“No quiero que se olvide que mataron a mi hijo”. Fatima rememora cada día ese 13 de agosto cuando llamaron para decirle que a Mohamed lo habían asesinado a las puertas de un bar en Jérica. Hacía años que ambos habían partido de Ceuta a la Península, dejando atrás sus vivencias en la barriada del Príncipe Alfonso.
“Quiero justicia”, expresa entre lágrimas. Hace poco fue su cumpleaños y un amigo le envío unas letras de recuerdo, una forma de consuelo para superar una vida rota.
“Los sueños que una vez abracé con esperanza ahora son sombras que me persiguen, recordándome lo que pudo haber sido. Tu ausencia ha dejado un vacío tan profundo que ni el tiempo puede llenar”. Esto dice y mucho más, palabras entremezcladas que conforman frases preñadas de sentimiento, de amor y recuerdo a quien ya no está. Le arrebataron las ganas de vivir con solo 24 años.
“Aunque la vida decidió privarme de la oportunidad de verte crecer… mi amor por ti sigue siendo un refugio en este mar de dolor”, continúa.
A Fatima le quedan ahora los recuerdos de Mohamed y muchas fotografías, vídeos que le envían quienes eran sus amigos y momentos grabados que reproduce para sentirlo cerca.
“No tengo vida, ni duermo”, explica narrando unas vivencias que se entrecortan por las lágrimas. Madre e hijo siempre vivieron juntos. Junto a ellos Dox
El pasado septiembre la Guardia Civil comunicó la detención de dos personas por la muerte de Mohamed Lahiachi Kasen, certificándose que había sido una acción violenta. Se desarrolló una investigación por homicidio imprudente. El caso está judicializado.
Al dolor de perder a un hijo se sumó la lectura de las primeras noticias publicadas en medios nacionales bien alejadas de la verdad, ya que prácticamente mostraban al joven como causante de esta tragedia cuando había sido una víctima. Una hilera de datos incongruentes que terminó por esclarecer la Benemérita tras semanas de indagaciones, comprobaciones y toma de declaraciones.
Fatima confía en la justicia, sabe que nada le puede devolver ya a su hijo. Se lo arrebataron de forma violenta, como también se llevaron los sueños y aspiraciones del joven por salir adelante, por encontrar un trabajo. “Él tenía su carné de conducir, pero estaba aprendiendo a manejar una máquina para poder trabajar”, recuerda. Estaba ilusionado.
Los días pasan, los mensajes de cariño se conservan y esta madre que tuvo que sacar adelante a su único hijo en soledad busca mantener como sea las fuerzas para que la lucha por la verdad triunfe, para que la justicia se aplique.
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