Quizá estemos en el camino de la solución a este problema llamado “Crisis” y parece que este vendrá de nuevo de la mano de los griegos, que como digo en el enunciado es cuna de la democracia. Y porqué digo esto, pues sencillamente, por el órdago que se ha marcado el señor Papandreu, quien al parecer lleva en sus genes el arte de interpretar lo que es una democracia, sobre todo si queremos hacer el esfuerzo por pensar, que lo que este pretendía era poner en manos del pueblo soberano una decisión que desde luego va a incidir directamente sobre el conjunto de los griegos como nación.
Visto de esa manera parece un gesto de suprema democracia, pero no nos engañemos, no lo es, pues de haber presidido esa intención en la mente del primer ministro griego, lo normal hubiera sido que primero dimitiera de su cargo, reconociendo su incapacidad para cumplir con el mandato que le otorgó el pueblo en el 2009, y a continuación convocara unas elecciones que permitieran, ahí si, que los griegos decidieran realmente sobre su futuro político. Evidentemente el referéndum solo era la excusa cobarde con la que trasladar al conjunto de la nación, la responsabilidad por las consecuencias que, derivadas de la incompetencia, mentiras y falsedades de la clase política dominante y del actual gobierno, tendrán que soportar la gran mayoría de los griegos.
Ahora bien queda claro que ese ejercicio de verdadera democracia y no de manipulación “democrática”, poco o nada gusta a la casta política de aquellos países, tan duchos en el arte de mentir a sus ciudadanos, pues el poder es el poder y aquí de lo que se trata es de que dando la apariencia de que algo cambia, no cambie nada. Es cierto que Grecia mintió deliberadamente, falseando sus cuentas cuando entró en la zona euro, pero no es menos cierto que tampoco nadie le pidió cuentas cuando descubrieron el pastel y de esto hace ya mas de diez años, todo lo contrario, tal falsedad fue vista como un pingüe negocio por parte de las elites financiera europeas, especialmente por la alemana y francesa, cuyos bancos vieron en la necesidad de endeudamiento griego, una magnífica forma de obtener suculentos beneficios. Y así se han mantenido, hasta que la actual crisis y el repliegue de capitales han dejado a la estrafalaria casta política griega, sin capacidad para hacer frente a sus descomunales obligaciones económicas, haciendo quebrar al estado y generando unos tremendos desequilibrios financieros que no solo hacen temblar a las economías mas fuertes de Europa, sino que están llevando al borde de la quiebra a otras que, como la española, durante todos estos años se han dedicado a especular, al amparo del calorcillo de la zona euro, con un dinero que ni siquiera era suyo.
Y lo peor de todo no es en donde andamos metidos, lo peor es que a nadie le importa, aquí aceptamos todo lo que nos echen como si de lo mas natural se tratara, y es conveniente que la gente entienda, que todo este tinglado tragicómico en el que anda metida Europa, es un capítulo mas de los orquestados por los grandes grupos financieros, quienes necesitan de la alarma de los mercados y de la preocupación de los ciudadanos para que asumamos como de lo mas necesario y urgente todos los recortes que se precisan para estabilizar sus cuentas, pues sin obviar la necesidad imperiosa de racionalizar el gasto generado por la clase de políticos manirrotos que nos ha tocado en suerte, en ningún caso estos tijeretazos deben ir sistemáticamente dirigidos contra el estado del bienestar, sino mas bien contra toda la red de privilegios que ellos mismos se han creado.
Lo que a pocos o a ninguno ya se les escapa a estas alturas, es que nos esperan años duros, eso lo reconoce ya hasta el mas optimista de los políticos, tanto el que sale como el que entra. Habrá quizá que empezar a tirar de los manuales de historia para buscar algún precedente que se asimile en alguna medida a lo que hoy nos esta tocando vivir, para ver si algunos ejemplos, como el de Roosvelt y su New Deal, ilustran las mentes de nuestros atribulados políticos y aportan algo de “sapiencia” a su quehacer al frente de las instituciones del estado, pues de no ser así y teniendo en cuenta en manos de quienes estamos, apañados vamos.