Las mujeres maltratadas sufren una segunda victimización en el ámbito laboral y es a manos de otras mujeres, frente a los hombres que no las discriminan, según un estudio de la profesora de Psicología de la Universidad de Jaén, Beatriz Montes Berges.
El objetivo del estudio, efectuado por el grupo de investigación del Departamento de Psicología Social de la UJA, fue analizar si existía una segunda victimización de las maltratadas en el ámbito laboral, para lo cual se diseñó una tarea de selección de personal (157 hombres y mujeres) en la que tenían que elegir de entre una candidata mujer normalizada y una maltratada para ocupar un puesto de trabajo.
Los resultados revelaron que los hombres, en contraposición a lo esperado, no discriminaban más que las mujeres, sino que eran éstas las que otorgaban mayor importancia a la categorización social, en lugar de conceder mas primacía a las aptitudes laborales para el puesto de trabajo, según ha asegurado a Efe Beatriz Montes.
Esto puede deberse a que los hombres perciben a todas las mujeres como pertenecientes a un grupo diferente del suyo, mientras que ellas se distinguían de las maltratadas lo que da como resultado una segunda victimización.
Este estudio es el segundo de los dos realizados dentro de una investigación más amplia que ha permitido "profundizar en el estudio de los posibles factores de riesgo que influyen en la violencia ejercida contra las mujeres", centrados "en determinar cuáles son las creencias y actitudes sexistas asociadas a las mujeres maltratadas y su relevante papel en la tolerancia hacia el uso de la violencia".
El trabajo destaca por su novedad a la hora de abarcar, con metodología correlacional y experimental, distintas variables relacionadas con la violencia de género "hasta ahora inexploradas conjuntamente, como son la sociedad dominante, el neosexismo, las creencias Patriarcales, pensamientos distorsionados sobre la mujer y la violencia y la cultura del honor.
En el primer estudio los resultados obtenidos reflejaron que la dominancia social es un factor relacionado con el neosexismo (discriminación más sutil), así como con las creencias patriarcales, los pensamientos distorsionados sobre la mujer y la violencia y la cultura del honor, considerando que todos ellos están actuando como mitos legitimadores de la violencia hacia las mujeres.
La importancia de este trabajo radica, según las conclusiones del mismo, "en contemplar la necesidad de detectar y analizar dichas actitudes sexistas ya que pueden actuar como predictoras de una futura conducta violenta hacia el otro sexo y, al mismo tiempo, legitimar y perpetuar las conductas violentas cuando éstas ya estén ocurriendo".
En este sentido y como medida preventiva, destacan "la importancia de la educación en materia de género, para desmitigar estas actitudes sexistas en los roles de género presentes en nuestra sociedad".