La Guardia Civil interceptó la pasada madrugada a varios inmigrantes magrebíes que pretendían alcanzar el ‘Passió per Formentera’ de Balearia, para colarse en su interior y emprender así ruta clandestina de Ceuta a Algeciras... y a la península. La intervención se llevó a cabo a las 4.00 horas, cuando los componentes del Instituto Armado detectaron la presencia del grupo, abortando la posibilidad de que alcanzaran la meta. Y es que la ruta siempre está bien definida: se reúnen en el entorno de una cafetería del puerto para llegar a nado hasta el atraque del buque. En el momento en que se abren las compuertas es cuando los inmigrantes aprovechan para colarse.
Cada noche la Guardia Civil monta un dispositivo especial de control en la zona. El objetivo es ese: que los marroquíes o argelinos no entren en los ferry. Buscan hacerlo de esta manera, pero también agarrándose a unas plataformas, poniendo en grave peligro sus vidas porque pueden caer al agua en plena travesía.
Estos jóvenes interceptados no iban con trajes de neopreno, sino con sus propias prendas de vestir, enfrentándose al frío en ese afán por llegar hasta el buque.
Dentro del barco se encontró a un inmigrante que se había colado por el techo
Es la forma de alcanzar el ‘Passió’, para el ‘Milenium Dos’ usan otras: colocarse en medio de los patines usando una escalera artesanal o colocándose cerca de los motores. Los guardias civiles rastrean los bajos de los barcos para intentar localizarles visualmente antes de que puedan cumplir su cometido, registrando los bajos del muelle. Y a pesar de ese control, cada fin de semana hay escapadas de inmigrantes, bien en barcos o bien en camiones. El pasado desaparecieron 12 menores y otros tantos adultos. Son protagonistas de un efecto llamada que no cesa y que lleva a que el puerto se convierta en el lugar idóneo para cruzar a la península.
Pero no todos lo hacen así. Hay quienes buscan otras alternativas que consiguen sorprender todavía a las fuerzas de seguridad. El lunes se detuvo a un residente del CETI que había conseguido entrar en el ferry y se había escondido en la bodega, detrás de un vehículo. Cuando los trabajadores le pidieron su billete, no lo tenía. Tampoco portaba documentación más allá de la tarjeta del CETI. Bien vestido, confesó que se había colado por el techo de la estación marítima, consiguiendo entrar en el barco. Por poco no logró su meta.
Es el día a día en el recinto portuario, un bucle del que resulta muy complicado encontrar una solución final.
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