El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, se ha olvidado de Ceuta (y de Melilla) en el Real Decreto que regula la concesión directa de subvenciones, cerca de 53 millones de euros, a las autonomías para “financiar la prestación de una ayuda económica directa a las personas beneficiarias del régimen de protección temporal afectadas por el conflicto en Ucrania que carezcan de recursos económicos suficientes”.
No se trata solo de un patinazo político, que también, sino de un desliz que tiene perjudicados directos en la ciudad, donde el número de refugiados ucranianos no llega a diez, entre ellos menores de edad, que en algunos casos se están viendo desamparados en medio de la burocracia y las distintas administraciones por muchas que fuesen sus promesas de acogida digna.
El de Oksana Berezhna es un caso paradigmático de ello. Huyó de Jarkov junto a sus tres hijos de corta edad el 23 de febrero y llegó a Ceuta el pasado 18 de marzo. Pudieron empadronarse y acceder a cobertura sanitaria. Los niños han sido escolarizados, pero sus posibilidades de subsistir se han ido limitando hasta estrangularlas por pegas administrativas.
No tienen derecho, por muy residentes que sean, a las bonificaciones en el transporte. Tampoco al Ingreso Mínimo Vital. De entrada desde la Ciudad se les denegó cualquier ayuda al alquiler porque la madre carecía de ingresos, aunque al final se le concedió una durante un año que le permitió, a su vez, recibir apoyo para sufragar el arrendamiento de una casa.
La alegría dura poco en casa del refugiado en Ceuta: en dos meses, después de cambiar de colegio a los pequeños para que acudiesen al más cercano a su vivienda y firmar el contrato correspondiente, la Consejería de Asuntos Sociales ha comunicado a Berezhna que se quedará sin las dos ayudas que se le habían concedido y, por lo tanto, de nuevo absolutamente a la intemperie salvo por el respaldo que recibe de amigos locales. Los políticos prometen buscar soluciones, pero de momento sin resultado concreto alguno.
Maribel Lorente, a la que Oksana trata de madre tras integrarse en su familia durante 13 años como huérfana, ha remitido a Escrivá una carta en la que denuncia la “sorprendente” exclusión de las ciudades autónomas del programa de ayudas y explica al ministro que “hemos realizado infinidad de gestiones para poder acceder a algún tipo de ayuda que permita a esta familia sostenerse económicamente aunque, en primer lugar, me gustaría señalar el interés de la madre por ser suficiente económicamente: tuvo un contrato de trabajo, con una jornada a tiempo parcial bastante reducida y con una duración de apenas mes y medio que finalizó en junio, desde cuando no ha podido conseguir un nuevo empleo”.
“Ciudadanos de segunda”
“A fecha del día de hoy, transcurridos seis meses desde su llegada a nuestra ciudad, estas personas se encuentran desatendidas por la Administración, lo cual contradice la tan manida defensa de nuestro Estado de bienestar; pero, y lo cual es aún peor, se encuentran con que no les va a ser posible acceder a las ayudas fijadas por el Estado para sus compatriotas, por un error sorprendente y que además nos lleva a nosotros, los habitantes de Ceuta, a considerarnos como españoles de segunda”, ha reprochado Lorente a Escrivá.
Su misiva termina “rogando” al ministro “que a la mayor brevedad posible, en el próximo Consejo de ministros, tengan a bien rectificar el Real Decreto publicado, estableciendo la posibilidad de que las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, puedan acceder también a las subvenciones directas, con destino a los ucranianos beneficiarios del régimen de protección temporal cuyos recursos no sean suficientes para disponer de un mínimo vital que garantice su subsistencia”.
Claro normal, de estos no trinca nadie.
Para unos hay millones...para otros, nada. La diferencia es obvia...
Es que no son de África y tienen menos derechos. Allí sí hay guerra; en Marruecos, no.