"Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”.
José Saramago en Ensayo sobre la ceguera.
La novela retrata un gobierno cuya política pública se basa en la segregación, exclusión y eliminación de la alteridad. Las estrategias de control-manipulación utilizadas por el estado son sutiles, sofisticadas y clásicas, la más eficaz; el miedo...
La situación en el mundo nos produce ceguera; tal vez porque no queramos ver habiendo perdido la capacidad de pensar, dialogar, debatir y alzar la voz atemorizados por una dustopia endémica.
Saramago nos cuenta que los hombres están ciegos, se mueven como autómatas, reciben órdenes que cumplen sin preguntar por la razón de esas indicaciones, y la sociedad se sumerge así en un letargo cuya metáfora es esta ceguera que llena de espanto a sus personajes. ceguera como metáfora de la depravación moral, la inmundicia y el colapso social.
El escritor portugués nos invita a reflexionar sobre la humanidad, sobre la supervivencia, los valores humanos, el terror que se hace patente cuando tenemos los ojos cerrados, o lo que es lo mismo, ciegos, que cuando vemos con nuestros propios ojos la devastadora realidad.
Israel comete un genocidio televisado, Trump es el nuevo líder del planeta poniendo en jaque a la comunidad internacional, las bombas atómicas apuntan en todas las direcciones, los bulos, las patrañas, las noticias falsas y las manipulaciones han creado un nuevo esperanto, un lenguaje que nos hipnotiza hasta llevarnos al abismo.
Mazón no es culpable de la gestión de la Dana, Puigdemont se fuga rodeado de policías, Pedro Sánchez no tenía ni idea de las corrupciones de sus primeros espadas, Ayuso gestionó perfectamente las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid, el Rey emérito sigue siendo aclamado por parte de la sociedad, nadie sabía nada del comportamiento de Errejón, no hay violencia de género para Abascal, que sigue subiendo en las encuestas, el presidente del gobierno se aferra al poder aunque todos los ministros estuvieran implicados en casos de corrupción.
Esta es la ceguera de la que habla Saramago: no querer ver, funcionar como una masa descabezada, ser autómatas idiotizados que utilizamos la inteligencia artificial para resolverlo todo.
Somos víctimas convertidos en verdugos, prisioneros que encarcelamos, jueces que nos juzgamos siguiendo el dictado de las élites tan invisibles pero tan reales como el aire que respiramos.
Nuestra utopía es la riqueza que nos hará mas pobres, la felicidad de ganarle a un juego de la play, la religión que nos considera pecadores, pensar en no pensar. Esa es la conquista.
Si alguien recupera la vista es posible que los demás lo vean ciego, si alguien se resiste a andar en fila india le pondrán grilletes para que siga el orden, si alguien decide la disidencia lo expulsarán de la sociedad.
La primavera es de plástico, el GPT escribirá poemas de amor, te enamorarás de un holograma, abrazarás a muertos revividos por realidad virtual.
Nos creeremos libres cuando deciden por nosotros y héroes al aplaudir a los tiranos.
¿Qué nos queda? ¿Dónde escondernos?
Yo habito en este Cañonazo y, aunque la humanidad se extinguiera, seguiría lanzándolo a las 12 desde el Monte Hacho.
Ceuta debe ser la tierra prometida a los hombres y mujeres libres.
“Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad”.
Jose Antonio Labordeta.