Hablo con mi amigo Javier, veterinario de la Administración General del Estado. Me dice que el coronavirus tiene un gran enemigo, el rayo ultravioleta. Para Javier, los rayos ultravioleta de los próximos meses, que en España alcanzan gran intensidad, nos devolverán a la vida. Mi amigo veterinario es optimista y nos da esperanza. Pero está triste por el trato que el Gobierno de coalición está dando a la profesión veterinaria. Le recuerdo que en asuntos de gran "trascendencia y repercusión" el Gobierno está obligado a consultar al Consejo de Estado, según ordena la Constitución y la ley del órgano consultivo (artículo 21.9). Le digo que si el presidente del Consejo General de la Abogacía es "miembro nato" del supremo órgano consultivo del Gobierno, el Consejo de Estado debería contar también con un representante de los veterinarios, máxime en la actual crisis sanitaria. Javier me sonríe y termina un poco brusco la conversación, pues tiene que inspeccionar los alimentos y animales que llegan a puerto: "Estaría bien, así el Gobierno sabrá que los veterinarios de todas las generaciones hemos prevenido, tratado y erradicado las infecciones y zoonosis desde hace cientos de años; en España, desde que en 1917 el Rey Don Alfonso XIII creó el Cuerpo de Veterinarios".