La nueva fiscal jefe de Ceuta, Silvia Rojas, bordó su discurso de toma de posesión. Y lo bordó porque eligió una suerte de palabras de esas que salen del corazón y, como tales, terminan calando en todos los que tienen el privilegio de escucharlas. Rojas podía haberse perdido en la narración de asuntos vinculados al ámbito judicial, en el papel de la Fiscalía o en su historia, pero quiso dedicar las primeras palabras y la mayor parte de su intervención a hablar de quien le ha precedido en el puesto, del “fiscal de verdad”, de su padrino José Luis Puerta. Pero si bonito fue lo que dijo Rojas, esto quedó engrandecido con las miradas (maldito tiempo de mascarillas que no dejó ver con plenitud los rostros enteros) de los fiscales que integran la familia profesional que acompaña a Puerta.
Y estoy segura que si delante hubieran estado los anteriores fiscales que han coincidido con José Luis y que ahora están trabajando en otros puntos del país esas miradas hubieran sido idénticas. Miradas de agradecimiento, de respeto y de aprobación hacia lo dicho por Rojas porque se ajusta perfectamente a la definición de un buen jefe, de un buen líder, de un buen capitán de barco en una ciudad compleja como Ceuta y en una Fiscalía que tiene que enfrentarse a auténticos retos de todo tipo y a todos los niveles. Sí, esta ciudad es complicada, mucho. Lo es en un ámbito judicial que choca en muchas ocasiones con la respuesta desagradecida de quienes ni se imaginan el trabajo que se hace en las cocinas para conseguir que muchos de los delincuentes no logren escapar de la acción judicial y cuantiosas investigaciones puedan salir adelante.
Aquí, en Ceuta, se han dictado sentencias que han sentado precedente; aquí, en Ceuta, hemos tenido unos jueces que han conseguido armar condenas de blanqueo de capitales históricas y han arrinconado a traficantes de personas con decisiones que han marcado un hito; aquí, en Ceuta, tenemos fiscales que han trabajado con dureza en calificaciones brillantes ejerciendo sin fisuras una acusación que ha puesto el sistema patas arriba. Que esto siga siendo así es la gran esperanza que tenemos quienes vemos la justicia desde fuera, desde la barrera.