Tengo la fea costumbre de leer la prensa para estar informado de lo que ocurre en mi país y en el resto del mundo. Todo lo que se publica no es información veraz y, mucho menos, que sirva para adquirir conocimiento, porque hay noticias que más que informarte, desinforman.
He leído en un periódico que el tricornio sigue, pero el bigote ha desaparecido completamente de la faz de los guardias civiles. El responsable de esta abolición, cito textualmente: “El culpable de esta transformación es, cómo no, Tejero, el picoleto más famoso de todos los tiempos”. Además, decía que el ex teniente coronel Antonio Tejero no lucía bigote por gusto o por moda, sino porque seguía a rajatabla las ordenanzas del Duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil, en lo referente a la estética de los agentes.
Hay varios tipos de periodistas, unos nos informan, es decir, nos narran las cosas tal como pasan; otros, dan la opinión de lo que cree que ha pasado y, por lo tanto, no deja de ser una simple opinión, después podemos compartir o discrepar del criterio del articulista; otra cosa es inventarse una noticia sin que exista ningún estudio que la sustente.
Los que ingresamos en la Guardia Civil antes del famoso 23-F, sabemos que a finales de los años setenta “el bigote”, no era ya una seña de identidad de los guardias civiles. No se trataba de una conspiración para acabar con el mostacho, simplemente era que la sociedad civil, esa de la que se nutre la Guardia Civil, abandonaba el bigote, porque las modas cambian y los guardias civiles son parte de la sociedad.
Ésa es la razón por la que me sorprendió que el autor hiciera “responsable” de la abolición del bigote al ex teniente coronel Tejero Molina. No se trataba de afeitarse el bigote por no parecerse a nadie, ni estar a favor o en contra de nada, porque la razón es más simple, tan simple como que las modas cambian. Sin embargo, lo que no cambia en este país, es la necesidad de buscar “los tres pies al gato” o buscar una razón política a cada cosa que ocurre por simple o sencilla que sea.
El bigote en la Guardia Civil, es obligatorio por una circular de 1844, en la que el duque de Ahumada, ordenaba a todos los guardias civiles el uso del bigote, sin permitirse ni la perilla ni la patilla y el pelo cortado a cepillo. La cartilla del Guardia Civil, aprobada por R.O. de 30 de octubre de 1879, ya contemplaba la posibilidad de llevar barba, siempre con la más esmerada policía.
Los guardias civiles fuimos los primeros en incorporarnos a la obligatoriedad de llevar bigote, porque fue casi un año después, cuando el Ministerio de la Guerra en una Real Orden en fecha 14 de agosto de 1845, obligaba a los militares de tropa el uso de bigote y los jefes y oficiales podían llevar, además, una perilla y patilla con algunas limitaciones. Al mes siguiente, otra Real Orden del Ministerio de la Guerra, prohibía en todos los cuerpos e institutos del ejército el uso de las barbas.
Los guardias civiles han dejado aparcado el bigote y llevan otras modas como los tatuajes, abundantes barbas, pendientes y otros abalorios que las grandes empresas han puesto de moda para ganar dinero. Dentro de unos años, los tatuajes, pendientes y barbas serán cosas de otros tiempos y lo moderno de hoy, sera arcaico, feo y de poco estilo y habrá una nueva moda para los jóvenes –guardias civiles o no– y éstos ya no llevarán pendientes ni tatuajes y los que se tatuaron intentarán borrarlos para no parecer más viejos e ir a la moda.
Pasará todo esto y no faltará un profesional que diga que “el responsable de esta transformación es, cómo no, Tejero, el picoleto más famoso de todos los tiempos”.