Cuando todavía quienes mandan están dando palos de ciego sobre convocar o no una junta de seguridad (primero dicen sí, ahora que se lo van a pensar), los hechos escupen una realidad delictiva difícil de asimilar. A los robos disparados de coches y, sobre todo motos, a los actos puramente vandálicos, se suman las quemas de coches tanto en la vía pública como en garajes. Si con todo lo que está pasando alguien es capaz de defender que esto funciona bien, entonces es más iluso de lo que pensaba o, no quiero creerlo, se está riendo de nosotros.
Las políticas de seguridad no funcionan. No lo hacían con los anteriores mandos policiales ni lo están haciendo ahora. Los problemas son los mismos y quienes tienen la encomienda de diseñar las políticas adecuadas están patinando.
Entiendo que el político de turno tiene que proteger su gestión con una coraza, pero en su soledad particular sabe perfectamente que estamos en unos niveles preocupantes. ¿Alarmismo? Ni mucho menos, sinceridad pura y dura.
Algo lleva tiempo fallando para que se esté produciendo una escalada de sucesos que se sale de lo que pudiera tildarse de normal en una ciudad como Ceuta. Ante esta cadena de situaciones tenemos unas políticas de seguridad, una coordinación que deambula cual borracho, dando tumbos. Los enfrentamientos bajo mesa son evidentes y eso se traduce en una mala coordinación entre fuerzas de seguridad y una peor relación con los ámbitos que tienen que poner el punto y final en estos episodios: el judicial. El trabajo no se está llevando a cabo de forma coordinada, hay detenciones que dan pie a sentencias absolutorias, se están siguiendo caminos opuestos que tienen una sola víctima: el ciudadano, que ve cómo la garantía de su seguridad se pierde.
Me quedo con la frase de un bombero a tenor de la quema continuada que se está produciendo. “Lo que más nos preocupa en estos casos, cuando nos dan un aviso de un contenedor o un coche ardiendo es que vamos pensando en las posibles emboscadas y en los apedreamientos. No es normal que para apagar un simple incendio en un contenedor tengamos que ir siempre escoltados por la Policía”.
Exacto no es normal. Como tampoco es normal que quemen 200 coches en un año, que una Ciudad se gaste 80.000 euros en ese periodo en reponer contenedores quemados, que se estén robando vehículos a diario. No es normal nada de lo que está sucediendo. ¿Sólo vemos esta realidad los ciudadanos? Se ha resquebrajado un sistema que hace aguas por todos lados.