Hace más de 200 años tuvo lugar sobre París el primer salto de exhibición en paracaídas indiscutido. Fue en octubre de 1797, cuando André Jacques Garnerin se arrojó desde un globo a 2.000 metros de altura. Desde idéntica distancia a tierra se arrojarán este viernes sobre la playa de El Chorrillo, en Ceuta, siete integrantes de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del
Ejército del Aire (PAPEA). Llegarán este jueves a Ceuta para conocer el terreno de primera mano junto a los dos compañeros que ejercerán de controladores de tierra y al segundo jefe de la unidad, el teniente Oumar Cheikh, que oficiará de cronista de la primera demostración en la ciudad autónoma del grupo, considerado uno de los diez mejores equipos del mundo.
El regreso de la PAPEA a la España continental africana (hace “muchos” años estuvieron en
Melilla) se lleva gestando desde hace tres años, pero la pandemia lo había impedido hasta ahora. Este 2022 la patrulla vuelve a tener su agenda “completa”, de Jaén a Huesca pasando por Aranda de Duero y otros muchos rincones de todo el país. Entre ellos, Ceuta, donde los militares aterrizarán en la playa de la bahía sur en un espectáculo programado para las 11.00 horas en el marco del Día de la autonomía.
"Se puede disfrutar trabajando, pero uno no salta para divertirse, es un trabajo"
No se lanzarán ni desde un globo, como el pionero francés, ni desde el Aviocar que utilizan habitualmente como lanzadera, sino desde un espectacular
helicóptero HD-21 perteneciente al 801 Escuadrón del Ala 49 de la Base Aérea de Son San Juan (Mallorca), una aeronave de 18,7 metros de longitud con capacidad para volar a cerca de 300 kilómetros por hora y para elevarse a hasta 20.000 pies de altura.
“No saltarán todos en el mismo momento, sino escalonados en dos pasadas y orientados por la
información meteorológica que transmitamos también desde tierra... Desde el helicóptero, además, antes de lanzarse se arroja un papel biodegradable para comprobar las condiciones y elegir el mejor punto desde 2.000 metros de altura”, adelanta Cheikh.
El vuelo durará “alrededor de 10 minutos” y los paracaidistas lucirán tanto la bandera de Ceuta como la de España. Hasta ahí puede leer el segundo jefe de la PAPEA, nacido en Gran Canaria en 1982 e ingeniero en Organización Industrial, que se enamoró de sentirse “un pájaro” en la Academia de Oficiales.
Lleva tres años en la patrulla, aunque entre sus 20 compañeros (capitanes, competidores, personal de apoyo, de tierra...) los hay que llevan “hasta 20 años” y más de 10.000 saltos en un destino “en el que es muy difícil compaginar la vida laboral con la familiar”.
Los jefes, como él, deben compaginar el vuelo con otras tareas más prosaicas y pegadas a tierra, pero “para la mayoría su misión es entrenar y entrenar, entrenar muy duro, una media de 500 saltos al año, con independencia de que haga calor, llueva...”.
Entrar en la PAPEA desde el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas o la Escuela Militar de Paracaidismo exige superar “requisitos muy exigentes”. Una vez dentro, un destino tan particular se vive “cada uno a su manera”, con chequeos médicos anuales muy intensos y una máxima común: “Esto es un trabajo... Evidentemente cada uno puede tener un disfrute trabajando, pero uno no salta para divertirse… Hay que entrenar la precisión, saber qué tipo de paracaídas hay que utilizar el función del salto, qué equipo utilizar en una formación o si se salta desde 4.000 o 2.000 metros de altura”, indica Cheikh, que compara el salto con “salir a un escenario”.
Eso sí, en lo suyo manda “la seguridad”. “Hacemos esto por amor a España, pero no hay presión que condicione tener el riesgo, que siempre existe, lo más controlado posible”, advierte. Para eso “hay que ver si el viento viene de la montaña y no lo hace limpio, si lo hace del mar, a qué nudos sopla...”. Sobre esos parámetros se decide si los saltadores se arrojan desde la vertical del aterrizaje o a qué distancia y desde qué punto para que lleguen al suelo en el punto previsto con la rojigualda como ala.
Dispositivo de seguridad para el ejercicio
De cara a los preparativos y a la realización de este ejercicio, la Ciudad, a través de sus distintas áreas y servicios, ha coordinado un dispositivo de seguridad que incluirá el acotamiento de la zona de baño del primer espigón del Chorrillo a primera hora de mañana. No obstante, esta prohibición no incluirá el arenal, desde donde será posible seguir el desarrollo de la exhibición. Precisamente, y con el objetivo de facilitar el acceso a los interesados, el ascensor panorámico ubicado en esta zona permanecerá operativo desde una hora antes del inicio del salto. El operativo de emergencias, coordinado por la Consejería de Presidencia y Relaciones Institucionales en colaboración con la de Educación y Cultura y Medio Ambiente y Servicios Urbanos, se llevará a cabo en estrecha cooperación con las Fuerzas de Seguridad, incluyendo la presencia de componentes de los GEAS de la Guardia Civil y de Salvamento Marítimo. De igual modo, también está prevista la asistencia sanitaria, a través de un contrato con Cruz Roja. El dispositivo se completará con los voluntarios de Protección Civil, personal de la sociedad pública Amgevicesa y de vigilancia privada.
Las claves
Exhibiciones. Regreso a la normalidad tras la pandemia En total, la PAPEA acumula más de 900 exhibiciones de paracaidismo, realizadas por toda la geografía española y gran parte del extranjero con motivo de toda clase de actos institucionales y eventos, tanto de carácter civil como militar, en lugares tan dispares como bases aéreas, plazas públicas, playas, puertos deportivos, estadios de fútbol y plazas de toros. Tras el parón motivado por la pandemia, este año vuelve a tener su agenda al completo y estará por primera vez en Ceuta mañana.
Siete saltadores desde un helicóptero La PAPEA, creada oficialmente en 1978, suele utilizar un Aviocar para sus demostraciones, pero en la ciudad los siete saltadores (todos hombres, aunque también hay mujeres en la patrulla) se lanzarán desde un helicóptero. El equipo que llegará hoy a Ceuta para conocer el terreno de primera mano está formado también por dos controladores de tierra y el segundo jefe de la unidad, que ejercerá de cronista en la playa de El Chorrillo para explicar el acto.