El Defensor del Pueblo en funciones ha tenido que salir a la palestra para poner orden (o al menos intentarlo) en este mundo caótico en el que parece que hay apuestas por ver quién es el que dice la mayor de las burradas. Ha alertado sobre los mensajes xenófobos y radicales, en este caso concreto sobre los MENA, y ha pedido que exista un control sobre los mismos. Que tenga que salir el Defensor a pedir algo básico ya demuestra en qué nos hemos convertido. Porque después de escuchar auténticas aberraciones, por cierto falsas, ha tenido que exigir un 'basta ya' que nosotros, como sociedad, no hemos sido capaces de hacerlo. Eso es lo triste, que sean otros los que nos dicen que nos hemos pasado de los límites y que nos den un toque de atención para que el camino vuelva a ser medianamente recto.
Los filibusteros del siglo XXI saben perfectamente que mienten. Son piratas del lenguaje, malas personas, artistas de las mentiras. Se mueven sobre terrenos pantanosos a los que arrastran a la gente con falsos tantos por ciento, estadísticas crueles apoyadas en experiencias aisladas que las convierten en comunes. Así es como arrastran a la gente y así son capaces de acusar de terroristas y violadores a quienes no lo son. Y nadie actúa, solo el Defensor busca mediar en un intento a la desesperada, los demás callan. No he visto a nadie del ámbito judicial aclarar que la libertad de expresión tiene un límite y que nadie disfrazado de orador es más que cualquiera de nosotros y por tanto está bendecido con el derecho a decir lo que le venga en gana. ¿Se imagina que usted diera una conferencia para soltar la primera gran burrada que le asoma por la cabeza? Aquí somos capaces de llevar a la Fiscalía unos rumores, pero existe un pacto de silencio para dejar pasar las mayores aberraciones dignas de sanción judicial.
No, esto no es un juego ni es un mundo en el que las permisividades sean coto de algunos intocables.
Ha tenido que hablar el Defensor mientras los demás callan sin dar importancia a las alocadas alusiones de quienes son monstruos de la mentira, se creen dueños de los sentimientos y terminarán buscando dominar hasta su modo de proceder. Tiempo al tiempo. Las consecuencias ya las estamos viendo en una forma incipiente que da miedo.