Una familia negacionista denuncia que no puede cruzar el Tarajal

Suzete Lucas, Daniel Pancadas y la pequeña Ashanti continúan sin poder atravesar la frontera del Tarajal. Aunque este paso fronterizo se abriera en la medianoche del pasado martes, esta familia se encontró con una serie de problemas que les impidieron seguir con el viaje humanitario que tienen previsto con el fin de atravesar el continente africano hasta alcanzar Etiopía, su destino.

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La situación fue que “llegamos a la frontera y allí estaba la Guardia Civil junto a la seguridad privada y me preguntan si teníamos hecha la PCR o la pauta completa”, recuerda Pancadas. Para sorpresa de todos ellos, la respuesta que ofreció fue en negativo, puesto que ninguno tiene las tres inyecciones, ni siquiera un comprobante de la prueba que testa si se es positivo o no en el virus.

Las creencias personales de ellos y las medidas legales que están obligados a cumplir, no coincidían. De todos modos, ellos demostraron toda la documentación posible para así seguir posteriormente con el viaje. Y ejemplo de ello es que “tenemos aquí procesos de tribunales que indican que las PCR son incapaces de demostrar si estamos contagiados”, rebate Pancadas con los papeles en la mano.

Su compañera de viaje y con la que tuvo a Ashanti, Suzete Lucas, cuestiona el modo de trabajar de algunos cuerpos de seguridad. “El trabajo de ellos es proteger a la gente, no estar preguntando si estás vacunado o no”, expresa con un tono áspero. El carácter malhumorado se palpa en el ambiente.

Todo quedó en vano, no les sirvió de nada toda demostración que hicieron esa noche. Detrás de esta realidad se esconde la poca credibilidad que dan a la vacunación de la Covid-19. No se amparan en los beneficios de inmunización que ha surtido en la población mundial, la cual sirvió y continúa sirviendo para rebajar el número de víctimas mortales, así como de contagios.

"El trabajo policial es proteger a la gente, no preguntar si estás vacunado o no"

En este caso, esta familia pone el foco de la esperanza en una entidad que recibe el nombre de Cruz Azul. Esta asociación sanitaria se basa en “una salud holística”, explica Suzete Lucas. Es decir, “esta consiste en la combinación de cuerpo, alma y espíritu”, añade. Al hilo de esto, Lucas concreta que “esta conexión tiene que estar sana en todo momento”.

Cruz Azul les otorga “la libertad de creencia”. Lo que dictan sus corazones es la respuesta más pura y firme, según atestigua esta familia. “No me puedes hacer creer que me voy a vacunar y luego no voy a coger un virus”, opina Suzete Lucas.

Las palabras anteriores van en la dirección de quitar credibilidad al funcionamiento de las farmacéuticas. Ellos consideran que solo están para obtener beneficios económicos y no se centran en la salud humana. Entonces, “el bienestar está en la naturaleza y Dios”, asevera Lucas.

Para ellos, la labor de los profesionales de la salud no está en su círculo de creencias, sino que existe un Todopoderoso que los protege y salvaguarda en todo caso. Tampoco dudan en cuestionar las cifras de personas que han fallecido hasta día de hoy a causa de la pandemia.

"No me puedes hacer creer que me voy a vacunar y luego no voy a coger un virus"

“La mortalidad a nivel mundial no aumentó en los dos últimos años”, sentencia Daniel Pancadas. “Si se miran los números, la mortandad estuvo igual que en fechas anteriores”, acompaña Lucas. Y pone el ejemplo de Portugal, país en el que residen ahora. “Todos los meses se muere una media de diez mil personas”, dejando entrever que hay existen otras enfermedades mortales. El malestar de esta familia se percibe con solo escucharlos. Sin la pauta completa o sin PCR, el viaje humanitario se queda por ahora en pausa. Mientras tanto permanecen en su caravana, la cual está situada en la explanada que hay frente a la playa del Chorrillo. “Nosotros vamos a hacer todo lo posible para que nos escuchen”, asegura Pancadas. Anteriormente, y durante estos tres meses de larga espera, ya han intentado ponerse en contacto con la Delegación del Gobierno de Ceuta, de la que se desconoce si ha habido una respuesta.

Ellos llegaron a la ciudad el pasado mes de febrero cuando aún la frontera estaba cerrada y sin certezas de apertura. Con o sin Tarajal abierto, las creencias de estas personas parece que se han convertido en el verdadero obstáculo para que puedan llegar hasta Etiopía.