Pasa cada cierto tiempo y es peligroso: una información sobre alimentación se hace viral y llena las redes sociales, webs y medios aunque sea parcial, no sea correcta o directamente falsa; la más reciente, la supuesta prohibición de la patatas fritas con sabor a jamón, aunque parafraseando a Almodóvar hay otros bulos del montón.
EFE Verifica, el servicio que EFE lanzó en 2019 para responder a la creciente desinformación, nos cuenta varios ejemplos, tres relativos a Marruecos.
Los bulos, las informaciones sesgadas y la desinformación en materia alimentaria tiene, además, importantes riesgos para las consumidores y llega a afectar a las cuentas de la empresas, si bien es cierto que como ocurre con la mayoría de estos temas virales hoy ya nadie habla de las patatas fritas con sabor a jamón tras un mes de julio de debate acalorado.
Los fabricantes de aperitivos descartaron que fueran a desaparecer de súper las patatas fritas con sabor a jamón por la futura entrada en vigor de un reglamento aprobado por la Comisión Europea (CE) que retiraba ocho aromas de humo para uso alimentario.
"No es correcta la afirmación de que la Unión Europea (UE) prohíbe las patatas fritas con sabor a jamón por potenciales riesgos para la salud", insistieron, y la representación de la Comisión Europea (CE) avaló la afirmación: "No es verdad que la UE haya prohibido las patatas con sabor a jamón".
Un mes después, la pregunta es cuántos consumidores siguen pensando que desaparecerán de las tiendas.
"La desinformación sobre alimentación y salud, y los bulos sobre el sector suponen un problema muy grave y de una tremenda dimensión", han señalado a Efeagro fuentes de la Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB).
Según sus datos, el 30 % de las noticias falsas que circulan por la red están relacionadas con la alimentación, y alertan de que la "las 'fake news' crean alarma social infundada, confunden a los consumidores, pueden crear problemas de salud e impactan directamente en la reputación de la cadena alimentaria, porque cuestionan la calidad y seguridad de nuestros productos".
Por ello, animan a un trabajo conjunto para contener esta realidad: "La administración, junto a la cadena alimentaria, los profesionales de la salud y los medios de comunicación debemos combatir la falsa información sobre determinados ingredientes y productos que no tienen base científica".
Desde la Asociación de empresas de fabricantes y distribuidores alimentarios (Aecoc) han subrayado que los bulos o desinformaciones más comunes incluyen afirmaciones sobre la seguridad de los alimentos y la calidad de los ingredientes, además de mitos sobre dietas o productos específicos.
Y añaden que los rumores sobre la presencia de químicos peligrosos en ciertos alimentos o las afirmaciones exageradas sobre los beneficios de otros "naturales" suelen generar confusión y desconfianza entre los consumidores.
Como herramientas más efectivas, las mismas fuentes apuestan por una comunicación transparente y proactiva, en un contexto que se agrava, tanto en número de bulos como en repercusión.
Desde la organización de consumidores OCU, por su parte, distinguen los bulos nutricionales "que lamentablemente son muy abundantes" y los relacionados con la seguridad, ha señalado a Efeagro su portavoz, Enrique García.
Para aprender a detectarlos, ha recomendado comprobar si hay fuentes oficiales en ellos, como la Agencia Española de Seguridad y Nutrición o los organismos científicos.
Hay que estar especialmente vigilante con las informaciones "especialmente llamativas", ha señalado.
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