-
El III Festival Flamenco el Tío Miguel dio una auténtica lección de arte en el Revellín con un conjunto de artistas que plantaron ese ‘duende’ flamenco
Como en cualquier muestra de cante, el arranque tiene que estar en condiciones, bien hecho, con calma, fuerza, coraje. Y así se presentó el ‘III Festival Flamenco el Tío Miguel’ que reunió a un conglomerado de artistas de alto nivel.
Estos grandes artistas permitieron a una entregada audiencia realizar un viaje por el flamenco más puro, donde este arte se refleja como la vida misma, la vida como viaje existencial y emocional. Un viaje por la memoria y el reconocimiento a un arte y a grandes artistas.
El Tío Miguel y el flamenco como forma de vida
El flamenco que inundó el Revellín consiguió que el corazón de los asistentes palpitase y se acelerase a un ritmo descomunal. Paco Reyes y May Fernández arrancaron el espectáculo marcando un recital cuajado de momentos intensos que fueron elevando el clima de una manera constante, un cante tradicional en el que se pudo apreciar la gran influencia de grandes cantaores y que junto al resto del elenco que componía el festival como el ‘Tarasco’ y ‘Morenito de Íllora’ (hijo), completaron un cuadro flamenco cargado de gran pasión y emotividad.
Seguiriyas y soleás con unos agudos bien marcados consiguieron estremecer a la asistencia y conseguir su expectación que posteriormente aplaudirían con una gran ovación.
Dicen que el flamenco está de ‘capa caída’ pero estos el Festival El Tío Miguel y sus grandes artistas dejaron claro que el flamenco es más que un arte, es un ‘sentir’, una forma de vida, el flamenco es más que unos acordes que acompañan a una melodía, es cultura, es folclore, y es patrimonio inmaterial de la humanidad, y el concierto de anoche definió muy bien ese gran merecido título.
Este III festival El Tío Miguel cerró con clamoroso éxito dejando momentos sobrecogedores y muy emotivos, y emprendiendo un camino que lo alumbra en un futuro como una cita flamenca imprescindible en nuestra ciudad.