Ceuta es una ciudad cara. La vivienda, el barco, la comida, los desplazamientos a la península en caso de terapias médicas que no pueden realizarse en la ciudad.
Muchísimos trabajadores y trabajadoras tienen un sueldo de 1.200 euros; es más, el plus de residencia está incluido en ese salario que roza la miseria institucional. Así, una persona que dependa única y exclusivamente de su sueldo tiene que hacer cuentas diarias para no quedarse pelado.
Una amiga: sueldo 1.200, tiene que compartir piso aunque no tiene edad para hacerlo. Si tuviera que hacerse cargo de una vivienda digna serían 700 euros, agua, luz, comida, gastos cotidianos, desplazamientos.
No solo es Ceuta, es Madrid, Barcelona, San Sebastian, Mallorca. Son funcionarios, autónomos, empleados. ¿Cuantas personas ganan el salario mínimo interprofesional? ¿Qué pasa con los alquileres? ¿Qué sucede con el proyecto de comprar una vivienda? ¿Cuándo podemos emanciparnos? ¿Cuántos hijos podemos tener?
Tener trabajo y estar casi en el umbral de otro tipo de pobreza: la economía de subsistencia.
Despues tenemos que enfrentarnos a los fondos buitre, a conseguir una hipoteca, a optar a viviendas de Protección Oficial si tenemos la suerte de ser los elegidos, a los alquileres abusivos sin control en una economía capitalista abierta a la oferta y la demanda.
Personas mayores con escasos recursos económicos se ven obligadas a compartir vivienda. Un jubilado, a sus 72 años, vive en un piso con otros cuatro compañeros. No hay otra, salvo una residencia pública, si hay suerte, pero que mucha gente no esta dispuesta a esa opción.
Pobres y con trabajo, pensionistas compartiendo casa y gastos.
La adjudicación de viviendas de VPO en Ceuta levantó unos de los casos de corrupción de los que todos eran sabedores.
Nos vamos acostumbrando a todo y en ese acostumbrarse normalizamos la injusticia como si no tuviera ninguna importancia.
¿Qué podemos hacer?
De momento escribir el cañonazo y visibilizar lo que se hace invisible.