‘Filomena’ ha hecho de las suyas en Ceuta. Pero en el caso de la Audiencia, cuya sede se encuentra ubicada en el edificio Ceuta Center, tan solo ha colaborado en causar daños en forma de goteras, filtraciones y hasta desprendimientos de techado. Y es que el origen de los desperfectos que se producen en la sede del máximo órgano judicial en la ciudad se basa más en la dejación enquistada que sufren todos los trabajadores, sin diferencia alguna. Lo que ha hecho ‘Filomena’ es, simplemente, sacarlos de nuevo a la luz.
Y es que llegar a tu centro de trabajo y no poder cumplir con la jornada debido a las goteras y los perjuicios de las mismas se ha convertido en algo habitual en esta infraestructura compartida por la Audiencia, los juzgados de lo Penal y las distintas salas de los funcionarios que prestan servicio.
Las imágenes hablan por sí solas: agua que cae sobre los aparatos informáticos lo que pone en riesgo al trabajador y al equipo del que disfruta. Techos que ceden por las continuas filtraciones y que podían haber provocado una desgracia al caer sobre una zona de tránsito peatonal, como ha sucedido en las escaleras que conducen a esta planta.
No hay dinero para solventar estos desperfectos pero sí para disponer de infraestructuras cuya utilidad es al menos cuestionable: pantallas informativas, paneles con avisos que no son de gran utilidad… Ante ese canto a la modernidad judicial siguen los problemas de siempre: goteras, filtraciones, humedades... Problemas que no se arreglan y que se repiten de manera constante.
La Ciudad, encargada de mantener el edificio, y el Ministerio Justicia, cuyo cometido es velar por dotaciones adecuadas hacen aguas, nunca mejor dicho. Se evidencia además un claro atentado al mínimo respeto a la salvaguarda de la integridad física de quienes prestan aquí servicio. El trabajo se hace entre papeleras que recogen la caída del agua, ordenadores tapados con bolsas de basura y ese malestar creciente por ver cómo la historia –la mala- se vuelve a repetir. Esta vez ‘Filomena’ lo ha hecho posible, pero no la culpen a ella. Hay mar de fondo en unas instalaciones en las que se acumulan los culebrones. El de los ascensores se perdió en el olvido, pero el de las filtraciones sigue.