Cuando este escrito tenga luz y se plasme en un periódico, en este caso “el Faro de Ceuta”, tendremos la certeza de que, después de lo pasado y de lo que posiblemente esté por venir, España se encuentre en una nueva disyuntiva difícil de digerir. Si las votaciones que se dirimirán el domingo no especifican claramente quien va a Gobernar o puede gobernar nuestro país, el votante estará hasta la coronilla de tanto experimento. Aunque no creo que sea una posibilidad y si genere cansancio y decepción, llegaremos al momento donde se exija por ley ir a votar o el voto morirá como mueren los muertos, es decir, con la boca cerrada o, posiblemente, aproveche para buscar unas vacaciones que le rindan un mejor sosiego. Desde que se dió inicio a nuestra Democracia y cuando por pocos años gobernó el partido de Adolfo Suarez y Calvo Sotelo, se produjo la llegada al poder de Felipe González y que, durante muchos años, fue el garante de la soberanía del Reino de España y que, con luces y sombras, llegó a ser la cabeza pensante hasta que en el año de 1996 fue sustituido por José María Aznar, máximo dirigente por el tiempo prudencial de ocho años y que, con el deleznable atentado de 2004, donde murieron 192 personas y se produjeron más o cerca de 1500 heridos, hecho que generó la subida al poder de Rodríguez Zapatero, seguramente el peor Presidente que tuvo España en toda su historia democrática.
Sería conveniente consensuar si Mariano Rajoy o Pedro Sánchez han superado esa hazaña protagonizada por Zapatero, pero y sin duda, tampoco se podría decir que sus presidencias fueran elogiables en ninguno de sus aspectos. Cierto resulta que Rajoy encontró una España arruinada y que, con la pesadilla que genera la falta de dinero, no tuvo otro remedio que rescatar a los Bancos, una cuestión discutible cuando el pueblo tenía muchas necesidades y en cierto modo, fue y ha sido una de las cuestiones que nunca tuvo la comprensión de los ciudadanos. La moción de censura de la que fue víctima el Partido Popular, otorgó la Presidencia a un Sánchez que, como digo anteriormente, obliga a los españoles a acudir nuevamente a votar, al no conseguir conformar una mayoría absoluta que de estabilidad a un país abocado al descalabro y que, supuestamente, puede ocasionar que el pueblo decida votar como en la anterior ocasión.
La decepción y la desidia está fluctuando en los corazones y pensamientos que quieren una España asentada y fructífera que, después de estos avatares, beneficie y proporcione trabajo y bienestar a las familias españolas. Después del nacimiento de un nuevo partido con un programa que genera ilusión y esperanza que, se llama VOX y que tiene en sus filas personas con cultura, carreras universitarias y un curriculum nada despreciable, es de suponer que habrá aumentado sus escaños pero que, si quiere gobernar, tendrá que pactar con partidos cercanos en ideología y premisas concretas, lo cual será complicado por esa estupidez de que es un partido de extrema derecha. Es el artilugio que pregonan los opositores de izquierda y extrema izquierda, separatistas o Bildu-etarras, que se posicionan en esa torticera felonía que solo contribuye a que los votantes le cojan mas simpatía. Está claro que la extrema izquierda es propiedad de estos partidos totalitarios que solo buscan romper España…
Como dijo Dwigt D. Eisenhower “La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”.
el tiempo parcial significa 43 años en el poder absoluto. Y dejarlo en manos de sus herederos, más o menos como los francos y ahora VOX para defenderlos.