Licenciado en Psicología, Alfonso Cruzado (Ceuta, 1988) es psicólogo general sanitario y especializado en neuropsicología. Ocho son los años que lleva pasando consulta en el ámbito clínico-sanitario, además de desempeñar otras labores en lo educativo. Del mismo modo, Cruzado dirige el Centro Ability en la ciudad autónoma, donde atiende tanto a la población infantojuvenil como adulta. Es decir, un gabinete para cualquier edad.
–¿Qué importancia tiene que se cuide y aprenda de las emociones desde edades tempranas?
–Considero que es primordial, tenemos que apreciar que la época infantil es el instante en el que las emociones empiezan a desarrollarse. Durante esta etapa parece que se debe ser feliz , pero igualmente hay que enfadarse o coger una rabieta, aparte de fomentar la afectividad, cariño o alegría. Esto tendría que ser así para que en la adolescencia no repercuta de forma negativa.
–¿Qué consecuencias lleva que esto no se trabaje?
–Hay que tener en cuenta que las emociones no dejan de ser un proceso natural. Todos las tenemos. Pero, por ejemplo, que tú no sepas controlar una frustración, puede llevar a que se manifieste un comportamiento más agresivo, generando problemas de autocontrol.
–En ocasiones, se toma el método del premio y el castigo. Si esto se hace en casa, en medio de un conflicto, ¿es buena opción?
–Esto es una técnica de modificación de conducta, pero es cierto que un castigo no te enseña si no viene acompañado de un aprendizaje.
–¿Qué perfil de niños se encuentra en la consulta?
–Nos viene de todo un poco. Chicos con trastorno de neurodesarrollo, déficit de atención, dificultad del aprendizaje; y otros acuden por temas clínicos como la ansiedad, un cuadro depresivo o que han sufrido bullying.
–Cuando se habla de estrés y ansiedad, se piensa que solo ocurre en “mayores”; pero, los adolescentes también son víctimas de estas enfermedades.
–Sí, totalmente. De hecho, ser adolescente ya es complicado y más con los tiempos que corren, donde las redes sociales provocan que este tipo de patologías mentales aumenten.
–¿Son más los adolescentes que se sensibilizan por el cuidado y atención de la salud mental?
–Sí. La mayoría de los que me vienen han tomado su propia decisión. Son ellos los que les dicen a sus padres que necesitan ayuda. Cada vez son más los que se preocupan y esto es un avance muy importante.
-¿Qué percepción tiene sobre Ceuta, sus jóvenes y las enfermedades mentales?
–Los casos que he visto, los que han acudido a consulta, en su mayoría emanan de las redes sociales. El hecho de, por ejemplo, que estén viendo como los demás disfrutan de su vida y se idealiza, esto incita a ese sentimiento de desesperación por parte de la persona que lo ve desde su casa. Esto le baja la autoestima.
"Ser adolescente ya es complicado y más con los tiempos que corren, donde prima lo virtual más que lo real"
–¿Tenemos datos a niveles de la ciudad autónoma?
–Exactamente, no. Pero sí cada vez son más los jóvenes que padecen estrés y ansiedad en Ceuta. Además, la pandemia ha contribuido para que estos niveles se acrecienten.
–¿Qué factores pueden influir?
–Lo académico o la propia imagen personal. Siempre se está comparando entre lo real y virtual. Cuando esto no se cumple, vienen los problemas a causa de no alcanzar esos objetivos que se perciben por las redes sociales. Incluso, en algunas ocasiones, estas son imposibles de lograr.
–¿Qué le preocupa más?
–Ese dolor del invisible, que no se le dé la importancia que realmente tiene. Se le quita hierro cuando se trata de adolescentes, como si fuesen tonterías; pero dentro del mundo de ellos y su contexto, es igual de importante que los contratiempos de los adultos. Los problemas de ansiedad es igual a cualquier edad. Incluso, más perjudicial en jóvenes porque disponen de menos herramientas.
–Conmueve pensar que esta etapa, la cual se concibe como una de las mejores, se vea afectada por estos obstáculos.
–Sí. Lo que ocurre es que cada persona tiene una manera u otra de afrontar la realidad. Los hay que la sobrellevan mejor y otros les supone más trabajo. De todos modos, la adolescencia tiene muchísimas cosas buenas. Es un periodo muy bonito, pero según las circunstancias personales y contextuales, te pueden conducir a estos trastornos de ansiedad.
–Estrés, ansiedad; pero igualmente depresión.
–Sí, pero lo que más he encontrado es ansiedad. Sobre depresión he tenido menos casos, pero sí es cierto que me han llegado a la consulta.
–Desde hace un tiempo en adelante, parece que el suicidio ha salido de ese tabú al que estaba sometido. Ahora, se habla con cierta naturalidad. En los jóvenes, esta es la primera causa de muerte no natural en España.
–Cuando llevas mucho tiempo sufriendo, las víctimas ven el suicidio como una vía de escape, una solución de la que no hay retorno. Cuando me ha tocado afrontarlo les hago ver que la mayoría de problemas se pueden solucionar.
–¿Se ha encontrado casos?
–Sí, jóvenes que están desilusionado por las cosas. Me explican que se encuentran en un continuo proceso de dolor.
–¿Existen otras patologías que estén afectando a los adolescentes?
–Que aumenten igual que estos, no. Pero sí que existen otros, como los trastornos de la conducta alimenticia.
–Cambiando de asunto, quisiera poner sobre la mesa el tema de los adolescentes y las redes sociales. ¿Qué beneficios e inconvenientes han traído?
–No es tanto el problema de las redes sociales, sino el buen y mal uso que se hagan de ellas. Evidentemente, las aplicaciones te permiten entablar conversaciones con otras personas. Estas generan una comunidad social a nivel mundial.
–¿De qué manera se utilizan para caer en estos peligros?
–Desde que se usan, los trastornos de estrés y depresión han aumentado. Esto viene dado, en parte, por esas imágenes idílicas que aparecen en redes, las cuales generan una baja autoestima a los adolescentes al no llegar o igualarse a ellas. Los problemas del sueño también se dan y repercuten en el día a día.
–¿En qué sentido?
–A que, cuando te levantas por la mañana, te sientas cansado o estés más irascible. Tampoco me quiero dejar atrás, el tema del acoso cibernético. Antes, se daba que alguien se metía contigo en clase y nada más. Ahora, te pueden hacer una foto, le colocan un meme y la difunden. En cuestión de poco tiempo, llega a cientos de personas y en la víctima genera una baja autoestima, inseguridad, trastornos mentales o una reducción del rendimiento académico. Igualmente, se han dado casos de suicidio a raíz del ciberbullying.
–Retos virales, tema que también sigue de cerca en el público joven. Aún tenemos reciente el caso de Archie, el chico británico que murió tras someterse al ‘Blackout Challenge’. Este consiste en aguantar la respiración el máximo tiempo posible hasta provocar el desmayo. ¿Qué se esconde detrás de este supuesto tipo de entretenimiento?
–En el fondo, creo que no son conscientes de lo que hacen, aún menos de la tragedia que puede suponer en la salud de uno mismo. No perciben la gravedad.
"Le quitamos hierro a los contratiempos de los jóvenes, pero hay que saber que para ellos sí es importante"
–¿Por qué deciden hacerlo?
–Por ese sentimiento de pertenencia a un grupo y no ser excluido. Si son muchos los que lo hacen, ¿por qué yo no? Parece que cuantos más likes obtengas, mejor te va a ir. Ellos no ven la consecuencia y al no perecibirla, luego ocurre las tragedias como la de este chico.
–¿Tanto interesa destacar por un reto viral?
–Entramos en un mundo social donde interesa tener ‘me gusta’ en vez de vivir nuestra propia vida. Si no se publica en redes, parece que no lo has hecho. Tienen que verlo para que sepan que estás ahí y lo pasas bien. Hemos entrado en esa vorágine. De hecho, existe un nuevo tipo de ansiedad que se llama FOMO (Fear Of Missing Out).
–¿De qué se trata?
–Este tipo de ansiedad se provoca por querer estar conectado en todo momento a las redes sociales. Ese miedo a perderte algo lleva a que esto llegue a ser patológico.
–¿Le ha llegado alguno a consulta?
–Jóvenes adictos a las redes, sí. Pero hasta el punto de poner su vida en juego a través de un reto viral, no. Al menos, hasta este momento.
–Por último, ¿qué recomendaciones hace al respecto?
–Que vivan porque muchas veces nos olvidamos de que tenemos una vida y hay que disfrutarla. Es mucho más bonita que lo que puede aparecer en una simple foto.
Efectivamente. Estamos criando unas generaciones en las que la felicidad debe "venir de serie", todos deben ser guapos y fuertes como los falsos modelos de internet, esos "influencer" que obsesionan a nuestros jóvenes por hacer lo que ellos o parecerse a ellos. Desde pequeñitos les damos todo a cambio de nada. No hay fomento del esfuerzo, con lo que el premio deja de ser un aliciente y se convierte en un derecho. Y por supuesto el castigo no existe. No castigos físicos, por supuesto. Hay muchas formas de castigar de manera que sea pedagógica, sin necesidad de ser lesiva.
Cuando un niño crece en esas condiciones de derechos sin obligaciones, en la adolescencia tendrá baja autoestima y una muy baja tolerancia a la frustración. Y eso les puede generar, naturalmente, problemas emocionales como la ansiedad y, en casos mas graves, depresión.