La Delegación del Gobierno difundió ayer la imagen de la delegada, Salvadora Mateos, vacunándose contra la covid-19. Lo hizo porque le toca por el cupo de edad -mayores de 70- y desde la administración de la plaza de los Reyes se consideró que había que publicitarlo. Ha sido una decisión correcta, precisamente para acallar la rumorología y los comentarios suscitados a raíz de lo ocurrido en toda España con políticos que se han saltado el protocolo. En Ceuta hemos tenido incluso una dimisión, la del exconsejero de Sanidad, Javier Guerrero, a lo que se suma la apertura de una investigación tras la denuncia de los partidos políticos que ha derivado en la intervención de la Fiscalía. No hay nada que ocultar. Mateos lo ha sabido. Le ha tocado por edad y se ha vacunado. Era lo oportuno y lo necesario. Si Guerrero hubiera dado ese mismo paso, quizá no se hubiera generado la polémica que terminó con su puesto de trabajo. Lo mismo ocurre con otros casos que se van conociendo, que no han tenido la publicidad obligada. En el caso de Jesús Lopera ni siquiera ha comparecido para dar todas las explicaciones que debe, sobre todo cuando algunos sindicatos han reclamado su cese y en el ámbito político también se han exigido datos.