Una vez más se ha celebrado el Día de la Fiesta Nacional y, desgraciadamente, algunos no se han unido a ella. Es una verdadera lástima ya que esa ausencia significa desconocimiento total de la historia de España. Nuestra historia, la de nuestra nación, es similar a la de cualquier otro país. En ella tienen cabida todas las vicisitudes que se dieron a lo largo de los tiempos. No faltan, junto a las acciones valerosas las caídas en la pérdida del espíritu nacional y en el abandono del espíritu de unidad, de entrega al esfuerzo de grandeza de la patria española.
Causa verdadera tristeza la actitud retadora de algunos grupos que pretenden deshacer la unidad de España. ¿Por qué esa actitud que no conduce a nada bueno? Siempre se ha proclamado la unidad de la nación aunque pudieran existir diversos conceptos políticos que propugnaran diversas vías para la resolución de los problemas normales que se dan en el planteamiento y ejecución de los diversos programas necesarios para el desarrollo de la riqueza del país. Labor ésta que ha sido desarrollada por los sucesivos gobiernos de la nación.
¿Cómo se puede ignorar la necesidad de esa labor conjunta, en la que cada cual ha de poner el máximo de su esfuerzo y capacidad creativa?. Desgraciadamente ha habido (y sigue habiendo) quienes sustentan principios contrarios a ese planteamiento y pretenden aislarse para iniciar una labor que no está claramente definida. No es admisible que se olviden los problemas de primer orden que existen en la nación y que se están abordando con cautela y firmeza, para plantear elucubraciones.
Llama la atención, desagradablemente, la actitud egoísta de determinadas personas que, al frente, de organismos estatales hacen lo contrario que deben. Poco a poco se van viendo claramente las intenciones de algunos dirigentes y lo descabellado de sus planteamientos y acciones y es hora, más que sobrada, para actuar a favor de la ecuanimidad, de la lógica. Es hora de que España reaccione contra todo aquello que le hace daño y que, para ello, cuente con personas de prestigio y totalmente leales a la unidad de España.
Han sido muchos años de lucha, tendente al bienestar de todos los españoles sin excepción alguna, porque todos tienen los mismos derechos y obligaciones. Han sido años muy duros, pero alentadores para trabajar con toda la capacidad personal y la fuerza de la unión. No deshagamos esa forma de actuación, seria y capacitada para el buen gobierno, para echarnos en brazos de la desorientación, de la falta de criterios razonables. Sigue siendo tiempo de trabajo de todos los componentes de la nación; sin ausencias caprichosas y tristes.