Los coreanos del norte son adolescentes ante los misiles de largo alcance de rusos y americanos y han eyectado el suyo sobre el mar, sin que de él saliera ni Pegaso, ni, mucho menos, Venus rediviva. Será por el esperma no celestial, en este caso, puro norcoreano, del regordito y prohibitivo líder que sigue los designios papales, del muerto y presente líder, que le hizo heredero, o sí o sí.
Sor maría se niega a declarar, cierra la boca sobre los bebés robados y el juez del caso le pone escolta de policía, a la salida de los juzgados, no sea que los furibundos padres la ataquen, antes de llegar a su Mercedes, de cristales tintados. Su abogado, el mismo que defendió las razones de los padres de Marta del Castillo, le ha dicho que callé y hablé solo por escrito, que aquí hay mucha tela que cortar.
Será cierto, porque la noticia es portada de los mayores rotativos y en comentarios ya se ve, que la gente relaciona el caso con la soltería de algunas madres, sin entender que hay muchos casos de matrimonios que perdieron a sus hijos. También lo relacionan con la desidia por el tiempo pasado, cuando olvidan que le enseñaron papeles de defunción e incluso cuerpos en la morgue, diciéndoles que eran de sus hijos.
La gente – en definitiva-es lo que tiene, ganas de hablar por hablar, hipócritamente, como nos contaba Nietzsche, mintiendo en sus motivos reales y dándonos explicaciones de ellos, cuando en realidad lo que les duele son los bajos y sus deseos confundido con lo que sea, a saber, que lo que les va como suyo, lo protegen y lo que ven como extraño, lo dilapidan.
Por eso, si ellos tienen a sus hijos en colegios concertados o son afines a la conciencia de la iglesia, ven a la monja como alguien bueno y no pueden- o no les interesa- llegar a creer, que pudiera hacer algo tan cruel y malvado, como arrebatarle a unos padres, sus propios hijos.
Si a estas personas, no les duele que les hayan quitado, a otros semejantes, sus hijos. Si no pueden- o no quieren, o lo que es peor, no les interesa- ponerse en la piel de los que los perdieron y dan tantas razones para justificar el caso, como soltería de las madres, que posiblemente trincaron algo, que la iglesia no tuvo nada que ver y a la monja la engañaron o que los padres biológicos eran conscientes de lo que se hacía , su necia aptitud, hace que sean tan crueles e inhumanos , como los que lo ejecutaron, porque en muchos casos no hay nada peor que la tolerancia, para que se perpetúe un delito. Afortunadamente, para los que perdieron a sus hijos, el ADN está ahí y los tribunales con vergüenza torera y las conciencias victoriosas y la gente buena y el tiempo que no olvida, al que se fue , sin querer irse.
Y sí que es verdad que habrá casos- no hay más que mirar el precedente de Argentina y los horrores fascistas, de quitar niños a encarceladas y hacerlos desaparecer para que aparezcan veinte años después con otros apellidos, unos queriendo volver con sus abuelas y otros queriéndose fundir en el olvido- en los que los niños, ya hombres y mujeres, no querrán comparecer al reclamo de unos padres, que no han querido, ni tenía siquiera conciencia de que existieran. En cambio, otros muchos, retornaran a la vida que les quitaron y sabrán que los quisieron por partida doble, unos, en la ausencia y otros, con la locura de llegar a pagar por ellos.
Tenemos la inmensa suerte de que los coreanos del norte sean adolescentes ante los misiles de largo alcance, porque si en vez de eyectarse en el mar, sale disparado hacia otro país , nos la liarían parda y les daría igual, porque hay quien disimula o engaña sobre sus principales motivos- poder, gloria mundana o simplemente dinero- y nos hace creer, pena de Nietzsche , que son intereses supra-mundanos los que los asisten y un día los ves a la puerta de los juzgados, con la cabeza gacha y sin detenerse, corriendo hacia un mercedes negro, de cristales de luto, por la conciencia muerta.