La Policía Nacional ha organizado para hoy y mañana una jornada de puertas abiertas en el Príncipe. Así que la Jefatura llevará hasta la barriada sus TEDAX, la Policía Científica, las distintas unidades, los vehículos, las motos... todo lo necesario para hacer una exhibición como la que hemos visto en anteriores ocasiones en centros escolares. La diferencia es que antes no se había hecho en plena barriada, la diferencia es que antes parecía que la anormalidad era lo que tenía que primar.
Esta jornada de puertas abiertas tiene una importante carga simbólica. Es un punto a favor dentro de ese planteamiento de cercanía al ciudadano que se quiere poner en marcha. Que la Policía regrese con todo el equipo a un barrio del que se ha
despegado poco a poco no hace significar el intento por recuperar lo que no hace tantos años había. Si a finales de los 90 había policías que se conocían al dedillo a las familias del barrio y sabían perfectamente quién era quién, ¿por qué ahora se ha permitido una fractura tal que la única vinculación entre la fuerza de seguridad y el barrio es la basada en el rechazo, en la persecución, en el odio?
Las pintadas amenazantes que de forma gradual empezaron a aparecer en las paredes del barrio, los cercos policiales sin sentido que se han efectuado tratando a todos como si fueran lo mismo, las agresiones contra policías que venían a detener a pistoleros... han sido componentes que han terminado por hacer un dibujo diabólico de un barrio al que se estaba dejando morir poco a poco.
Si actos como el de hoy, más los que puedan venir a posteriori, sirven para empezar a cambiar las cosas, podremos empezar a pensar en recuperar algo de lo que ya dábamos por perdido sin opción a cambio.
Esta jornada de puertas abiertas es algo más que un detalle; el hecho de que en el acto del Patrón fuera invitado el presidente de la asociación de vecinos del Príncipe o que en la mesa presidencial estuvieran el juez decano y el fiscal jefe son puntos significativos que esconden una carga importante. El tiempo dirá si estamos o no errando en un camino que durante muchos años ha estado plagado de obstáculos. Quizá demasiados y quizá permitidos de forma indecente.