Como loritos los componentes del Gobierno repiten eso de la economía verde, azul e inteligente como clave del futuro para Ceuta. Lo hacen mientras repudian el pasado y pisotean el patrimonio que deberíamos cuidar y proteger como clave de lo que fuimos.
Lo que quedó del pabellón racionalista de las Heras ha muerto. Los últimos paseos cerca del lugar, ahora con una visión más complicada, evidencian que no queda nada de la estructura que intentó sobrevivir al desplome de lo único que se salvó del antiguo cuartel.
La dejadez del Gobierno ha permitido ese resultado. No habrá opción a salvar un bien que tenía su historia y su protección.
Temo que sucederá lo mismo con el castillo de San Amaro, cuya cartelería alertando del peligro de derrumbe parece una auténtica broma. Lo perderemos, como perdimos otros bienes patrimoniales. Lo perderemos porque el alcalde y su séquito solo saben repetir la lección bien aprendida de la economía verde, azul e inteligente con la que nos aborregan cada día.
No sé cuál será el futuro de Ceuta, tampoco creo que me vaya a dar tiempo a comprobarlo ni siquiera en el plano más inmediato. Sé lo que veo y lo que he constatado con el pasar de los años, cómo han pisoteado lo que otros nos dejaron obviando la importancia y el respeto a lo que teníamos y debíamos haber cuidado.
No podemos promover una economía inteligente si somos incapaces de aprender del pasado, de proteger el patrimonio que comprende también el cada vez más olvidado espacio natural. Aprender es comprender lo que fuimos, respetar y conservar. No lo hacemos, dejamos que una parte de la ciudad muera mientras nos afanamos en vender otro modelo de vida sin personalidad, sin marca.
Es una pena que el alcalde se sepa de memoria tantas poesías en honor a su Ceuta y sea incapaz de valorar por un momento lo que todavía se resiste a la muerte para conservarlo.