El deporte siempre ha tenido un papel fundamental en la vida de Fran Guerra. Sus primeros pasos fueron en el fútbol, aunque también el balonmano le robó un ‘cachito’ de su corazón. Como cada niño “tenía la ilusión de jugar al fútbol”, por lo que comenzó en la base del fútbol de Ceuta “en el Puerto con Paquirri”. Fue ahí donde comenzó a forjar su relación con el deporte.
Arrancó como benjamín hasta llegar a la categoría cadete. Durante esos años “ganábamos las típicas ligas de aquí de la ciudad”.
Pero cuando llegó a juveniles, “me fui al Ciudad de Ceuta, que estaba en Liga Nacional”. Junto a ese equipo estaría alrededor de un año pues “por el tema de estudios no me era compatible y decidí dejarlo”.
Durante esos años en los que disfrutaba del fútbol, Fran también se introdujo en el mundo del balonmano: “En saca siempre estaba el debate de a qué partido iba a ir. Me tocaba elegir entre balonmano o fútbol. Recuerdo muchísimos días que salía de un deporte para irme al otro pabellón”.
Su corazón estaba en una constante batalla, pues adoraba tanto ambos deportes, que era incapaz de decidir entre alguno de los dos.
“Me gustaban los dos por igual. Tenía amigos en fútbol y en balonmano. Los entrenadores de ambos me caían genial. Disfrutaba mucho de los dos deportes. No era capaz de decidir”.
Aún así, inconscientemente, cuando fue creciendo tuvo que elegir entre uno de los dos, decantándose “por el fútbol”, sobre todo porque “las amistades así me lo pidieron y así lo decidí”.
Teniendo en cuenta que su vida había estado ligada al deporte siempre, Fran se decantó por estudiar “el grado medio de TECO”. Fue ahí donde conoció al que pasó a ser su nuevo amigo “el rocódromo”.
El deportista asegura que “no fue amor a primera vista con la escalada”, sino que “fue más con los deportes de montaña”. Poco a poco fue iniciándose en cursos y conociendo a ciertas personas que “me ayudaron a entrar en este mundo”.
De este modo, desde los 17 años, Fran no ha abandonado el mundo de la montaña, al que “siempre he estado vinculado de alguna manera”.
Lo que hizo al ceutí decantarse por este tipo de deporte fue “que no existía la competición. En el mundo de la montaña, te cruces con quien te cruces, te van a saludar o te van a advertir de algo. En cualquier deporte de montaña, el compañerismo va de la mano. No quiero decir que en los otros no lo haya, pero a veces vemos disputas y eso en la montaña nunca pasa”.
Esta dedicación en esta modalidad deportiva, ha llevado a Fran a ser uno de los coordinadores de la Escuela Deportiva del ICD de deportes de montaña y escalada. Una escuela que, actualmente, cuenta con un total de “20 alumnos infantiles” y una “escuela adulta de otros 20 alumnos”.
La aceptación de este deporte en la ciudad esta siendo bastante bueno, por lo que Fran asegura que en ambos grupos “tenemos expectativas de seguir creciendo”. Es por ello que se muestran “muy contentos” con el trabajo realizado.
De vuelta al balonmano
El pasado año Fran retomaba contacto con el balonmano. Para él volver a jugar “fue una pasada”, ya que “no jugaba desde juveniles”.
Sus inicios en el balonmano fue “gracias a Don Juan, un profesor de mi colegio. Gracias a él muchos alumnos y alumnas pudimos disfrutar del balonmano en Ceuta. A raíz de él, conocí el deporte”.
Durante sus años como jugador “tuve a entrenadores como Larbi. Además también estuve con Youness y Yamal, que ahora son los encargados del Ramón y Cajal. Gracias a ellos, sigue el balonmano activo”.
Pero la pasada temporada, decidió volver a los terrenos de juego en la que fue “una oportunidad espectacular para disfrutar del balonmano”. Aún así, este año no ha podido formar parte de este equipo de categoría nacional, pues “no tengo tanto tiempo para entrenar y disputar los partidos, sobre todo los que son fuera de casa”.
Una escuela en crecimiento
Cada vez son más niños los que disfrutan de la escalada, pero en la escuela no solamente se centran en eso, pues “periódicamente solemos hacer actividades como marcha nórdica, orientación o senderismo”. Además, la escuela continúa trabajando en nuevos proyectos como “intentar irnos a la Península para que practiquen alguna actividad, conozcan a otros niños y realizar una convivencia”.
El objetivo principal de los coordinadores de estar actividades no es otro que “aprender” y que “lo pasen bien”. Las metas que se marcan con los alumnos se centra, sobre todo, “en que aprendan sobre compañerismo. Sobre la naturaleza. Sobre el medioambiente. Que conozcan el material y la disciplina. Poco a poco eso irá naciendo e irán consiguiendo sus propios retos”.
Una escuela que, en tan solo dos años, ha crecido significativamente y que tiene una propuesta con el ICD de “seguir ampliando horarios para que muchos pequeños ceutíes puedan disfrutar del deporte de montaña”.
Desconexión
Para Fran Guerra la escalada es una forma de desconexión. Cuando él está escalando asegura que “dejo la mente en blanco”. En un día malo, el ceutí visita el rocódromo y desconecta. Él siempre fomenta la escalada, “porque es lo que más a mano tenemos”, pero afirma que “cualquier deporte de montaña te hace desconectar”.