Comenzaba mi último “Tercio de Quite” con una palabra que no era fruto de mis pensamientos y sí de un error de impresión: “Podeándonos” se coló en mi artículo y sustituyó a “Rodeándonos” en un comprometido texto contra el consumo de drogas y sus consecuencias, pero sin duda, ese nuevo vocablo inventado por el destino podría tener cierto significado. “Podear” podría ser un verbo con mucho juego en la época que nos ha tocado vivir, una mezcla entre el verbo poder y codear, una fórmula magistral para muchos que sueñan con llegar a otras esferas y alcanzar unas relaciones sociales o laborales hasta entonces no conocidas pero ansiadas. Ese “podear” es un arte que se vuelve una obligación para algunos en muchos momentos, la estrategia comienza cuando hay algún interés a la vista… unas elecciones, un cargo bien remunerado o simplemente algún objetivo para crecer en los social o en lo económico.
Pero no nos quedemos ahí y busquemos algún ejemplo de nuestro nuevo verbo “podear”. Imagínense un/a estudiante de periodismo de la Universidad de Navarra (lejos de la progresía reinante), cristiano/a, nacido/a en el seno de una familia conservadora y educado/a según un modelo de enseñanza basado en la igualdad y en el respeto. Tras acabar la carrera decide estudiar un master de periodismo audiovisual en la Universidad de Columbia en Estados Unidos. Con un extenso currículum y una magnifica formación vuelve a España para incorporarse a desarrollar su profesión, haciendo prácticas y dando los primeros pasos para comenzar su labor. Su deambular por los medios da como resultado una oportunidad en “La Sexta” y allí deberá demostrar sus estupendas dotes de redactor/a, siendo ahí cuando sin solución de continuidad se debe agarrar al “podear”. Y dejando a un lado su forma sin igual de expresar y comunicar, se verá obligado/a a orientar las noticias a la ideología política instaurada en la cadena televisiva y tendrá que colgar su forma equitativa y objetividad a la hora de informar. La izquierda en los principales medios nacionales está instituida, sometiendo e interpretando la actualidad sin alternativa de peso a la vista.
La influencia de la izquierda en los medios no es noticia, pero sí la forma única de manejar a cientos de profesionales para que remen a diario a favor de unos intereses que ciertamente en nada los beneficia pero innegablemente los condiciona si quieren mantener su trabajo. Así se debe “podear” durante todos los días del año aunque eso incluya vilipendiar a la Iglesia Católica, ensalzar las hazañas nacionales e internacionales del Sr. ZP (presidente de todos aunque no forme parte de su conciencia) y poner coletillas negativas a todas noticias relacionadas con la oposición o movimientos lejanos al criterio informativo dominante.
Se confunde la línea editorial donde pueden marcarse las pautas y la intención con el descarado interés de la conveniencia más chabacana.
De esta forma podríamos hacer una comparación sencilla del tratamiento de una noticia y de su influencia política. Así, en el caso del “Prestige” fue para determinados medios la consecuencia del no saber proceder del gobierno de Aznar (con claras connotaciones de oposición al gobierno) y sin embargo la desgracia por el vertido de la petrolífera en el Golfo de México pasa como una noticia más. Claramente sino hay razón para “podearse” pues se canalizan las fuerzas esperando el momento (oportunismo).
No creo que nunca una fe de errata diera para tanto, pero sí ha servido para ponernos en sobre aviso de cientos de personajes que no pierden la oportunidad de “podearse” en todos los ámbitos y disciplinas, esperando rentabilizar tanto esfuerzo y convertirlo en beneficio. Los medios de comunicación son sólo un ejemplo de las sucias artes que utilizan muchos para catapultarse, acostumbrándose a ese comportamiento y desarrollando unas tragaderas y un estómago a prueba de bomba. Con ese tipo de actitud figurada perdemos la identidad, vendiéndonos y entregándonos al “todo me vale” e interpretando un papel más cerca del teatro que de la realidad.