La esperábamos para dentro de unos pocos días, pero se conoce que ha tenido prisa en unirse a nosotros, a su familia, y a todos nos ha encantado porque está muy bien y es muy guapa.
Tengan la seguridad de que no me dejo llevar por la pasión, aunque si éste fuera el caso sería totalmente disculpable. Ha nacido en Ginebra y es suiza por los cuatro costados pero se le nota, en las fotografías que me han enviado, que tiene un “algo” de español. Quizás sean apreciaciones mías exclusivamente y por tanto algo interesadas, pero el tiempo nos lo irá diciendo aunque se va a criar y vivirá en Suiza. Comprendo que es algo de deseo familiar pero no deja de gustarme esa idea que me he formado; para eso es mi biznieta, digo yo.
Como es natural, concedo ese mismo privilegio a todos aquellos bisabuelos que hayan recibido, recientemente, a una biznieta o estén a punto de recibirla. No es cuestión de competencia entre nosotros sino de alegría grande por la llegada, a la familia. de una nueva criatura. ¡Cómo crecen las ilusiones con el nacimiento de una criatura! No importa la lejanía física y tampoco la diferencia de edad, sino la grandeza del nacimiento de una criatura a la que se la esperaba, con ilusión, desde hacía unos meses. Tal vez haya quienes no piensen así y prefieran que no haya nacimientos en la familia. A mi me causa pena que haya quienes no quieren nacimientos y prefieren vivir en una soledad que no es lo más aconsejable para entender debidamente la cuestión familiar.
Se ha escrito y hablado mucho sobre la cuestión de la fecundación humana. Se esgrimen razonamientos a favor de la anticoncepción y hay campañas, con manifestaciones callejeras, que tratan de reforzar sus argumentos en base a la libertad personal que debe reconocerse a toda persona para que actúe como mejor le parezca y dejando en último término a la criatura que ya ha iniciado su proceso vital en el seno materno. No me planteo aquí y ahora discutir ese tema que ya lo viene siendo en los foros competentes, sino que simplemente causa una gran alegría, infinita cabe decir, el nacimiento de una biznieta, que es la primera mujer en la serie de mis biznietos donde hay cuatro y otro que esperamos nazca, en Londres, a mediados de Agosto.
Es un signo de los tiempos la dispersión de las familias. Aquél ambiente familiar que discurría en torno a un pueblo ya ha desaparecido casi totalmente y raro es conocer en profundidad el ambiente de aquél lugar donde se configuró ‘la familia’ a lo largo de los años. Cada día es más frecuente que los miembros de la familia tengan que trabajar fuera del país en que nacieron y se formaron. No se pierde el contacto con ellos porque los sistemas de comunicaciones y de transportes se han multiplicado y mejorado, pero sigue resultando extraño tener a unos nietos,con sus hijos, en Ecuador, a otros en Suiza e Inglaterra y hasta uno soltero en la República Checa. El que ahora me haya nacido una biznieta en Ginebra me hace sentirme más del mundo, más amigo de mucha más gente de otros países.
En éste mundo, donde hay tanta tragedia y temor de que pueda hacerse más extenso ese panorama, por el destrozo humano que se viene haciendo en él, es sobrecogedor por la tragedia humana que hay en su seno. ¿Cómo se puede hablar a esa sufrida gente de la importancia de la familia y de la alegría que supone el nacimiento de una biznieta en Suiza? Es triste que las cosas estén. sucediendo así y me duele que el nacimiento de una criatura no se considere como un motivo de gran alegría y de ilusiones para su futuro.