Todo el día circulando. De sol a sol. 24 horas de servicio allá donde alguien necesite un coche. Profesiones complicadas hay muchas, pero si hay una que encara jornadas maratonianas, soporta las interminables colas de la Frontera, se enfrenta en solitario a posibles agresiones y sufre la amenaza de la competencia desleal, esa es la del taxista. Una lucha diaria que termina cuando el conductor cumple la jornada y vuelve a su hogar. El equipo de ‘Faro TV’ toma asiento en este transporte público para conocer cómo es el día a día de un taxista.
El taxista debe reunir altas dosis de psicología y paciencia. “El cliente si te responde sí o no... Es que no quiere hablar. Oye, que está en su derecho, yo me callo y ya está. Pero si el cliente te sigue la conversación, le das palique. Nada más que de la forma que se monta, yo lo intuyo. Muchos años ya en el taxi (17)”, confiesa con gracejo David Pérez, encargado de Radio-Taxi. Sus vivencias son innumerables, incluida alguna que otra situación embarazosa entre tortolitos. “Yo levanto el retrovisor delantero y no quiero saber nada”, bromea.
Pese a los momentos hilarantes, la vida al volante es dura. “Tienes que recaudar un mínimo para cubrir los gastos diarios y, si lo incrementas, mejor, porque a final de mes tienes que pagar. Al Ayuntamiento o a Hacienda les da igual si tienes o no tienes. Ellos quieren que pagues”, explicó Pérez. Para eso, hay que hacer horas. “No tenemos un sueldo fijo. Mi mujer, o la suya, le dice ‘chiquillo vámonos a la playa’. Y nosotros, ese día, no podemos”, puso como ejemplo José Luis Mercado, presidente de Radio-Taxi.
Un sambenito que arrastra el gremio es el del exceso de velocidad y los vicios en la conducción. “Nosotros no es que corramos, es que fluimos. Muchas veces, si vamos más ligero, es por el cliente. Intentas ir una chispita más acelerado para que el usuario esté más relajado porque no deja de mirar el taxímetro”, argumentó Pérez. Como indicó una señora a bordo de su taxi, el número 26, “cuando nos encontramos un corte de circulación molesta, sobre todo al bolsillo”. Aunque tampoco resulta insólito que los carriles acaben ocupados por los padres que acuden a recoger a sus hijos “a la misma puerta del colegio” y, esa práctica, ralentice el tráfico rodado.
En el Muelle Alfau se encuentra la centralita de Radio-Taxi, centro neurálgico desde el que el teleoperador reparte las carreras y en el que trabajan personas con una discapacidad igual o superior al 33 por ciento. La emisora cuenta con tres números de teléfono disponibles: 956 51 54 terminado en 06, 07 y 08. Cuando recibe la llamada del cliente, el telefonista envía por la emisora al taxi más cercano. En la pantalla del centro de mando figura con una ‘L’ los vehículos libres y con una ‘O’ aquellos que están realizando el servicio. “Somos cordiales porque llevamos una trayectoria muy larga. Gracias a dios, nunca ha habido problemas en ese sentido. Si alguna vez pasase algo, para eso está la directiva que solucionaríamos el problema y que nunca llegue a más”, señaló Pérez.
Si hay un servicio que nadie quiere, reconoció la Junta Directiva, es el cliente en estado de embriaguez. “La persona al frente del bar se quita el muerto encima y a nosotros nos trae muchos problemas porque luego no te paga, te pide que le esperes en cualquier sitio o hay que llevarle al hospital”, desvelaron. No obstante, coincidieron, los años hacen que aprendas a manejar la situación, “con una de cal y otra de arena”. Abdellah Mohamed, del 88, añadió otros daños colaterales como los vómitos dentro del taxi y los jóvenes que vuelven a casa de madrugada, “que con cualquier cosa te rajan los asientos traseros”.
Los taxistas, como resaltó Pérez, intentan colaborar en todo aquello que se encuentra a su alcance: “Cuando nos topamos con un accidente damos el aviso y, en muchas ocasiones, hemos subido por las maletas de una anciana hasta su casa y hemos esperado a que, la adolescentes que llevábamos, entre en el portal”, agregó Said Mohamed, trabajador de la centralita y miembro de la Junta Directiva.
Radio-Taxi valora en la actualidad la incorporación a la flota del sistema GPS. “Nos ayudaría sobre todo en comodidad porque, por ejemplo, sabríamos cuántas unidades hay en las paradas o también las zonas donde más trabajo hay. Ya no existirían esas charlas por la emisora, sino que funcionaría como la mensajería instantánea: te lo mandan, tú lo recibes y lo coges o lo rechazas para, automáticamente, si estás el primero tú sales y ya pasa al segundo”, resumió Pérez. No obstante, puntualizó el propietario del 26, habrá que convocar una reunión para debatir su implantación aunque, entiende, sería muy provechoso.
Trabajar en el taxi es una salida laboral bastante socorrida y, en algunos casos, son los padres quienes ceden el vehículo a sus hijos al jubilarse. “Durante un tiempo le echas una mano hasta que te quedas. Es como en el fútbol: estás en el banquillo hasta que te conviertes en titular”, encontró como semejanza el presidente de Radio-Taxi en sus instalaciones localizadas en Muelle Alfau.
Como ya declarase con anterioridad a este periódico, la recaudación diaria ha caído de un 30 a un 40 por ciento por las retenciones en la frontera. “Si la cola llega hasta la Almadraba, no voy a esperar hasta la frontera porque tampoco pretendo que el cliente pague 20 euros cuando, en la Almadraba, marcaba cinco. Entonces decidimos soltarle y realizar la vuelta de vacío”, lamentó Mercado. Aunque culpa del descenso a estos atascos, Mercado percibe que la “cosa ha bajado” porque antes, a las 12.00, las personas hacían cola en la Gran Vía después de comprar en el Mercado. Ahora es al contrario: la misma fila la forman los taxis parados hasta alcanzar el Hotel Puerta de África.
El colectivo considera necesaria la actualización de las tarifas después de casi cuatro años congeladas. Radio-Taxi trasladó el año pasado a la Consejería de Sanidad, Consumo y Menores –con competencias en transporte público urbano– que comprendía que el usuario “está acostumbrado a que la carrera mínima cueste 3,30 y nada más que le digas 3,40 o 3,50 mañana…”, el incremento podría provocar rechazo aunque sea acorde con el IPC. “A nosotros, el 1 de enero, ya nos han subido la cuota de autónomos, la Seguridad Social de los chóferes… Nosotros no, al contrario”, explicó el presidente de Radio-Taxi. Por este motivo, “ya toca” poner al día las tarifas, aseveró Mercado.
Asimismo, el gremio solicitó a la Ciudad unas marquesinas en paradas como Gran Vía o en el Centro Comercial Parque Ceuta en beneficio de los clientes ya que tienen que soportar las inclemencias del tiempo mientras esperan su servicio. “Pero, como todo, las cosas de Palacio van despacio”, dijo el portavoz del colectivo sin resignarse ya que su equipo actual aúna veteranía y juventud, una fusión con la que está muy satisfecho.
La renovación de la flota es uno de los logros conseguidos recientemente. De 118, “por lo menos 110 o 108 han sido renovados en dos años”, estimó. Sin embargo, como recordó Said Mohamed, trabajador de la central y miembro de la Junta Directiva, “empezamos con unas ayudas del 40 por ciento y vamos por un 30; eso se nota”.
Sin embargo, “no todo van a ser palos”. Radio-Taxi está agradecido por las gestiones de la Ciudad encaminadas a ser incluido en las ayudas de la Seguridad Social. “Siempre nos quedábamos fuera, no sé por qué. Hasta que ya, la última vez, mantuvimos una reunión con Juan Vivas y Adela Nieto y nos pudieron meter. Lo notamos bastante”.
El último robo a un taxista que trascendió a la luz pública data de agosto de 2013. “Cada dos, tres o cuatro años te sale un ‘bailaor’, mete varios palos seguidos, lo cogen y nos quedamos otros tantos años tranquilos”, señaló Mercado con 35 años de profesión. Pérez desmitificó el Príncipe como barriada de riesgo para los taxistas y repasaron algunos de los atracos cometidos a compañeros como los de Soto o Yeye, este último sonado mediáticamente y que tuvo lugar al dejar el servicio en la barriada de Benzú.
Taxis piratas
“Nos están quitando el pan de nuestros hijos y las autoridades tienen constancia”
Los taxis piratas constituyen otro de los conflictos abiertos en el sector del transporte público, un problema del que tiene constancia la Policía y la Ciudad Autónoma pero que, lamentó el gremio, parece haber caído en el olvido. “Nos están quitando el pan de nuestros hijos”, protestó Pérez mientras circulaba por uno de los lugares donde actúan: la frontera. “Vas a la Estación Marítima y allí están; hasta en la puerta del Lidl”, precisó el taxista, unas parada clandestinas a la que Mohamed, propietario del 88, sumó los aparcamientos del Centro Comercial Parque Ceuta. El gancho que emplean para convencer a los despistados es el precio, porque ofrecen tarifas ligeramente inferiores a las del taxi convencional. Importe que, al final, “resulta que es mentira porque te cobran más”, advirtió el taxista del número 26. Como Pérez explica a los pasajeros: “Si tiene un accidente o cualquier problema, nadie se va a hacer responsable de usted pero, claro, nadie ve el peligro hasta que ocurre. No tienen seguro a terceras personas, ni de asistencia ni nada”. Mientras que los vehículos oficiales están totalmente asegurados y, en caso de que suceda cualquier incidente, ellos sí responden. Sin entrar a comparar el servicio que ofrece Radio-Taxi respecto los piratas, “porque no hay color”. Mohamed señaló que el taxista carece de competencias para prohibir esta práctica y apuntó a las autoridades como la única instancia capaz de erradicarlos. “Muchas veces nos hemos enfrentado con ellos, pero no está la situación para buscarse problemas”, añadió este miembro de la Junta Directiva.
Frontera del Tarajal
Preocupación por la falta de soluciones a las colas y exigen el uso real del carril habilitado
Abdellah Mohamed, encargado de Radio-Taxi y al volante desde hace 26 años, aseguró que los atascos en la frontera suponen la principal preocupación del gremio. Sin embargo, el propietario del número 88, se manifiesta incrédulo hacia las constantes soluciones que presentan las autoridades, unas dudas que comparten el resto de conductores y la Junta Directiva. “Llevan años haciendo lo mismo pero, por lo que veo, no ha servido de nada. Se han gastado el dinero en habilitar un carril de bus y de taxi para que, al final, no lo estemos utilizando”, criticó. Cuando la cola llega, por ejemplo, a Juan XXIII, el cliente descarta coger un taxi y, precisamente, reconoció Mohamed, “perdemos la fuente de ingresos más importante no solo para nuestro colectivo, sino para otros sectores de la ciudad”. Unas pérdidas que se traducen en el 50 por ciento, estimó mientras realizaba una carrera. “Muchas veces el cliente es razonable y te pide que le lleves hasta donde se pueda”, explicó Mohamed. En el mejor de los casos, “llegamos hasta la rotonda de Arcos Quebrados y le dejamos allí. Imagínate que esa persona viaja con una maleta, bolsas de compra o lo que sea. Si tiene que arrastrarlas hasta que llegue la frontera... Pues no veas. Lo mismo ocurre al contrario, cuando alguien está esperando y el taxi no llega. ¿Qué hace? Pues viene andando hasta Arcos Quebrados que muchas veces nos ponemos allí para facilitar un poco el servicio a los clientes “. Una ubicación de la que la Guardia Civil, aseguró, muchas veces les echan. En un coloquio con otros compañeros en la parada del Centro Comercial, los participantes coincidieron en que hay veces que la “autoridad da paso al autobús pero, al taxi, lo deja atrás y le dice ‘como vaya usted detrás del autobús lo vamos a sancionar’. Nosotros también tenemos derecho a usar ese carril. Para eso somos un servicio público lo mismo que el autobús”. Una razón que les llevó a exigir que se habilite verdaderamente ese carril. En cuanto a la regulación del tráfico, valoraron el trabajo de la Policía Local en contraposición a la labor que desarrolla la Guardia Civil.
Personas con movilidad reducida
Dos coches adaptados, en una flota de 118, da cobertura “de sobra” a la población usuaria
Miguel López es propietario del vehículo adaptado a minusválidos 118. La flota local consta de 118 coches, de los cuales, dos están acondicionados para el transporte de este colectivo. Sánchez considera que, con ambos, se da cobertura “de sobra” a la población usuaria. “Está hasta 18 horas en la calle, a lo mejor a las 3:00 de la mañana no, pero a las 7:00 te garantizo que está funcionado. Porque una persona se quede sin batería, veo exagerado que se pidan tres taxis. Atendemos de media un par de servicios a la hora”, agregó Mercado. La diferencia respecto a un taxi convencional se encuentra en que lleva anclajes para la silla de ruedas, de modo que permanece estática. “Tiene la rampa para acceder al vehículo y, una vez dentro, los anclajes se acoplan y así evitamos que la silla se desplace mientras circulamos”, detalló su propietario desde el interior del automóvil. La adquisición de un vehículo de estas características supone una inversión mayor que la de uno convencional. “Tiene 10.000 o 12.000 euros más de gasto porque tienes que adaptar un vehículo que tenga capacidad para meter una silla de ruedas”, concluyó Sánchez, quien lamentó que la Ciudad Autónoma “no da ayudas, y todo corre de nuestra cuenta”.
El testimonio de los taxistas
Juan Antonio Montero (Taxi 66): “He tenido desde intentos de robo hasta un parto en el coche; la señora me dijo que le pondría mi nombre”
Pero, ¿cómo es la jornada de un taxista? “Te levantas, te tomas el cafelito y al volante, no hay más historia”, comentó Juan Antonio Montero, del taxi 66. “La jornada termina cuando tú prácticamente has conseguido el jornal, no hay horario ni de entrada ni de salida”, reconoció este profesional del sector. Como coincidieron los conductores consultados en la parada de Azcárate, “tal y como está la cosa ahora, lo que antes se hacía en ocho, nueve o diez horas ahora requiere de 14 o 15”, calculó Montero. En su caso, “hoy he comenzado a las 7.00 de la mañana y acabo de terminar ahora mismo –en torno a las 18.00 horas– y todavía no he pisado mi casa ni para comer”, dijo como muestra del sacrificio que supone ganarse la vida al volante. “No sé ni cuantas horas habré echado. Ya he terminado, he sacado el jornal y a casa”. Mientras “no haya colaboración o ayuda por parte de la administración”, lamentó este taxista, “vamos para atrás como los cangrejos y, de momento, por su parte, poquitas cosas”. Montero reconoció que el sector recibió ayudas para la renovación de vehículos, “pero no para que haya más trabajo”. Este profesional del transporte público se refirió a cuestiones como la bajada del precio de los barcos que enlazan la ciudad autónoma con la península ya que, aseguró, atraería un mayor número de turistas a la ciudad que requeriría de los servicios del taxi. “Por lo demás no hay solución, cada día el gremio está peor”, lamentó. En sus años al volante, le ha ocurrido de todo: “Desde intentos de robo hasta un parto: una señora musulmana dio a luz en mi coche y, por cierto, le puso mi nombre, o eso me dijo”, relató entre risas.
Abselam Ahmed (Taxi 6): “Es una vida muy dura, hay que echar horas y no es oro todo lo que reluce”
Abselam Ahmed Laarbi, al frente del taxi número 6, confesó que es una “vida muy dura” ya que hay que estar “muchas horas” al volante “para poder llevarte el sueldo; la gente se piensa que aquí solo es pasearse”. Una inversión de tiempo que tampoco garantiza una recaudación significativa. “Hay momentos de mucho trabajo y otros en los que todo se queda parado. No es oro todo lo que reluce”, reflexionó.
Maimon Abderrazak (Taxi 83): “El cliente se queja porque tiene que pagar más por los atascos”
Maimon Abderrazak, del 83, expresó su malestar porque los clientes se quejan de que el taxi, del centro a Hadú, pase de 3,30 euros a siete u ocho por los atascos. “Por eso solicitamos que nos pongan un carril para autobuses y taxi, para el servicio público”, subrayó. Los usuarios consultados por este periódico valoran, sobre todo, la limpieza de los vehículos, las condiciones de su interior y que los conductores sean agradables.
Hassan Mohamed Amar (Taxi 43): “Es una lotería: te dices, hoy no voy a ganar nada y la cosa te sale redonda; pero, el día que vas bien, te desplomas”
En la parada de la plaza Azcárate, Hassan Mohamed Amar, del taxi 43, basó la jornada en el azar de “días buenos y malos que se cubre unos a otros”, siempre echándole horas porque, de lo contrario, “no le sacas dinero”. No obstante, “cuanto antes echas el sueldo, antes te vas”, agregó. Una de las carreras más codiciadas va del centro al Hospital Universitario, son trayectos “que merecen la pena”. Subir a la Fortaleza del Hacho o cerrar una visita turística de personas procedentes de la Península es otro de los servicios que te pueden salvar el turno. “Vas saliendo de bache en bache”, dijo utilizando otro símil relativo a la conducción. “Un día ganas más y otros menos pero se puede vivir; te sientes afortunado porque ya se sabe como está el empleo”, admitió Mohamed Amar. Sus críticas estribaron en las colas “inmensas” que se forman de la frontera a la Almadraba: “Te dices ‘cómo voy yo al Hospital Universitario’, tienes que dar un rodeo y la gente se queja; pero qué hago yo si no podemos ir por la frontera”, recreó para terminar cruzando los brazos. “Las noches son eternas, cosas que pasan en el taxi, lo normal, gente buena, gente mala, gracias a dios a mi no me ha pasado nada pero los chavales te cuentan cada cosa... Se te quitan las ganas de trabajar”, respondió al hablar sobre las anécdotas tras años de servicio. “El taxi es un lotería, a lo mejor dices hoy no voy a ganar nada y resulta que la cosa te sale redonda y el día que vas bien, por la tarde, la cosa se desploma y te quedas enganchado en una parada”, aseguró.