Sembrado, como siempre, estuvo este jueves mi buen amigo Vicente Álvarez en su popular tira diaria de ‘Pepe Caballa y la Pavana’, a la que viene dando vida desde hace ya más de dos décadas. Con su peculiar ingenio, Vicente acierta poner el dedo en la llaga de la problemática local con su aguzada pincelada de humor, incidiendo tantas veces en lo que una gran mayoría de los ceutíes piensa, lamenta o calla en su rabia interior.
“¡No quiero parecer insolidario ni egoísta, pero con el asunto de los MENA y lasistencia’ sanitaria a extranjeros estamo hasiendo er canelo”, se lamenta, cariacontecido y absorto, el bueno de Pepe mientras la Pavana y el Cabo Loco, indignados, quieren ir más lejos en la coloquial locución verbal que irrumpe de los labios de su compañero.
En medio de la grave crisis económica que padecemos, la sangría que suponen dos desaforados hechos fronterizos es una arbitrariedad a considerar de una vez por todas. La demanda de asistencia de marroquíes hacia el Hospital Universitario es cada vez más fuerte en todos los ámbitos. Sería muy interesante conocer un pormenorizado estudio al respecto. Por supuesto que por razones humanitarias, de vecindad y de solidaridad, esas personas son merecedoras de ser atendidas, pero en justa compensación debería existir un acuerdo con Marruecos para que su gobierno devengara los gastos generados por los servicios sanitarios prestados a sus ciudadanos, como sucede entre tantos países. Y en el otro extremo del alambre de las siempre complicadas relaciones hispano marroquíes, el problema de los MENA con sus implicaciones para las debilitadísimas arcas de la ciudad. Ahí están esos 180 menores acogidos, un 80 por ciento de ellos marroquíes sin posibilidad alguna de devolución a su país o de traslado a centros peninsulares. De nada vale identificar a sus familias, que las tienen. De hecho vienen a visitarles, o bien se marchan con ellas llegadas ciertas festividades, retornando después a la ciudad.
Se lamentaba, en febrero, la portavoz del Gobierno local por el incremento de estos menores marroquíes en un 53 por ciento, cuando el Estado había recortado en un 50 por ciento la subvención correspondiente. Tres meses después se hablaba de un proyectado nuevo centro de acogida que costaría unos 5 millones de euros, cuando la cifra de menores se había triplicado con respecto a 2008.
No están los tiempos para tales dispendios ni muchísimo menos. De ahí que, tras decretar la Fiscalía el obligado desalojo del centro de San Antonio, los menores, a falta de otras alternativas urgentes y viables, deban ser trasladados al albergue de Hadú, ante la oposición de los vecinos que amenazan con fuertes movilizaciones de consumarse el hecho. Eso y los temores por el efecto llamada que la apertura del nuevo centro causaría en Marruecos, posibilidad que ya advertía meses atrás UGT.
“Los niños que tienen sus padres en una situación estable en Marruecos, evidentemente tienen que estar con ellos”, como buen dijo el Defensor del Pueblo Andaluz. Los hay. Muchos. ¿Pero cómo? Una vez en Ceuta, Marruecos no acepta ninguna repatriación al considerar la ciudad como suya. Y aún más, en julio de 2007, España y Marruecos firmaban un acuerdo para agilizar esas repatriaciones para las que el país vecino no ha dado ni un solo paso al frente.
En esas estamos, y por mucha “absoluta receptividad, sensibilización y comprensión” por parte del responsable ministerial de Asuntos Sociales que gobierno ceutí asegura haber apreciado en Madrid, el problema es serio con ese más de un millón de euros que dejó de aportar su momento el ejecutivo de Zapatero. No se trata sólo de recuperar tal cantidad sino aumentarla ante la dimensión que ofrece un problema que, si por ley es de la Ciudad, por su condición migratoria debe atender también la Administración Central.
Dos cuestiones, los MENA y la Sanidad, que debería abordar con entereza el nuevo gobierno, en una cualquiera de las posibles cumbres bilaterales al más alto nivel entre España y Marruecos, proyectadas tras la visita de Rajoy a vecino país y ausentes ya desde 2008. Claro que si tal y como ha asegurado Saeedín al Otmani, el ministro de Exteriores aluita, “entre los dos gobiernos recientemente elegidos no hay problemas”, pues apaga y vámonos.
Total, Pepe, que me temo que seguiremos y seguiremos “haciendo el canelo”. Al tiempo.