacer uso del rocódromo.