Categorías: Sucesos y Seguridad

“Gracias a Dios, gracias Dios mío que yo no me monté en ese autobús”

Los turistas que quedaron en Ceuta desconocían el estado de sus compañeros a los que habían despedido esa misma mañana tras optar por no participar en la ruta turística ofrecida a Tetuán. Miraba al cielo dando gracias a Dios porque en la mañana de ayer, “no sé bien por qué”, decidió quedarse en Ceuta y no acompañar a sus tres amigas de crucero que optaron por marchar a Tetuán. De regreso al Funchal, con una botella de agua mineral en la mano, se topaba con la cruda realidad de la que, afortunadamente, ella había escapado. “Gracias a Dios, gracias Dios mío”, exclamaba entre sollozos. Como ella otros tantos turistas habían optado por quedarse en Ceuta, efectuar aquí sus compras o aprovechar la mañana para conocer la última ciudad que aparecía en una ruta crucerística que había comenzado en Lisboa hacía cuatro días. Esta es la tercera vez que el Funchal visita la ciudad en lo que va de verano y había atracado previamente en Málaga y Gibraltar. Ahora tocaba Ceuta, en donde se incluía una escapada a Tetuán para los más movidos. Y fueron muchos, casi doscientos, los que quisieron ocupar alguno de esos cinco autobuses que habían cruzado la frontera esa mañana y que terminarían protagonizando la mortal travesía. El testimonio de esta mujer se repetía en varios casos más. Eran las primeras impresiones, en el Muelle España, ofrecidas por aquellos turistas que conocían la noticia del accidente por boca de los periodistas que llegaban a puerto de forma gradual.
“Nosotros no sabemos mucho, que ha habido un accidente, con muertos... no sé si los conocía porque no sabemos la identidad. Nosotros nos quedamos aquí”, apuntaba un matrimonio, con su hijo de corta edad, naturales de Lisboa que, como tantos otros compatriotas, habían decidido a última hora no emprender viaje turístico a Marruecos. Otra señora, de unos 50 años, permanecía sentada a su lado, intentando comprender lo sucedido. También sus compañeras habían marchado a Tetuán. Una de ellas, además, con una hija. “No sé, pero qué ha pasado”, preguntaba. Ella se había quedado en Ceuta sencillamente porque ya conocía Marruecos de anteriores viajes. Ahora, intranquila, esperaba la información sobre el paradero de sus compañeras. “Nos despedimos esta mañana, ellas querían conocer Marruecos antes de irnos de regreso a Lisboa”, indicaba.
Un regreso previsto para las 13.00 horas pero que se tuvo que suspender tras lo ocurrido, debido a que el capitán había partido a Marruecos para conocer el estado de los heridos y obtener información de primera mano sobre las personas fallecidas.
Mientras hombres, mujeres, ancianas y algunos niños iban llegando de manera gradual hasta el Muelle España descendiendo de los autobuses que habían protagonizado la mortal travesía. Los trabajadores del crucero iban asistiéndoles, preguntándoles uno a uno sobre su estado. In situ todo el operativo activado: 061, Cruz Roja, Protección Civil y miembros de las distintas fuerzas de seguridad. Los primeros atendiendo a los heridos, diez en total, y valorando quién debía ser trasladado al Hospital Universitario o al Centro de Salud Número II situado en Otero. Jesús Lopera, director territorial de Ingesa, avanzaba que ninguno de ellos estaba grave como para que su vida peligrara. Sí había, en cambio, casos de traumatismos importantes que requerían ingreso hospitalario. Hasta Loma Colmenar llegaron 21 personas. La asistencia psicológica tampoco faltó y fue incluso una de las más requeridas en unos momentos en los que la falta de información era precisamente la nota más relevante. Los turistas del crucero querían saber los nombres de los fallecidos porque entre los turistas de regreso no se encontraban sus amigos o sus conocidos. Buscaban consuelo y esas palabras requeridas en momentos de tragedia que intentaban ser aportadas por todos los profesionales desplegados. “Iba a Tetuán, y quedó mirando a Ceuta” El guía de uno de los autobuses que seguían al accidentado.
El guía que iba en el segundo autobús presenció, desde la distancia, lo que sucedió: “Fue en una cuesta abajo llamada ‘Rifienne’. El autobús perdió el control y comenzó a dar bandazos. Finalmente, cruzó al otro lado de la carretera, en sentido contrario, dio la vuelta y volcó por el barranco. Quedó mirando a Ceuta, cuando en el viaje iba hacia Tetuán, tal fue el accidente”. Cuenta que las autoridades marroquíes se acercaron hasta el lugar, incluido el prefecto(jefe de policía) de Tetuán, y que tanto los locales como los de otros autobuses se afanaron a ayudar. “Intentamos sacar a todos los vivos que pudimos; los muertos no, eso era competencia de las autoridades”, relató este guía turístico en cuyas ropas aún llevaba las manchas de sangre.

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