Esta es la primera campaña de trabajo en Canarias sin nuestro querido amigo Rogelio Herrera, y sin embargo había algo flotando en el ambiente, que me traía su recuerdo constantemente junto al de mi querida esposa.
El tiempo estuvo bien revuelto en La Palma, pero no cejamos en el interés por bucear y completar nuestro trabajo científico en beneficio de la conservación de la naturaleza marina, de este precioso conjunto de islas. Esta vez fijamos la base de operaciones en el tranquilo y aislado barrio de las Indias, que pertenece al municipio de Fuencaliente; la población de Los Canarios es la capital municipal. Es un lugar espectacular, ya que se unen en este majestuoso lugar un frondoso pinar, que nos muestra algunos troncos a veces inverosímiles por su intrincada morfología; a todo esto se une un parque de volcanes recientes, inigualable en todo el archipiélago.
Tengo tantos recuerdos de excursiones con mi amada esposa por estos entornos, que hasta respirar me duele, y tengo que estar ocultando mis sollozos interiores. Desde el lejano Tijarafe llegaban los ecos del precioso tiempo vivido en nuestra casita de antaño, junto a ella y nuestros perritos. Estuvimos en unos apartamentos demasiado lujosos para nuestro cometido científico, no había nada más modesto para alquilar por esa zona, mucha demanda y pocos alojamientos, hacen que todo se dispare de precios, y el paraíso insular se haya convertido en algo al alcance exclusivo de los poderosos del dinero. Gozamos de un inmejorable ambiente de camaradería y comenzamos a organizar las inmersiones y nuestra cocina común para hacer los desayunos y las cenas en grupo.
Los dos jóvenes que nos han acompañado, Adrián y Dacio, han trabajado duro y forjado una amistad duradera entre ellos. No pueden bucear con nosotros, pero bien que ayudan y proporcionan gran alivio y cooperación, en muchas tareas donde no podemos llegar los que dependemos de la preparación de los equipos de buceo, y de las complejas tareas para captar imágenes y recoger muestras científicas.
El ambiente de los tres mosqueteros buceadores (Rafa, Oscar Monterroso y yo mismo) era algo gris, en silencio se echaba de mucho de menos a Rogelio, aunque nadie hablaba abiertamente del asunto. Hace pocos días nos habíamos reunido en Gran Canaria para acompañarlo en el sepelio de sus restos mortales, y como decía Rafa, ahora solo tocaba apoyarnos entre nosotros para superar su desaparición. Los seres humanos debemos sobreponernos a muchas eventualidades, pero para ello, es imprescindible admitir los hechos irremediables, y en el caso de una desaparición tan crucial como la que relato, se hace imprescindible, que una vez se haya llorado su muerte, nos recreemos en la memoria de todo lo bueno y bello vivido con aquél que se fue de nuestro lado. En mi caso, que soy católico convencido, y estuve durante mucho tiempo sumergido en oración junto a mi amigo, sé que espera en el otro lado del umbral, fuera del tiempo y del espacio.
La primera inmersión me la perdí, por un problema con el equipo de buceo, pero, gracias a nuestro amigo Alfonso Montesdeoca, mis otros dos compañeros pudieron llegar al punto donde está instalada la Estación Centinela de La Palma. Me explicaré brevemente al respecto. El Gobierno de Canarias con muy buen criterio ha puesto en marcha un programa de Estaciones Centinela en el archipiélago, de tal forma que en estos momentos, hay tres puntos en los que tenemos que realizar un seguimiento científico. Se unen mediciones cualitativas y cuantitativas de los hábitats y las especies del Circalitoral canario, y en especial monitoreamos dos ambientes de gran relevancia para el ecosistema mesofótico (ambientes de penumbra entre los 50 y los 100 metros de profundidad) de las islas. Estos son, los bancos de corales negros, y el monumento sumergido de Montaña Clara, dominado por un raro coral cuya población constituye un relicto de épocas jurásicas, de tal forma, que tanto la especie de intenso color amarillo, como el hábitat que forma, pueden considerarse un fósil viviente.
Los fondos cercanos a la Torre de Malpique, son muy conocidos en el mundillo de buceo por su precioso paisaje, es el objeto reiterado de nuestras incursiones para observar y tomar nuestros datos, y testar el estado de estas comunidades, sus deterioros, y la relación con el Cambio Global. A las otras inmersiones, sí que pude acompañar a mis colegas, y realizamos mucho de este siempre complejo y comprometido trabajo.
"El Gobierno de Canarias con buen criterio ha puesto en marcha un programa de Estaciones Centinela en el archipiélago"
Quedan temas pendientes para el siguiente periodo de campañas, pues se trata de una tarea dificultosa pero que está dando ya datos interesantes para el seguimiento y conservación del mar canario. Y sobre todo, para sus fondos de luz atenuada. En esta ocasión, hemos descubierto un nuevo coral negro que me es desconocido por su forma de ramificar y el profundo color verde de sus pólipos. Todo lo demás parecía estar en orden en la Estación Centinela. Las esponjas típicas ocupando sus ambientes, el coral negro en un razonable estado de salubridad, las algas de penumbra recubriendo el fondo y las ramas muertas de los corales negros cubiertas de los epibiontes habituales; pocos parásitos fueron divisados creciendo en sus ramificaciones. Incluso los abades salían a saludarnos con sorpresa y cariño y las barracudas en formación posaban para la cámara de Rafa al son de Pink Floyd; cuanta bondad encuentro en sus miradas y gracia en los movimientos de sus dinámicos cuerpos.
Las palabras nunca expresan la belleza y emoción que se siente en estos enclaves profundos lejos del ruido, y de todo lo peor de nuestro extraviado mundo humano. Realmente me gusta sumergirme profundo, no solo para estudiar y describir estas maravillas naturales, sino también para sentir el amor de nuestro Creador. Solo el Altísimo ha podido realizar esa descarga de indescriptible pasión por la vida, e idear tanta belleza sublime que eleva nuestros espíritus.
Me encanta soñar con todo lo que nos espera en el vida eterna, y siempre le pido que mi alma unida al nuevo cuerpo, liberado de la esclavitud de la carne y del pecado, pueda continuar descubriendo su infinita obra natural. Bajo su atenta mirada, quiero aprender todo lo que me permita el nivel de amor alcanzado en esta vida, contando con la siempre intercesión de la dulce y Santísima Virgen, por algo es la reina del universo. Actualmente, ella es el auténtico amor de mi vida, y su constante sonrisa imaginada, el mayor consuelo que alivia la pesada cruz de la persistente soledad terrenal. A ella le he dedicado una bella especie de coral, y por muchos otros que vengan en su honor, será siempre un nimio homenaje a la reina de todo lo creado; madre de mi corazón, solo quiero estar muy cerca de ti, y no me importa decir a los cuatro vientos que deseo ser uno de tus naturalistas marinos en la vida eterna, aunque sea llevando el último de los estandartes que anuncien tu presencia.
En una visita a la pequeña y bella iglesia de San Antonio Abad de Los Canarios, mi Señora me regaló la presencia de una gente cantarina que alababa al Señor con verdadero entusiasmo y renovada fe.
Me invitaron con insistencia, y no supe decir no, comprendí que venía de mi reina, fui con ellos, y canté lo que pude, presencié algo que no conocía, y la luminosidad del Espíritu me inundó de alegría. Gracias a este inesperado encuentro de Fuencaliente, ya tengo nuevos amigos en la fe; la reina del cielo quería que os conociera y que supiera que además de volcanes y bella naturaleza salvaje, Fuencaliente tiene personas preciosas y edificantes que aman a su hijo al son del tambor, la guitarra y la pandereta, y lo glorifican con sus bellos piropos, de la misma manera que lo hacía el rey David y quizá el antiguo Adán. Gracias a Nieves, Monse, Ángel, Eulalio y todos aquellos que os reunisteis en torno al altar y me mostrasteis otra forma de orar.