Como ya hace un buen número de años, lo que ocurre con las decisiones que toman esos Señores llamados Políticos, no dejan de sorprendernos. Los ciudadanos observamos atónitos las formas que utilizan los citados para convencer, sin conseguirlo, que su democracia carezca de utilidad para el pueblo. Aunque muchos saldrán beneficiados por éstas peripecias que acarician grandes perdedores, porque estas actitudes sólo generan perplejidad en la mayoría de la población, la mayoría no silenciosa, siente el cabreo y la desidia como principal argumento.
Desgraciadamente, esa actitud no sólo acaece a nivel local y como se puede apreciar, es a nivel general en toda la geografía Española. Para colmo, son espectadores directos de pactos incomprensibles y que llevan al personal a no creer en sus dirigentes, lo que ocasiona, como principal objeción, el no acudir a votar cuando los citan a ejercer ese derecho, cada vez más incrédulo. Y es que muchos de ellos no poseen ni siquiera el Graduado Escolar. Pero ese detalle no parece ser decisorio para ejercer un puesto cargado de responsabilidad, como es la toma de decisiones que afectarán especialmente al buen funcionamiento de las Instituciones.
Es conocido por todos el coste que genera, especialmente en esta Ciudad, enviar a sus hijos a estudiar a la Península, necesidad que últimamente ha bajado por la creación de distintas carreras que ahora se pueden realizar en nuestra ciudad pero que a muchos padres les cuestan varios miles de euros. Existirán becas que palien estos gastos que asolan la economía familiar pero que es un derecho que no les asiste a todos. Es una mentalidad que prolifera en unos progenitores consecuentes y que buscan el mejor futuro para sus hijos. Se desconoce si esta postura se podría generalizar hacia otros que buscan el que, el día de mañana, puedan ser colocados gracias a su influencia o a un enchufe del que todos conocemos y del que la mayoría critica. Las cosas se hacen sin que haya una premisa o una intervención de alguien para que pueda frenar éste maremagnum de vicisitudes contradictorias y que los desesperados contribuyentes admiten porque no tienen otra salida.
Por todas estas circunstancias que no busca ser crítica y sí ser resolutiva, donde como queda claro todo seguirá como hasta ahora, no se considera necesario seguir con este escrito por lo ya expresado, aunque si permanece expectante por el devenir de perspectivas nada ilusionantes porque si hay algún cambio, seguramente será a peor. Desde esa visión que en nada beneficia a los ciudadanos, solo queda decir “Gracias por nada”.