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En un solemne acto en el Revellín
Así sonaba la convivencia en el Revellín. Con esta magnífica adaptación del Ave María de Caccini el auditorio abría cuatro años más tarde la gala de uno de los reconocimientos más importantes que otorga la ciudad, el Premio Convivencia.
Ha sido un acto marcadamente solemne, comedido y, quizá, más escueto de lo habitual, pero a la vez ha estado lleno de luz y esperanza.
Ha sido un canto a la paz y a la convivencia, una llamada a la oración conjunta. Valores, precisamente, por los que los Custodios de Tierra Santa han sido galardonados en esta decimosexta edición como bien ha recordado el ministro de la congregación en su discurso.
El fraile ha rememorado a lo largo de su ponencia la gran y extensa labor que su congregación desempeña en Oriente Medio desde hace 800 años. Además, inmerso en esa atmósfera de solidaridad ha querido recordar a todas las personas que durante este año han sufrido actos de violencia o terrorismo.
Y al igual que comenzaba, con la música del clamor de la infancia, los niños de al Idrissi se despedían con un llamamiento a la paz mundial