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“Es necesario dar un sentido nuevo a las islas, islotes y peñones”

{jaimage crop="TC" /}‘Ceuta, Melilla, Chafarinas, Vélez y Alhucemas: tomar la iniciativa’. Este es el título del informe que a finales del pasado año publicó el catedrático en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Cádiz, Alejandro del Valle, en el Real Instituto Elcano. Un informe que los acontecimientos que este verano han reabierto la polémica sobre estos territorios españoles en las proximidades de Marruecos cobra actualidad. Hablamos con Del Valle, quien arroja cierta luz sobre la situación jurídica de, como a él le gusta denominarlos, los peñones, islas e islotes. Desde su punto de vista es vital que España se replantee diferenciar estos enclaves, para los que propone algún tipo de colaboración hispano-marroquí, de las ciudades autónomas para que estas últimas no se vean salpicadas cada vez que alguna polémica surge en los peñones, islas e islotes.
–La ocupación a finales de agosto de Peñón de Vélez y hace un par de semanas toda la polémica suscitada por la llegada masiva de inmigrantes a Isla de Tierra. Dos asuntos diferentes entre sí a priori pero que, en el fondo, tienen un trasfondo común. ¿Qué suponen ambos episodios desde el punto de vista del Derecho Internacional?
–La vinculación entre ambos se puede intuir, decir u opinar pero son hechos muy distintos. El primero era un acto de significación política directa, supongo que con el conocimiento en buena medida de las autoridades de Marruecos, y el otro una cuestión de inmigración. Hay que tener en cuenta que este episodio vivido en Alhucemas no es un hecho aislado, sino que desde hace meses se están recibiendo llegadas de inmigrantes a Chafarinas o al mismo Peñón de Alhucemas. Pero, en mi opinión, ambos capítulos ponen de relieve la debilidad a efectos internacionales de la situación de los peñones, islas e islotes. Así es como me gusta llamarlos para diferenciarlos de las dos ciudades autónomas, pues son realidades totalmente distintas.
–Habla de debilidad, ¿no protegemos bien nuestro territorio?
–Hablo de debilidad desde el punto de vista de estatuto jurídico internacional. Por supuesto tenemos título jurídico que es fuerte y sólido, no me cabe la menor duda. No es Perejil, donde nuestro título era dudoso, pero en Vélez, Alhucemas y Chafarinas nuestros títulos son sólidos reconocidos mediante tratados internacionales con la autoridad presoberana marroquí, anteriores a 1956 al igual que ocurre con Ceuta y Melilla. Es quizás desde el punto de vista de la opinión pública internacional o cuando esto pueda plantearse de forma directa por Marruecos cuando podríamos vernos en una situación más complicada. Hay que tener en cuenta que no son territorios por descolonizar, pero Marruecos en cualquier momento podría volver a activar la solicitud que llevó a Naciones Unidas en los años 70. Hablo de debilidad por los peñones, porque a mi juicio son diferentes de las ciudades.
–¿Propone que se articulen fórmulas diferentes para unos y otros?
–Sí, considero que a España le interesa tener una perspectiva diferenciada de lo que son ciudades y peñones. Creo que los primeros que deberían estar interesados, y hablo desde un punto de vista totalmente personal, son los ceutíes y melillenses. Hay que deslindar ambas situaciones porque son distintas. Sin embargo, ahora cualquier cosa que acontezca en uno de los peñones enseguida salpica a Ceuta y a Melilla. Y no, son cosas distintas, con un Estatuto de Autonomía, una población, un gobierno democrático, territorio de aplicación del derecho europeo a todos los efectos... Creo que los peñones, islas e islotes envenenan el todo. Cuando ocurrió el episodio de Vélez de la Gomera ya se estaban cuestionando Ceuta y Melilla.
–¿Darle algún sentido a los peñones, islas e islotes?
–Efectivamente, pues como ahora se ha descubierto Isla de Tierra está a pocos metros de la costa marroquí. Hay cosas que son muy defendibles jurídicamente pero que políticamente en foros internacionales cuesta más. Es verdad que existe diferencia en cuanto a que las ciudades autónomas no tienen competencias sobre las islas, peñones e islotes, pero habría que hacer algo para diferenciarlos. Incluso, en mi informe, defiendo dar cierta participación, fomentar la colaboración sin ceder por supuesto la soberanía, a Marruecos. El caso de las Chafarinas, donde hay una situación medioambiental que se debe proteger, puede haber un foco de colaboración muy interesante.
–¿Cuál es la solución que usted propone?
–Creo que hay programas en la Unión Europea de cooperación transfronteriza que podría servir de paraguas para una actuación, como decía a modo de ejemplo, medioambiental. Que no sean solo unos lugares donde hay militares y donde estamos a la expectativa de que Marruecos diga algo o no. Habría que separar claramente las ciudades de las islas y peñones porque estos últimos son siempre foco de conflicto. Imaginemos por un momento que Marruecos se hubiera negado a colaborar en el asunto de los inmigrantes de Isla de Tierra argumentando que nosotros decimos que ese islote es nuestro. Que la situación se complica, sale a la opinión pública internacional y se genera un conflicto. Podría haber sido gravísimo.
–Esa cooperación que propone con Marruecos en las islas, islotes y peñones, ¿ayudaría además a dar valor añadido a estos territorios que actualmente no tienen, parece, una función demasiado importante?
–Claro, actualmente tienen un sentido político. De que ‘esto es español’ y de paso se mete en el paquete a Ceuta y Melilla. Se les puede dar un sentido diferente, quizás encaminado en el ámbito turístico. Si las Chafarinas, en sí mismas, son una joya medioambiental. Puede que a Marruecos le interese actuar concertadamente para un aprovechamiento en común, planteando una programación de actividades, siempre sin discutir la soberanía. Hay una vía de colaboración que, a mi juicio, podría reducir la problemática. Lo más peligroso y preocupante es que cualquier cosa en las islas y peñones contamine a Ceuta y Melilla. Sería una colaboración muy especial y creo que, de verdad, Marruecos no está por la labor de crear un conflicto. Se trata de otorgar una nueva función, un sentido nuevo.
–Hasta ahora el roce más sonado de los últimos tiempos es el caso de Perejil. Han pasado ya diez años. Desde la distancia que proporciona el tiempo, ¿cree que se gestionó bien?
–Lo he dicho en público y no me molesta repetirlo. Creo que en Perejil nuestro título jurídico era dudoso pero lo que más me sorprendió fue la naturalidad con que se asumió por parte de España y Marruecos la utilización de fuerza armada que podría haber degenerado en algo peor. Quiero decir que aquel capítulo llevó a cabo un envenenamiento en las relaciones hispano-marroquíes impresionantes. También tenemos que tener en cuenta cómo se toman las decisiones en Marruecos. ¿Quién la tomó? ¿El Rey? ¿El entorno del Rey? Esa facilidad con que España y Marruecos, que en definitiva somos vecinos, para usar fuerza armada me asombró. En esas situaciones de conflicto temo la escalada militar, que haya represalias por uno y otro bando, que las sociedades civiles se involucren... Aquello me resultó muy preocupante y Marruecos, a partir de ahí, cambió su estrategia en muchos sentidos, económicos y militares. Por ejemplo con una alianza con Estados Unidos.
–Con la gestión del conflicto en Isla de Tierra saltó  la polémica por las quejas de diferentes organizaciones, que aseguran que no se respetaron los derechos de los inmigrantes ya que fueron devueltos a territorio marroquí. ¿Considera usted que no se ha llevado correctamente la gestión? Al fin y a cabo habían llegado a territorio español...
–Creo que en ese asunto se ha mezclado todo. La cuestión de la inmigración, las nuevas vías, con las islas y peñones que son reclamadas. Tenemos que ser consecuentes, porque si es territorio español hemos de proporcionar las garantías que hay en España. Ahí hemos incumplido la normativa internacional y la normativa interna. Es decir, hay un tratado internacional, un protocolo al Convenio Europeo de Derechos Humanos que además ratificamos en 2009 y donde se dice expresamente que no se pueden llevar a cabo expulsiones colectivas a extranjeros. Ya ocurrió algo parecido con las avalanchas a Ceuta y Melilla en 2005 y 2006. Entonces también se vio que los grupos aquellos con mujeres y niños acabaron en el desierto de Argelia mal. También hubo una investigación del Consejo de Europa sobre los incidentes en las ciudades autónomas en 2005... es decir, que nos hemos puesto innecesariamente en la mirada y supervisión de órganos internacionales que nos van a sacar los colores.
–¿Es como dar un argumento a Marruecos a favor de su reclamación de estos territorios?
–Jurídicamente ahí no, porque ellos han colaborado con que los inmigrantes estaban en territorio español y la entrega la efectuaban agentes españoles. Ahí lo que ha habido es un acuerdo de readmisión de inmigrantes. Ha habido una solución para ese caso concreto, para salir de la situación. Como decía, gracias a que Marruecos a querido colaborar y no ha pretendido provocar un incidente internacional. Creo que el asunto se ha resuelto políticamente bien pero estamos hablando de personas que estaban en España y si nos creemos que estamos en un estado democrático de derecho donde se han de cumplir las normas, en una zona de Europa... si Isla de Tierra es España como venimos proclamando el asunto debería haberse resuelto de la forma adecuada porque las consecuencias después pueden ser peores.
–Desde un punto de vista estrictamente personal, ¿qué le llevó a estudiar tan a fondo este asunto, a empaparse tanto de él?
–Como soy catedrático en Cádiz las investigaciones que hacemos tienen que ver sobre Gibraltar y los problemas de soberanía y frontera en el Estrecho. Entonces el asunto de Gibraltar, de las ciudades, islas y peñones... la cooperación transfronteriza... nos interesan porque son un derecho internacional muy práctico. No es la Antártida ni lugares lejanos. Hay necesidad de conocer cuáles son las normas jurídicas internacionales y cómo se aplican aquí mismo. Aparte, vimos que era algo sobre lo que extrañamente se había estudiado muy poco en España. No sé por qué, pero no es algo que haya preocupado cuando bajo mi punto de vista debe ser un tema prioritario en los estudios. Al menos por parte de los que estamos más cerca, pues lo estamos viviendo y visitamos mucho la zona.

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