Opinión

Historias paralelas

P or aquí ando, por la otra orilla del charco. Hace ya algunos días leía la noticia sobre la conmemoración (después de haber sido solicitada por el Grupo Socialista la institucionalización del acto y aprobada por el Pleno de la Asamblea) del ochenta aniversario del asesinato del doctor y alcalde de Ceuta, don Antonio López Sánchez-Prado. Un personaje de Ceuta que para los que nacimos en el tardofranquismo era frecuente ver un pequeño retrato en nuestras casas. Como niño curioso preguntaba que quién era ese señor, a lo que me respondían: «Un médico muy bueno que siempre ayudaba a los pobres». La lectura del libro del investigador histórico, Paco Sánchez (siempre solícito y amable cuando me pongo en contacto con él) me acercó a su figura personal y política. Un referente del comportamiento humano, con un cariño especial de un pueblo al que dedicó todos sus esfuerzos y su lealtad. Envuelto para muchos con un halo místico y espiritual.

Por lo leído y visto en las redes (como suele ser normal en esta España cainita y maniquea) hubo numerosas críticas del acto. Ataques de unos a otros (especialmente en las redes) por la exposición que hizo el presidente de la ciudad, la factura del acto e incluso por la presencia del comandante general. Nada a lo que lo que no estemos acostumbrados ya. Por desgracia lo que nunca sabremos es lo que habría opinado el doctor Sánchez-Prado. Peor que estar muerto es que encima ninguno nos enteremos del porqué realmente sacrificó su vida. Por un ideario basado en la justicia social. Que todavía se ande a la gresca por pretender hacerse representante de su memoria y su legado es que no hemos enterado de nada. La vida sustituye a unas personas por otras, las situaciones y la sociedad cambia, pero nuestra condición humana perdura generación tras generación.

Dentro de poco -espero que no demasiado ya, después de un largo retraso y paralización de las obras- inaugurarán el nuevo hospital público de La Línea de la Concepción. Me llamó la atención que Izquierda Unida insistiera en que el nuevo hospital del SAS se denomine, «Hospital Don Juanito, el médico». Esto se hizo después de que el Grupo Socialista municipal presentara una moción en el 2010 para proponer a la Consejería de Salud de la Junta que se llamara así.

Aunque ya no soy un niño, mi curiosidad sigue igual de viva y me llevó a buscar información sobre aquella peculiar denominación. Se trataba del doctor don Juan García Rodríguez. Persona especialmente querida por los linenses, que desde el cariño y el respeto lo denominaban así. Nacido en el año 1901 en Los Barrios. Cursó su carrera en la Universidad de Cádiz, añadiendo a sus conocimientos sobre medicina general, los de cirugía y enfermedades de la infancia. Estudios que amplió en España y en el extranjero. Una fervorosa dedicación a su vocación profesional, volcándose especialmente con los más necesitados. No sólo en sus enfermedades sino ayudándoles económicamente, no cobrándoles y no teniendo horario. Llevaba canastas llenas de pan diariamente a los más necesitados. Visitaba los barrios más humildes como el de la Colonia, la Atunara o el Conchal. En alguna información que me ha llegado no eran infrecuentes las noches en la que los familiares de los enfermos llamaban a su puerta para que les asistiera y de cómo apenas sin vestirse salía a atenderles. Perteneció también a la masonería. Militó en partidos republicanos. Primeramente en el de Lerroux y posteriormente en la Unión Republicana. Salió elegido concejal... y ya conocen la historia del 36.

Fue encarcelado y posteriormente puesto en libertad. Escribo literalmente algo que he leído: «...esos días un grupo de amigos lo llevaron a la playa con la excusa de que había un herido al que tenía que curar y una vez allí intentaron convencerle de que se subiera a una barca para refugiarse en Gibraltar. Él se opuso diciendo: “yo no he hecho daño a nadie por tanto a mí no puede pasar nada, mi sitio está aquí en La Línea de la Concepción”.»

Posteriormente, cuando estaba de guardia, fue detenido y apareció su cuerpo acribillado a balazos en una cuneta de la carretera de Cádiz-Málaga. Se había intentado dar a la fuga, argumento frecuentemente usado por los héroes de la retaguardia. Del todo plausible para una persona que en su infancia había padecido una poliomielitis que le había afectado seriamente su pie derecho.

Como ésta, la de Sánchez-Prado y demasiadas más. Injusticias, vileza, delaciones y ajustes de cuentas, con una represión sistemática y siniestra aún después de terminado oficialmente el fratricidio. Lo de los fusilamientos ahora por aquí no se lleva, pero las venganzas personales, los rencores y odios (de nuevo cuño o antiguos) persisten. A éstos no hace falta institucionalizarlos.

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