Si algo está quedando claro con lo que está pasando estos días, es que estamos en manos de quienes gustan jugar con la peligrosidad. Los unos, los verdaderos y únicos culpables, dando un golpe de Estado cuyo resultado todavía es incierto, y que cuando menos ha traído la división y el enfrentamiento entre españoles. Los otros, confundiendo la prudencia con la pusilanimidad y ofreciendo caramelos a quienes responden con hechos hostiles, violentos y amenazas graves.
La prudencia es una virtud, más aún en un gobernante; y aunque “la paciencia todo lo alcanza” como decía santa Teresa, primera mujer doctora de la Iglesia; debería saber que la santa tenía los arrestos suficientes para enfrentarse a cualquier tipo de dificultades, entre ellas a la mismísima princesa de Éboli cuyas intrigas palaciegas incluían el asesinato. A la santa no le detuvo el miedo y la puso en su sitio. Mariano debería aprender de las grandes lecciones de la historia, y distinguir entre prudencia y consentimiento.
Lo verdaderamente peligroso de todo este asunto es, que bajo la apariencia de un Estado de Derecho, se pretende la reforma encubierta de nuestra Constitución, la de todos los españoles; y un signo inequívoco de por dónde van a ir los derroteros, es la afirmación de Javier Maroto, vicesecretario del PP, en la que afirma que “la reforma de la Constitución es un acto de generosidad de Mariano Rajoy”. Es decir, que para Maroto, la Constitución es propiedad de Rajoy y por eso puede realizar un acto de generosidad.
Esta afirmación, además de evidenciar un servilismo abyecto, denota que la verdadera intención de Rajoy es, como ya dijera J.M. Aznar, un pago a plazos de lo que no se atreve a pagar al contado.
Maroto se equivoca rotundamente. La Constitución es propiedad de todos los españoles, y la declaración de este diputado popular sólo denota el tono totalitario de quien confunde persona con Gobierno, Gobierno con Estado, y Estado con soberanía.
Aunque tampoco se le pueden pedir peras al olmo cuando este político no ha conocido más trabajo, y por tanto más ingresos, que el generado por la política. Y además, en su trayectoria pública se evidencia la defensa vehemente de intereses particulares en las políticas sociales del PP. Es decir, se trata de un político servil, que no mira por el interés general de los ciudadanos, ni respeta la soberanía nacional ¿y con esta infantería pretenden los populares defender a una España unida? Ahora sí que tengo miedo por lo que pueda pasar.
¡Qué nivel, qué bajeza¡ El vacío ideológico e intelectual del panorama político se evidencia, no sólo en los gestos soeces, procaces y groseros con el que se pretenden defender las opiniones, sino también en las declaraciones de los supuestamente moderados en las que, quizá subconscientemente, evidencian su inutilidad como servidor público y su actitud lacayuna.