“Hay que salir de donde estamos cómodos para buscar a quien está alejado de la fe”

Tras cuatro años cómo vicario parroquial de África, el padre Andrés Muñoz se marcha. Dueño de un verbo florido, hace balance para ‘El Faro’ del momento en el que se encuentra la Iglesia Católica 'Un hombre bueno', expresión ésta utilizada en numerosas situaciones y por demasiadas personas, no siendo siempre, o peor áun, casi nunca, apropiada. Pero no es el caso que nos ocupa pues, con sólo mirar a los ojos al padre Andrés Muñoz, vicario parroquial de África y que se marcha tras cuatro años en Ceuta, uno se da cuenta de que, en esta ocasión, sí, la frase hecha es un puro reflejo de la realidad.
–¿Conocía Ceuta antes de venir a ejercer?
–Cuando llegué a mediados de septiembre del año 2009, había estado en Ceuta en tres ocasiones anteriores con motivo de alguna ordenación de algún sacerdote y también por una Semana Santa en la que fui como diácono acompañando a don Antonio Ceballos, el anterior obispo.
–¿Qué recuerda de su llegada?
–Vine con ilusión. Cuando el obispo te comunica cuál va a ser tu primer destino, siempre tienes mucha energía y también un poco de expectación. Ceuta era una ciudad para mí bastante desconocida en aquel momento y era una aventura la que iba a comenzar.
–¿Se han cumplido las expectativas?
–Se han superado con creces, para mí Ceuta ha sido un primer destino dulce, maravilloso. Me he podido desarrollar como sacerdote muy bien, la gente me ha tratado de maravilla, hemos tenido muchas pastorales, el confesionario, dirección espiritual de gente, la pastoral juvenil, las convivencias con jóvenes. Por ejemplo, yo guardo en la memoria, y siempre lo guardaré, la venida de la cruz del Papa a Ceuta, un acto que me tocó a mí organizarlo con un grupo de jóvenes y fue un momento de mucha gracia y alegría para mi persona y para los ceutíes.
–¿Considera que en Ceuta se da una manifestación más vigorosa e intensa de la fe católica que en el resto de España?
–En Ceuta los católicos tienen más claro cuál es su identidad cristiana, valoran la figura del sacerdote y a la institución de la Iglesia, a la que quieren. Pero hay que seguir caminando para profundizar, para pasar de esa identidad, que está muy clara, a una vivencia más auténtica todavía y en este tema, se puede decir que estamos siempre en camino.
–¿Cómo califica la convivencia de la Iglesia Católica con las demás instituciones religiosas de la ciudad?
–Es una buena convivencia pero hay que profundizarla, para no quedarse en lo superficial, en lo meramente institucional sino que hay que ir a la raíz de la propia convivencia. Recientemente salió publicado un artículo en 'El Faro' de mi compañero el padre Cristóbal Flor en el que hablaba con mucha claridad acerca de cómo hay que profundizar en nuestra identidad religiosa. La convivencia será cada vez mejor cuanto mejor estén y sean los cristianos, los musulmanes, los hindúes y los hebreos. Todos tenemos que vivir la fe de una manera más auténtica.
–¿En qué ha mejorado la Iglesia de África con usted como vicario parroquial?
–Lo poco que puedo haber aportado es mi presencia en la iglesia, han habido muchas personas que se han acercado a hablar conmigo, a confesarse, a contarme sus problemas. Mucha gente necesita simplemente ser escuchado y ser comprendido por alguien que le inspire confianza y muchas veces la figura del sacerdote da esto, por este motivo es importante que en la medida de nuestras posibilidades estemos mucho tiempo en las parroquias, para que cualquier persona que te necesite pueda acudir a tí y encontrarte. En otro orden de cosas, para mí ha sido muy satisfactoria la pastoral juvenil pues era un reto. Antes, en el seminario, nunca había tenido una pastoral con jóvenes pero gracias a Dios la cosa ha ido muy bien, ahora hay un grupo de jóvenes estupendos, con proyectos que ya retomará el próximo sacerdote.
–Proyectos como cuales.
–Proyectos como potenciar las catequesis de confirmación, crear un grupo de jóvenes con niños que han hecho ya la confirmación y crear también un grupo de fe con jóvenes universitarios, tres líneas importantes a seguir. Para lo primero, explico que no hay que reducir la confirmación simplemente a una catequesis sino que hay que organizar convivencias, en verano un campamento, oraciones mensuales para que los jóvenes vayan teniendo una vida de fe, una vida cristiana. No se trata tanto de comunicar unos conceptos teóricos sino de transmitir una vida de fe y eso sólo lo puede transmitir quien la tiene, el que goza de una previa experiencia de trato con el Señor, con Cristo en su iglesia, porque la fe siempre se vive en la iglesia y cuando uno sale de ella cuesta mucho vivirla.
–Dos obispos han estado en la Diócesis de Cádiz y Ceuta mientras usted ha estado en nuestra ciudad, ¿qué le gustaría decir sobre el obispo Ceballos y el obispo Zornoza?
–No hay muchas diferencias pues los dos son magníficos obispos. Guardo un recuerdo entrañable de don Antonio Ceballos, que siempre fue muy bueno, un hombre bondadoso y atento con todos. Tengo que reconocer que don Rafael me tiene cautivado por la capacidad de trabajo, el impulso que le está dando a la Diócesis, por su interés constante por la Nueva Evangelización, un concepto muy importante y que no todo el mundo lo comprende.
–¿Por qué no se asimila este concepto?
–Porque muchos cristianos lo que quieren es continuar como estaba y está claro que hay cosas que hay que mantener y cuidar pero hay que abrir las puertas con vistas al futuro y es necesario para ello que todos nos impliquemos en nuevos métodos de evangelización. Hay que estar abierto a la novedad y creo que don Rafael nos trae la novedad, la modernización de la Diócesis y ponerla a la altura de otras que están por encima de la nuestra, no porque seamos peores sino porque van a la cabeza de las novedades. Me refiero a las Diócesis de Madrid, Getafe o Valencia, por citar a algunas.
–¿En qué se caracteriza la Nueva Evangelización?
–Sobre todo por lo que dice ahora mucho el Papa Francisco, salir a la periferia existencial y geográfica, es decir, se caracteriza por un cristiano que tiene que ser misionero, salir de su entorno y de donde se siente cómodo, para buscar a aquel que se encuentra alejado de la fe. Es una movilización de los cristianos a través de muchas formas, porque hay muchos métodos y carisma y todos son válidos, pero la cuestión es que no nos quedemos quietos y encerrados sino que salgamos a la calle para manifestar nuestra alegría de haber conocido a Cristo.
–¿En qué momento se encuentra la Iglesia Católica?
–Esperanzador. El biógrafo de Benedicto XVI, Peter Seewald, hizo unas manifestaciones que me gustaron mucho, él dijo que Juan Pablo II había sido el Papa que había mantenido a flote la nave en medio de la tormenta y por eso hablaba tanto de esperanza, Benedicto XVI había sido el Papa que había arreglado los daños de la nave y había formado a la tripulación, por eso es el Papa de la fe, y que al Papa Francisco le tocaba ahora que el barco volviera ahora a surcar las naves en busca de nuevos puertos. Estamos en ese momento en la Iglesia Católica, hemos salido de una crisis de identidad muy fuerte, estamos superando temas muy graves que ocurren dentro de la Iglesia y tenemos el reto de la secularización pues escuchamos las noticias y te das cuenta de que cada vez Dios importante menos para la sociedad y precisamente muchos de los problemas que vivimos se deben a que el hombre no ha mirado a Dios y le ha dado la espalda, de modo que la misión de la Iglesia es recordar a todo el hombre que Dios está aquí, que hay que contar con Él y que con su ayuda podemos construir una sociedad con amor y no egoísta.
–¿Cómo vive un cura la corrupción ciertas personas y sectores del Vaticano?
–La Iglesia es santa porque la ha instituido nuestro Señor Jesucristo, que es el santo de los santos, pero a su vez la Iglesia está compuesta por personas que somos pecadores, entonces cuando este pecado llega a ser grave esto se vive con muchísimo dolor. Duele mucho cuando uno se entera que un ministro, un sacerdote, ha tenido una actitud delictiva, duele en el alma. Es una ocasión para espolearnos y querer ser más santos, para no buscar tanto el éxito social o la aclamación popular sino buscar la santidad y buscar hacer en todo la voluntad de Dios. Por otra parte, me causa tranquilidad el ver los Papas que hemos tenido y el que tenemos ahora; los tres que he vivido los considero los grandes santos del tiempo contemporáneo. Estamos en manos de personas humildes y que quieren servir a Dios sobre todas las cosas.
–¿Qué papel ha de jugar la Iglesia para que se recuperen los valores perdidos?
–La Iglesia tiene que hacer una labor profética o de concienciación, al igual que nosotros cuando paseamos por nuestra ciudad y escuchamos una campana, que nos da alegría, la Iglesia tiene que ser esa campana que suene para despertar las conciencias de los hombres para que salgan del egoísmo y así construir el amor, la caridad.
–¿Cuál es su destino, Padre?
–Voy a cambiar totalmente de registro, paso de una parroquia en pleno centro de Ceuta a vivir en el seminario pues voy a ser formador, voy a estar en una misión muy delicada pero muy emocionante porque supone contribuir al crecimiento humano y espiritual de los candidatos al sacerdocio. Es el seminario diocesano de San Bartolomé, en Cádiz. Tenemos una iglesia, la de Santiago, donde atenderemos a las personas también.
–¿Quien viene a Ceuta a ocupar su plaza?
–Un amigo mío, que viene de mi pueblo, San Fernando. Es el padre Ignacio Fernández de Navarrete, de la Iglesia Mayor. Él es bueno, jovial, simpático y un hombre muy preparado, formado gracias a mucho estudio. Ceuta ha tenido suerte con su nombramiento.
–Padre, le concedo la última palabra.
–Estoy muy agradecido a la ciudad de Ceuta, a todos los ceutíes, empezando por los sacerdotes que me acogieron en su día y terminando por todos los laicos, los creyentes y no creyentes, porque aquí me he sentido acogido y en familia. Dicen que el primer destino se queda grabado en el corazón y yo no he podido tener mejor destino. El haber estado en Ceuta es una muestra clarísima del amor que Dios me tiene.