Este tecnicismo está tomado del griego, pertenece al ámbito de la Cirugía y etimológicamente significa "amordazar la cabeza del perro con bozal". Aunque practicada desde tiempos inmemoriales, en la actualidad los médicos que la efectúan y los varones que la padecen la declaran sin tapujos y la cuentan con detalles. Los manuales explican que la "fimosis" es la estrechez del prepucio que dificulta el descubrimiento del glande y, a veces, la micción. No podemos olvidar, sin embargo, que la operación quirúrgica, que consiste esencialmente en la ablación circular del prepucio, es un rito que ha sido practicado de manera continuada por diferentes culturas.
"Herodoto la interpreta como una medida higiénica, y el judío Filón, además de reconocer su eficacia para evitar el carbunclo, la explica como un símbolo de la pureza de corazón"
La Antropología nos la describe cómo una práctica generalizada en algunos pueblos de América Central, como los nahuas (incluidos los aztecas) y los mayas, y en el Sur del Continente Americano entre los teamas y manaos de las Amazonas. Según testimonios de Estrabón e, incluso, de algunos viajeros modernos, también se observa en varios pueblos de África como, por ejemplo, entre los cafres.
Pero su empleo más frecuente desde la más remota antigüedad está localizado en los pueblos de raza semítica o protosemítica. Entre los hebreos comenzó a practicarse como ceremonia religiosa por el patriarca Abraham, que fue el primero que se circuncidó, operándose él mismo en cumplimiento de una orden de Dios. Desde entonces, este rito es el signo y la condición de la Alianza hecha por Dios con el pueblo judío y se expresa en lengua hebrea por la palabra "berit", que significa "pacto".
El Islam lo ha generalizado entre los pueblos persas, indios, africanos, turcos, mongoles y en algunas comarcas chinas y malayas. Herodoto la interpreta como una medida higiénica, y el judío Filón, además de reconocer su eficacia para evitar el carbunclo, la explica como un símbolo de la pureza de corazón y como un medio que facilita una descendencia numerosa.
Querido amigo, desde mi punto de vista personal, encuentro en este texto una posible analogía con lo que le ocurre a nuestra sociedad actual. Es posible que, haciendo uso de lo que manifiesta Herodoto, nuestra sociedad esté necesitada de alguna media higiénica basada en la recuperación de algunos de los valores que sean recuperables. Y que se tenga que producir una ablación de todas nuestras certezas y comodidades, para que aparezca con limpieza toda nuestra desnudez e incapacidad por aceptar al otro tal y como es, de lo contrario seguiremos constreñidos e instalados en nuestros miedos, hasta que la enfermedad nos devore.
Magnífico y gratificante texto. Un abrazo: Nando.
Estoy de acuerdo contigo -querido amigo y compañero- en que, al menos de vez en cuando, deberíamos lavar, limpiar y desalojar algunas -¿muchas?- de nuestras convenciones, convicciones que, grabadas en nuestro cerebro -y, por lo tanto en nuestra conciencia- que impiden nuestro crecimiento realmente humano. Un abrazo agradecido. José Antonio
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