El fin de los privilegios masculinos es un buen comienzo para la tan anhelada igualdad. Romper de lleno, con todas esas ideas infundadas y centradas en el adrocentrismo que colocan culturalmente al hombre como "ser superior" nos conducirían a ser más iguales; y es que ese es mi deseo.
Deseo (y espero que tú también) que el machismo no mate y que el patriarcado no rija nuestras vidas ni nos subordine ante vosotros, por el hecho de ser mujeres. Y no, no soy una feminazi ni una hembrista, por pensar que la igualdad debe ser nuestro motor de vida; sino alguien que desea que hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades.
¿No te parece triste que a estas alturas aún no hayamos asimilado que tanto las mujeres como los hombres somos iguales? ¿No crees grave que nuestros jóvenes normalicen conductas machistas? ¿No es alarmante que anualmente millones de mujeres sean violadas, maltratadas o asesinadas, ante la pasividad y el silencio de muchos?
No voy a negar los avances que hemos conseguido en el camino de la igualdad: la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, el recién aprobado Pacto contra la Violencia de Género, entre otras muchas consecuciones legislativas. Pero ni por asomo hemos alcanzado la plena igualdad. Seguimos hablando de desigualdad de género, machismo y de violencia de género. Seguimos hablando de vidas arrebatadas. A septiembre de 2017, existe la escalofriante cifra de 42 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas (¡Brutal!). Muchos pasos importantes, sí; pero no los suficientes.
En mi trayectoria profesional, como Técnica en Igualdad y Agente Social, reconozco la complejidad y la dificultad que supone erradicar la violencia de género. Pero lo más importante de todo, es que se puede. Podemos entre todos y todas potenciar la igualdad. Tenemos una herramienta fundamental: la Educación. Con la educación podemos concienciar desde edades tempranas y aprender a derribar las barreras y los constructos sociales que impiden una sociedad igualitaria desde pequeñitos.
No nos cansemos de estar en desacuerdo contra la desigualdad de género. No normalicemos las conductas machistas. Que no nos sirvan las respuestas sin soluciones reales. Que no nos engañen, la igualdad plena se puede lograr.
Todos y todas tenemos la obligación de defender lo que es una evidente vulneración de Derechos Humanos. Es de justicia social luchar contra la desigualdad y la Violencia de Género.