“Lleva seis meses en la cárcel por algo que no ha hecho”. Habla la esposa de uno de los detenidos en la operación llevada a cabo por la Guardia Civil en julio del pasado año, en Juan XXIII, que terminó con casi 80 kilos de hachís intervenidos. Insiste en la inocencia de su marido. Lo dibuja como una persona que estaba “en el momento y en la hora” equivocados y que, por ello, ha terminado con sus huesos en una celda de la prisión de Mendizábal de la que no sale desde hace ya seis meses.
El pasado 27 de julio, la Guardia Civil comunicaba la detención de tres personas y el decomiso de varios paquetes de hachís. La historia que había detrás de ese pase la protagonizaban un adulto y un menor a los que detuvieron recogiendo la droga y a quienes colocaron los grilletes in situ, ya que estaban junto a la mercancía que resultó ser, tras su análisis, hachís. Ya en el mar, procederían a la detención del patrón de una embarcación que, según la Benemérita, estaba vinculada con esa droga. No se le arrestó en posesión de la mercancía, ni tampoco el perro del Servicio Cinológico que inspeccionó en el puerto deportivo la cabinada, marcó la presencia reciente de hachís. No obstante, este vecino de Ceuta ingresó en prisión preventiva a la espera de un juicio para el que todavía no hay siquiera fecha. Su mujer insiste, en una entrevista con El Faro de Ceuta, en que su marido es ajeno a la comisión de ese delito. Su único error fue acercarse hacia donde estaba la Guardia Civil “por curiosidad”. Relata que acababa de salir del puerto deportivo para ir a pescar, usando un barco que le había dejado un familiar y que, de hecho, tenía que llevar después al varadero para unos arreglos. Cuando la Guardia Civil lo detuvo llevaba poco más de 2.000 euros encima. Es el dinero con el que tenía pagar ese arreglo del barco y es la misma cantidad que consta en el presupuesto que hizo el taller. Además ese día de la detención tenía cita previa en las instalaciones, como así está registrado. A ojos del Instituto Armado, en cambio, ese dinero es una prueba de su vinculación con el alijo intervenido, aunque la valoración de casi 80 kilos de droga superaría de una manera importante esa cantidad.
Los vecinos que avisaron a la Benemérita advirtiendo de que veían movimientos sospechosos indicaron que una embarcación con toldo era la que había estado en contacto con los detenidos arrojando la droga; estos a su vez hablaron de una patera. En cambio, el barco que patroneaba el protagonista de esta historia no cumple con ninguna de esas características y tampoco fue visionada por las cámaras del COS en el momento en que se localizaron los paquetes con hachís y se detuvo a los receptores.
La esposa mantiene que le han detenido solo porque “pasó por ahí”, sin que se haya demostrado que conoce a los otros dos arrestados y sin que haya tenido contacto con la droga.
Su abogado ha solicitado en varias ocasiones la puesta en libertad, trámite que no ha sido atendido en estos seis meses que lleva entre rejas. Considera que las declaraciones de los agentes estuvieron plagadas de contradicciones, pero han terminado vinculándolo con este pase de drogas. La esposa se enteró del arresto al encontrar a su marido en el CAS, ya detenido y esposado. Mantiene que es inocente y que nadie le ha visto ni en contacto con el hachís ni arrojándolo al mar para su recogida. Las semanas pasan sin que haya novedad en una historia en la que lo sitúan como una mera cabeza de turco.
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