Son 67 fotos, un resumen de datos en una cuenta incompleta porque son más, muchos más los que faltan. Sus rostros, historias y vidas perdidas en el mar no se han contado de forma pública, no se han denunciado. 67 son los que, desde enero hasta esta misma semana de septiembre, han protagonizado crónicas visuales en El Faro de Ceuta.
Lo han hecho porque se denunció su desaparición cuando intentaban cruzar por alguno de los espigones fronterizos con Marruecos, pero en otros casos sus familias pidieron ayuda sin hacer públicas sus imágenes. En total, son casi 90 personas cuyas historias han sido narradas.
Detrás de cada caso hay familias destrozadas porque nunca han sabido dónde están sus hijos. Otras compartieron esos mismos sentimientos, aunque sí pudieron constatar que habían muerto.
Por duro que resulte, despedir a un hijo y poder enterrarlo alivia ese peso que siempre permanece. Ellos, los que aparecen y los que no en estas imágenes, son solo algunos de los hijos de Marruecos que su rey, Mohamed VI, olvida. Adultos y jóvenes que dejaron atrás a sus familias y de los que nunca más se supo.
Llegados del norte, del sur… protagonistas todos ellos de un mismo camino. Conocimos sus historias y se nos hicieron cercanos sus rostros, pero son más, muchísimos más los desaparecidos de los que no se dieron nombres, pero sí se efectuaron llamadas de búsqueda.
Hay quien borra su rastro de esta vida sin que, incomprensiblemente, se le eche en falta, sin denuncia previa. Y hay quien termina siendo enterrado sin que nadie le llore porque ni siquiera se supo quién era, como ha sucedido esta misma semana con dos de los cuerpos hallados sin vida en el mar por la Guardia Civil.
La frontera sur borra identidades, destroza familias y separa dos mundos: este, el ansiado; el otro, Marruecos, país capaz de combinar el lujo de palacios y yates en las bahías próximas a Ceuta con los cuerpos sin vida de quienes se adentraron en el mar.
Entre estas historias rotas hay muertes registradas oficialmente. Son casi 20 los enterrados este 2024 en Ceuta y seis localizados solo en dos meses. De algunos de esos fallecidos constaba denuncia previa por desaparición. Hay marroquíes, pero también argelinos que siguieron la ruta hacia Ceuta en una marcha masiva sin comparación con otras vividas.
Aquí figuran solo algunos de los desaparecidos, una revisión al detalle en la web de El Faro de Ceuta hace aumentar la cifra, cada año que se repasa, en una sangría de dolor que no termina.
Ayman Laaribi, de 17 años y vecino de Martil, desapareció el 12 de enero. Enfundado en traje de neopreno de color negro y azul, su propósito de llegar a Ceuta se truncó en una travesía iniciada junto a dos amigos. Uno llegó a nado hasta la ciudad, otro regresó a Marruecos. En mitad del camino se quedó Ayman.
Nunca más se supo de él. Solo semanas después se denunciaba la ausencia de Baker, otro chico de Martil de 17 años. Fue el 7 de febrero, y su propio primo era el que lanzaba la voz de alerta. El peor de los presagios llegaba con la aparición de su cuerpo sin vida en Marina Smir. Se le enterró en el cementerio Ahrik, en su ciudad natal al norte de Marruecos.
Uno de los casos más impactantes fue el de Hazim Al Salai, un niño de Beliones que dejó su casa en plena llamada a cruzar el espigón. El 9 de febrero dejó la mochila de la escuela encima de su cama y se echó al mar con dos amigos más.
Habían dado las 7 de la mañana. Solo uno del grupo de niños llamó a su familia para decir que había llegado a Ceuta, de los otros dos nada se sabe. La desaparición de Hazim fue denunciada por un familiar en la Jefatura Superior de Policía, también se hizo constar la marcha de Ismail Zaide, su amigo, de solo 15 años. Siete meses después nada se sabe de ellos. Nunca fueron encontrados.
Mohamed Rabih, de 22 años y vecino Castillejos, desapareció el 9 de febrero. Familiares y amigos le perdieron el rastro. Lo poco que saben es que tomó la decisión de abandonar Marruecos en busca de oportunidades. Lo hizo además en un mes en el que la zona de Beliones se convirtió en escenario constante de intentos de entrada a Ceuta, en jornadas además de intenso temporal y riesgo.
Entre febrero y marzo se advirtió de la desaparición de más personas en el mar, aunque sin dar nombres y apellidos. Ese mismo periodo, fueron localizados cuerpos sin vida en zonas de Nador y Argelia.
Así sucedió con Ossama Abouhrait, 22 años y natural de Chaouen. Desaparecido desde el domingo 25 de febrero, su cuerpo sin vida fue hallado en marzo en una playa de Nador. Dentro del traje de neopreno se encontró su tarjeta identificativa lo que permitió conocer que era él.
El vecino de Castillejos, Mohamed Karrouk, de 26 años, fue dado por desaparecido el 26 de febrero. Se había echado al mar bordeando el espigón de Beliones. Vestía un chandal de color negro y una chaqueta de cuero. Portaba zapatillas Bikkembergs, una marca que hacía furor en la juventud.
No fue hasta abril cuando se supo que su cuerpo sin vida había sido localizado en Argelia. Entre sus prendas se encontró una copia de su licencia de conducir, esa fue la pista para rehacer la historia de su vida. Fue enterrado en el cementerio Sidi Boughaba, en Castillejos.
En estos casos se pudo saber que eran ellos, pero en otros, la falta de documentos que constaten quiénes son lleva a la práctica de entierros masivos sin que nunca se registren datos.
El joven tetuaní Abdel Ghafour Al-Taweel, 28 años, desapareció el 12 de febrero. Se le perdió el rastro cuando manifestó su intención de cruzar a Ceuta. Sus familiares no pudieron aportar datos claves como la ropa que portaba.
Yassin Dezzaz, 17 años, natural de El Jadida, desapareció el 7 de marzo. Se echó al mar con otros jóvenes de esta ciudad ubicada a 500 kilómetros de Ceuta que se ha convertido en uno de los puntos de salidas masivas. El 5 de abril, las autoridades argelinas informaron de la localización de varios cuerpos sin vida, en uno de los casos vestía las mismas prendas de este joven y portaba una tarjeta de identidad marroquí.
El 10 de marzo, en plena presión sobre el espigón de Beliones, la familia de Moustapha Debid Saghir, de 40 años, y vecino de Castillejos, denunciaba su desaparición. Se echó al mar para cruzar de Beliones a Benzú con el ánimo de pasar a Ceuta. Casado y con 4 hijos, emprendió ruta a nado el sábado con el fin de poder trabajar para mantener a su familia.
Solo un día después seguía el mismo camino Zakaria Redouan, 25 años y natural de Rincón. Acababa de tener un bebé y salió hacia Beliones para intentar cruzar el espigón. Llevaba traje de neopreno con capucha. Meses después las autoridades argelinas informaron del hallazgo de su cuerpo, todavía hoy la familia no ha conseguido traerlo a Marruecos para su entierro.
Zakaria Haddad, de 22 años y vecino de Rincón, desapareció el sábado 9 de marzo al intentar entrar en Ceuta bordeando el espigón del Tarajal. Lo hizo en una jornada de enorme presión en el mar, en un día en el que las condiciones adversas convertían cualquier pase a nado en algo temerario. Se enfundó un traje de neopreno para echarse al mar tomando como meta los arenales del Tarajal. Ese era su propósito, otros eligieron Beliones.
Mes y medio después, su cuerpo sin vida fue hallado en Alhucemas, se le enterró a finales de abril en Rincón.
El adolescente Yusef Serguini intentó cruzar a Ceuta a finales de marzo. Su amigo Abdulá fue quien alertó a la Guardia Civil de que se había quedado en el mar. Lo buscaron incluso con drones sin éxito. Días después, su cuerpo fue localizado por la Guardia Civil en la playa de la Ribera.
Vestía el mismo traje de neopreno con el que se había fotografiado antes de cruzar a nado. Fue enterrado en el cementerio de Sidi Embarek.
Sus historias terminaron con el peor de los finales, con los destinos nunca esperados por unas familias que en muchos casos desconocían el deseo de huida que tenían.
Abdelghafour Touil, de Río Martil, desapareció el 5 de marzo tras echarse al mar enfundado en traje de neopreno. Nunca más se supo de él.
Imad Zedira, de 31 años y natural de Argelia desapareció a principios de mayo. Su compatriota Aymen logró llegar al Tarajal tras haberle rezado en el mar, asegura que murió, pero su cuerpo nunca apareció. Habría quedado en el mar, enfundado en un traje de neopreno gris y agarrado a una cámara neumática.
Hamza, de 18 años y vecino de Castillejos, desapareció en ese mismo mes cuando intentó el pase junto a un compañero que sí logró llegar, aunque lo perdió de vista en la ruta. Vestía traje de neopreno y su intención era cruzar la frontera a través del espigón.
A este joven le siguieron ese mismo mes otros como Saiid El Habti, 23 años, de Uezán, que se echó al mar con la idea de cruzar el espigón fronterizo. La última llamada fue para comunicar el inicio de ese periplo; después llegó el más absoluto de los silencios.
Zohair Ettijani, de 17 años, del barrio de Diza, en Martil, integrante del equipo de fútbol Nahda Martil de Río Martil (Marruecos), decidió como otros chicos de su edad echarse al mar para cruzar a Ceuta. El 6 de junio la familia fue notificada del hallazgo de su cuerpo sin vida en la playa de Castillejos. El cadáver fue trasladado a los depósitos del hospital de Tetuán y enterrado en su tierra.
Alaa Eddin Hebri, argelino de 19 años, y su compatriota Mouhmed Bousfet, de 21, desaparecieron el 26 de mayo. Una fotografía de ambos enfundados en traje de neopreno, con aletas y elementos para mantenerse a flote es el último rastro de su permanencia unidos. Nunca más se supo de ellos.
Mouncif Zain, 26 años, natural de Tetuán, se echó al agua siguiendo la ruta del espigón en el segundo día de las celebraciones del Eid al-Adha. Le acompañaba otro joven, que presumiblemente llegó a Ceuta, aunque nunca se pudo contactar con él.
En julio se publicaron 7 desapariciones. Rawabah Masoud, de 29 años y de Argelia, desapareció el día 3. Se echó al mar intentando su pase a Ceuta a través de la ruta de los espigones. Entre sus pertenencias tenía su pasaporte y teléfono móvil.
Omar Chajal, 18 años, de Bab Taza, una pequeña localidad de la provincia de Chefchaouen, marchó de su hogar con un grupo de menores. Sus familiares desconocen qué ropa llevaba, solo que cruzó bordeando el espigón desde Castillejos.
Badriddine Mjida, de 24 años, de Castillejos, siguió los mismos pasos, partiendo desde la playa de la zona de Rifiyeen Corniche. Fanático del fútbol, cruzó con una pelota de fútbol. Nunca apareció.
Zakaria Tanyaoui, de 16 años, de Castillejos, partió el 13 de julio junto a varios amigos. Nunca más se supo de él. Tampoco de Daoud Bouzid, de 19 años, de Castillejos ni de Mourad Afriou, 22 años, y del mismo lugar.
Sliman Mohamed Basi, cruzó a nado bordeando el espigón del Tarajal en julio junto a un amigo. Ambos habían partido desde Chaouen con ánimo de llegar a Ceuta. Enfundado en traje de neopreno de color negro y con aletas del mismo tono. Portaba chaleco naranja.
De El Jadida consta gran cantidad de desaparecidos, como lo fue Sufyan Al-Baidaq, de 16 años, que intentó el pase a la ciudad desde Castillejos junto a dos amigos que, viendo las adversidades, se volvieron a Marruecos. El adolescente vestía traje de neopreno de colores verdes.
Marwan Mohtad, de 21 años y de Castillejos, está desaparecido desde finales de julio. Salió desde una playa en su ciudad natal y llevaba puesto un chaleco y aletas para ayudarle en su travesía.
Jawad Amine Sedan, de 19 años, de Marruecos, se echó al mar con un traje de neopreno de color negro sobre las cinco de la madrugada. Él era uno de esos cientos de jóvenes que quisieron cruzar a la ciudad en una de las noches de mayor presión registradas en la frontera sur. Nada se sabe de él.
Su desaparición coincidió con la de los argelinos Ayoub y Choaib Sahraoui, gemelos desaparecidos junto con Sohaib Lamara.
Los tres salieron desde Castillejos (Marruecos) en dirección a Ceuta. Los gemelos fueron encontrados sin vida en Marruecos, de su amigo nunca se ha sabido el paradero. Sus familiares siguen contactando con este periódico cada vez que aparece un cuerpo sin vida, solo quieren poner el punto y final a esta agonía.
Youssef el Kharbach, de 25 años; Adham Kova, de 24, y Mohamed, de 25, desaparecieron en el mar. Los tres amigos, con residencia en un barrio de Tetuán llamado Taboula, se pusieron de acuerdo para partir. De allí se marcharon siguiendo el mismo ritual de otros vecinos: hacerse con un traje de neopreno y aletas para intentar el cruce.
El cuerpo sin vida de Adham fue localizado en el foso de Ceuta, de sus amigos nada más se ha sabido.
La hilera de desaparecidos y muertes ha ido en aumento entre finales de agosto y principios de septiembre. Así han sido los casos de Ahmed Boussif, marroquí de 18 años, que vestía traje de neopreno corto cuando se arrojó al agua.
Hamid Ajlian, 17 años, de Martil; el marroquí Wail, 16 años; Oussama Akhrif, de 22, y Mohamed Bouhjil, de 29; Fajri y Rida Sammak, de 18 años de El Jadida… Son nombres que se suman a esta hilera de historias rotas.
La desaparición de Hamza Aknoush, 21 años, de Fez, terminó días después con la constatación de que había muerto. Pudo ser trasladado a Marruecos para su entierro después de lograrse su identificación. Su cuerpo sin vida fue localizado a media milla del foso, enfundado en traje de neopreno y con un flotador con botellas de plástico.
Mohamed Said Bounjati, 22 años, de Tetuán o Younes Moustade, 17 años, de Casablanca, quien dejó su hogar sin conocimiento de su familia, integran la lista de desaparecidos que no hace más que aumentar.
Abdelkader Erraqby, 19 años, de El Jadida; el entrenador de boxeo Az Arab El Hmamchi, 22 años, de Tetuán; Omar, 18 años, un barbero de Marruecos que emprendió la ruta del espigón con una camiseta del Manchester United... Pero hay más.
Elias El-Hadary, de 18 años, natural de Chefchaouen; Ayman Ahqun, 17 años, de Taounate; Omar Aki, de 17 años, mecánico de Tánger; Mohamed Al-Kabawi, de El Jadida; Issam Azzi, de Castillejos; Yassin, de 17 años, de Mohammedia, en Casablanca; Jawad Asoud, de 18 años, de Martil; Abdullah, de 22 años, de El Jadida; Sofyan, de 20 años, de El Jadida; Ayoub Yamounin, 18 años, de Sefrú.
La lista entre agosto y septiembre no ha cesado de aumentar. Hay más nombres: Sofiane Mallah, de 17 años; Abdul Qadir, de 18; Muhammad Kabawi, de 17 años. Los tres naturales de El Jadida.
Amine Belabbes, de 24 años, también natural de esa ciudad. Su tía dice que dejó su casa hace tres semanas y se fue a Fnideq para entrar a Ceuta.
Marouan Elyassali, de 25 años, y vecino de Asilah, llevaba traje de buceo negro, cuando cruzó el espigón hace diez días.
Anas Al Hayani, de 16 años, salió de Meknes para intentar el paso a Ceuta como también lo hizo Faisal.
Hay más nombres, más historias, más casos nunca conocidos. También hay muertes de personas cuyas faltas nunca fueron objeto de denuncia pública y que, por ello, no están recogidos en esta particular crónica negra de una ciudad frontera que recibe también miserias y desgracias.
Siempre que hay un caso de desaparición se debe denunciar en la Guardia Civil. Es importante para que quede constancia oficial de este caso. Además, de ser posible, hay que aportar documentos y muestras de ADN.
La Ciudad Autónoma, por su parte, habilitó un número de teléfono al que llamar para preguntar por menores desaparecidos. Es el número 690 33 20 28. Se puede contactar y solicitar información o bien remitir archivos multimedia a través de la aplicación de Whatsapp.
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