Tras su primer paso por ‘La Esperanza’ con los módulos prefabricados que sirvieron a finales de 2018 para responder al primer gran pico de menores marroquíes solos que tuvo que acoger la Ciudad de Ceuta, la Fundación SAMU, que se considera “especialista en la atención a la infancia migrante”, sigue gestionando actualmente de forma “integral” el albergue de emergencia de Piniers y parte del Centro de Realojo Temporal de Hadú, un total de 250 niños y adolescentes ahora (llegaron a ser casi mil) por los que factura a la administración “entre 50 y 70” euros por chico y día, aunque a su director general, Carlos González, le inquieta y disgusta la imagen que, como si de una empresa en busca de negocio se tratase, cree que se ha instalado en parte de Ceuta. Ayer atendió junto a la jefa de Zona de la entidad en la ciudad, Marta Ojeda, para hablar del trabajo realizado, del que están “orgullosos”.
– ¿Por qué visita Ceuta ahora?
– Carlos González: Me gusta venir a ver las instalaciones porque me preocupa mucho su calidad. Las de Piniers son mejorables, pero hemos tenido que actuar sobre parcelas sin adaptar que hemos convertido en un centro de emergencia. De un descampado a un equipamiento como el que nos gustaría siempre hay mejoras que hacer. Ahora vamos a abordar la construcción de unas estructuras prefabricadas que nosotros llamamos ‘viviendas colectivas’. Ya hemos comenzado la primera y hemos propuesto cinco a la Ciudad. En cada una pueden caber hasta 40 chicos en alta intensidad y 20 en baja.
– ¿Siguen invirtiendo en Piniers pese a que la Ciudad dijo que el plan era cerrarlo cuanto antes?
– C.G.: Estamos totalmente de acuerdo: un complejo de emergencia no es el mejor sitio para que estén los niños, pero el ritmo de disminución de plazas ha sido inferior al que nos hubiera gustado. Las ‘viviendas colectivas’ ya estaban comprometidas y presupuestadas, por lo que se cumple lo pactado. En su momento se podrán retirar. Son efímeras, pero dan unas prestaciones mejores que los módulos actuales, de máxima emergencia.
– ¿A cuántos niños atienden actualmente?
– Marta Ojeda: A unos 250 entre Piniers (180) y La Esperanza (70). En el primero tenemos la gestión integral y en ‘La Esperanza’, los bajos.
– ¿A cuántos llegaron a asistir?
– C.G.: En total hemos atendido a unos 1.300 niños. En el momento de máxima intensidad llegó a haber casi mil.
– ¿Cuánto personal tienen?
– C.G.: En los momentos de máxima intensidad llegamos a contar con unos 400 trabajadores. Actualmente, 189 empleos directos de SAMU más 80 si sumamos mantenimiento, distribución, sanitarios de península en apoyo… La ratio es casi de un trabajador por menor, pero se va ajustando. La emergencia se va mitigando y las necesidades, felizmente, reduciéndose.
"La inversión en servicios y prestaciones ronda los 5 millones, pero sólo hemos cobrado una fracción”
– Han llegado a percibir hasta 1,8 millones de euros al mes de la Ciudad. ¿A cuánto asciende el coste de su intervención desde mayo?
– C.G.: La inversión en servicios y prestaciones ronda los cinco millones de euros. Ahora la cantidad que dice es muy inferior porque el número de menores también lo es. La gente se ha quedado con esa cifra, pero ahora es mucho más baja. Hay un coste unitario por plaza ocupada a disposición de la ciudad que oscila entre 50 y 70 euros cuando hay menor ocupación. Es muy competitivo en comparación con otros sitios: en Canarias trabajamos con 150, con 120 en Madrid, con Andalucía en el entorno de los 70… Nosotros hemos tenido que hacer aportaciones muy importantes en nóminas, construcción de estructuras, transporte...
– ¿Temen haber parecido, a veces, una empresa?
– C. G.: Somos una fundación: no damos beneficios, todo se reinvierte en la mejora de nuestros proyectos. A veces no se ha captado nuestra buena fe y profesionalidad. Ponemos muy buena voluntad, pero las cosas no se pueden hacer sin recursos económicos y hemos sido leales para dar un servicio íntegro. A mí me preocupa el daño reputacional porque no me siento representado por muchas cosas que se han dicho injustas. Nosotros demostramos las cosas tras 40 años haciéndolas bien. Nuestras cuentas son públicas, somos una organización de 2.500 personas con más de cien centros en seis países...
– ¿Ustedes pidieron hacerse cargo de la gestión de ‘La Esperanza’ si se hubiera externalizado?
– C. G.: Nosotros no pedimos nada y nos hacemos cargo de lo que se nos pide. Accederemos a lo que se nos proponga en condiciones. A veces se nos han ofrecido proyectos y, si no los vimos viables, declinamos. Eso pasó con el primer cierre de ‘La Esperanza’ y sus ‘iglús’. Estamos donde se nos quiere y podemos ayudar, pero no pedimos nada. A veces hemos percibido que se entendía nuestra labor, cierto malestar… Somos parte de la solución, no del problema, con una plantilla muy nutrida a pesar de que desde el punto de vista financiero tampoco ha sido sencillo lidiar con la gestión de liquidez de estos contratos de emergencia, de los que solamente hemos cobrado una fracción.
"Me preocupa el daño reputacional: no nos representan muchas cosas injustas que se han dicho”
– ¿Por qué prescindieron de los vigilantes de seguridad en Piniers?
– C. G.: La necesidad de control, seguridad, etcétera, no es la misma en el Tarajal, donde había mil niños acogidos, que en Piniers. La emergencia se ha ido mitigando y las necesidades han ido cambiando: la seguridad se podía absorber perfectamente desde nuestro sistema. Se nos ha acusado de intrusismo y me ha dolido porque no tenemos ningún vigilante de seguridad. Tenemos control de acceso y espacios… Es como acusar al portero de un edificio de intrusismo. La seguridad es buena per sé y es mejor tenerla que no, pero hay que administrar los recursos.
– ¿Un vigilante es más caro que un auxiliar de control educativo?
– C. G.: Sobre todo el auxiliar se implica en labores educativas, es un recurso más totalmente adaptado a las necesidades del centro. El vigilante está para intervenir en altercados o delitos, que no es el caso. Nos hemos adaptado a lo que consideramos que es idóneo para la intervención y nosotros sólo tenemos vigilantes en un centro de reforma. No son necesarios en Piniers. Si la Ciudad tiene otro criterio, necesidades y presupuestos, no lo sé.
– Se critica que seleccionan personal sin la formación idónea
– C. G.: Cuando entraron mil niños en esta ciudad no había 400 especialistas para atender a infancia vulnerable. Había que proporcionar atención. El nivel de exquisitez doctrinal al principio no podía ser el mismo que ahora. Nuestra emergencia se dividió en cuatro fases empezando por dar techo, comida y agua. No pudimos sacar a los niños del Tarajal a un sitio con un estándar mejor, sino a Piniers, que es lo que hemos ido adaptando sobre la marcha. Desde el minuto cero hemos hecho cursos de formación, sobre el trabajo a realizar, la atención a menores, seguridad, evacuación, primeros auxilios, RCP…
M. O.: Ahora tenemos un gabinete de relaciones laborales que se encarga de la formación previa a la incorporación al puesto de trabajo. Queremos contar con los mejores empleados posibles.
"De la denuncia por supuestos abusos sexuales de una trabajadora nos enteramos por los medios”
– ¿Qué parte de su plantilla actual son ceutíes?
– C. G.: La gran mayoría y residentes, todos.
– ¿La rutina en Piniers es conflictiva?
– M. O.: No. Tenemos muchos niños, muchos muy buenos y otros que, como cualquier adolescente, son más gamberrillos, por lo que hay que trabajar más con ellos. Tienen perfiles en algunos casos complicados por las vivencias que han tenido y precisan una intervención socioeducativa y psicológica para evitar conflictos.
– ¿Qué pasó con el caso de abusos sexuales a una trabajadora denunciado?
– C. G.: A la Fundación SAMU no nos constó absolutamente nada. Nos enteramos a través de los medios, algo que nos resultó sorprendente. El equipo no supo nada. Todo está en presunción y bajo investigación. En estos casos nos ocupamos de la presunta víctima y le ofrecemos ella apoyo emocional, jurídico, psicológico, que necesite. No tuvimos el menor indicio y ahora toca esperar a lo que diga la Justicia sobre una situación lamentable que deploramos.
– ¿Tienen un horizonte más o menos preciso para irse de Ceuta?
– C. G.: No me atrevo a hacer predicciones. Lo ideal es que nos repleguemos cuanto antes aunque las instalaciones se queden para tener algo preparado por si hubiese otra emergencia. Nosotros mandamos un equipo de voluntarios y nos pidieron que nos quedáramos. Algunos meses más quizá tengamos que estar.
Carlos González de Escalada se confiesa “muy satisfecho” con la labor desarrollada por la Fundación SAMU en Ceuta desde mayo. “Creo que hemos hecho un trabajo muy importante, aunque mejorable como todos: Ceuta ha tenido que afrontar una crisis europea y la Fundación SAMU se ha puesto en primera línea a ayudar en 24 horas, por lo que estamos orgullosos”, asegura el director general de una entidad que prepara su llegada a Estados Unidos y ha enviado una misión a la frontera polaca. “Hasta ahora lo más parecido a esto había sido la crisis canaria, donde nos hicimos cargo de un día para otro de 250 chavales, no mil”, compara.
273
Menores vulnerables. SAMU ha detectado perfiles vulnerables en 273 de los casi 1.400 menores con los que ha trabajado en Ceuta durante los últimos seis meses. Las más frecuentes aluden a cuadros de ansiedad o depresión (59), pero también con conductas disruptivas (42), duelo migratorio (33), sin red de apoyo (31), víctimas de agresiones físicas (22) o sexuales (6), con estrés adaptativo (15)...
240
Atendidos actualmente. La Fundación SAMU asiste actualmente a un total de 250 menores en Piniers (unos 280) y La Esperanza (alrededor de 70).
105
Formación no reglada. Dentro del proyecto de la Fundación se incluye la impartición de formación ocupacional no reglada básica que ha llegado, según SAMU, a 105 jóvenes.
5
‘Viviendas colectivas’. SAMU va a instalar 5 inmuebles prefabricados en Piniers con capacidad para hasta 40 jóvenes cada uno.
Tanto González como Ojeda están particularmente satisfechos con el proyecto educativo que desarrolla la Fundación SAMU con los menores migrantes solos llegados en mayo a pesar de la dificultad que añade gestionar la “frustración” de adolescentes que parten creyendo que en breve podrán estar trabajando y ayudando a sus familias con remesas económicas y se ven, de repente, varados en la ciudad.
Al margen de las clases de inmersión lingüística en español, la herramienta básica de integración, la entidad ha pedido apoyo a su Escuela de Oficios en la península para activar programas de cualificación profesional en Piniers.
“Con nosotros, a diferencia de en la enseñanza reglada, que no daba respuestas a esas expectativas, no hace falta ningún papel para que puedan estudiar y formarse en albañilería, electricidad, carpintería metálica”, expone el director general.
Ojeda explica que “ya hemos hecho una prueba piloto en Piniers en la que 8-10 menores han estado colaborando con personal de mantenimiento y educativo y los encontramos encantados con las rutinas, cada uno ejerce de ‘capataz’ un día…”.
Además, SAMU ha puesto en marcha un equipo de trabajo en la calle, sobre todo en la zona portuaria, que con un educador social y un mediador intenta que los niños que rechazan los recursos de protección acepten integrarse en ellos e integrarse en el sistema que “da ciertos privilegios a la hora de las salidas, por ejemplo, en función de la edad, el comportamiento de cada uno, su implicación y autonomía…”. “Piniers no es una cárcel y hay unas salidas regladas como las de cualquier adolescente en una casa”, explican.
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