Al igual que las malas gestiones de los mandos cobran protagonismo mediático, es justo también destacar la labor de esos otros mandos que han sabido sencillamente serlo. Y en ese grupo se incluye la figura del coronel de la Guardia Civil Ramón Cortes a quien ayer despidieron en un acto celebrado en el Hotel Parador Muralla. La llegada de Cortes al cuartelillo de Hadú venía marcado por unos precedentes complicados: había unidades como la del Servicio Marítimo que no funcionaban, mandos y guardias protagonizaban uno de los momentos de mayor enfrentamiento que ha vivido el Cuerpo y la AUGC había terminado judicializando su actuación crítica contra la dirección, representada en Ceuta por el teniente coronel. Al final los resultados no eran los que debían y las cazas de brujas estaban a la orden del día. Con este papelón era difícil poner orden en el Instituto Armado, por eso más de uno estaba expectante ante la forma de proceder que iba a tener el ‘recién llegado’.
Lo bueno que ha tenido el coronel es que ha sabido dar ejemplo y ha sabido mandar. Con esas actitudes los que tienes por debajo van a seguir el mismo comportamiento y les vas a poder exigir porque saben que su jefe da la talla. En un país de sinvergüenzas o de borrachos ¿cómo pedir que el de abajo no se tome sus copas o no se prodigue en bajas ficticias que terminan anulando la operatividad de un servicio?, ¿cómo pretender que los servicios de información funcionen debidamente si los han utilizado para otros menesteres?, ¿cómo hablar de conciliación de vida familiar y laboral o de progresismo cuando se están adoptando posturas de otras épocas y mentalidades?
Durante el mando de Cortes se han dictado múltiples correctivos a guardias, quizá hasta más que en la época de Guitard Banet, pero curiosamente no ha habido quejas de la AUGC ni ha existido un corporativismo malsano. La conclusión creo que es clara. Por eso quizá la gente que ayer acudió al Muralla para participar en la despedida a Ramón Cortes lo hizo por querencia, por mostrar agradecimiento y no por quedar bien o salir en la foto. Los discursos, cuando son emocionados y sentidos, se notan.
El nuevo mando del Cuerpo, el teniente coronel Andrés López, tiene ahora el cometido de mantener la Comandancia igual de viva. Y no puede decir que desconoce cuales son los frutos de una balanza en la que pesan más los aciertos que los errores. Ahora todo depende del platillo que uno quiera elegir. Bajo su batuta está el funcionamiento de la Benemérita.